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Metales raros, la amenaza que pudo parar el mundo
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Alberto Artero

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Metales raros, la amenaza que pudo parar el mundo

En septiembre de 2010 nos hicimos eco en esta misma columna de la disputa comercial entre China y Estados Unidos-Japón a cuenta de los llamados Rare

En septiembre de 2010 nos hicimos eco en esta misma columna de la disputa comercial entre China y Estados Unidos-Japón a cuenta de los llamados rare earth elements o REE. Indispensables para una multitud de aplicaciones tanto tecnológicas como industriales o de defensa, sólo en el gigante asiático se encontraban en ese momento en una concentración suficiente como para hacer viable su explotación. Hasta el punto de que los chinos acaparaban el 97% de la producción mundial (Valor Añadido, "Y China dijo: 'Oriente Medio tiene el petróleo pero nosotros tenemos…'”, 03-09-2010).

Por aquel entonces, su decisión de recortar las exportaciones de estos elementos en un 72%, bajo la excusa formal de mejorar el proceso extractivo y cerrar las instalaciones ilegales, suponía una amenaza sin precedentes para el normal funcionamiento de muchas industrias en el mundo desarrollado. Se podía interpretar, de hecho, como una señal de fuerza al coincidir con disputas territoriales con los nipones. No en vano, ya afirmó en su día Deng Xiaoping: "Oriente Medio tiene petróleo, nosotros las tierras raras". A buen entendedor…

El resultado de aquella medida fue una subida vertical en el precio de sus 17 integrantes; con ella, la puesta en funcionamiento de nuevas explotaciones a lo largo y ancho de la geografía mundial, pues se consideró estructural; y, por si fuera poco, el florecimiento de un próspero mercado negro en China de explotación y distribución que buscaba satisfacer la imperiosa demanda de numerosos compradores a nivel internacional.

El efecto fue, por tanto, justo el contrario a lo que se pretendía: más producción exterior –hasta reducir la cuota china al 80% actual–, menos demanda global, como consecuencia de la búsqueda por parte de los importadores de soluciones alternativas, y mayor impacto ambiental en el mercado doméstico. El tiro por la culata. De hecho, la situación actual es de sobreoferta, lo que ha provocado una caída media en el coste de aprovisionamiento de estas materias primas del 60% en apenas tres años, una vez concluido el pánico inicial. Para este viaje…

Da la impresión de que China pretende volver a tomar la iniciativa al plantear una racionalización del sector alrededor de seis grandes compañías que absorberán a las numerosas firmas de menor tamaño distribuidas a lo largo y ancho de su geografía (WSJ, "The end of the Rare-Earth affair", 08-01-2014). No sólo llega tarde, sino que, en un entorno de mayor competencia por parte de extractores foráneos, el control administrativo de la producción y distribución auguran lo peor para los operadores locales frente a otros más flexibles. Y ni siquiera le queda el consuelo de haber atraído industrias dependientes de las REE al calor de la escasez. Otros hubs fabriles de Asia le van comiendo poco a poco terreno.

Como ocurrió hace bien poco con el helio, fundamental para el funcionamiento de los escáneres y al que salvó una excepción presupuestaria en Estados Unidos para mantener sus reservas estratégicas en el otoño (Nature, "United States extends life of helium reserve", 26-09-2013), la escasez de REE supuso una amenaza real para el conjunto de la economía mundial. Ya no más. El riesgo parece definitivamente superado. China se queda sin una de las armas de presión más poderosas de las que disponía debido a sus propios errores. Mientras no aprendan de los mismos, estamos todos a salvo. Claro que sus armas financieras son mucho más poderosas que las físicas. Y la Tercera Guerra Mundial, conflictos de agua y el aprovisionamiento de alimentos aparte, será financiera o no será. Homo homini lupus, pero no tontolhaba hasta el punto de apretar el botón rojo. Espero.

Buen fin de semana a tutti frutti.

En septiembre de 2010 nos hicimos eco en esta misma columna de la disputa comercial entre China y Estados Unidos-Japón a cuenta de los llamados rare earth elements o REE. Indispensables para una multitud de aplicaciones tanto tecnológicas como industriales o de defensa, sólo en el gigante asiático se encontraban en ese momento en una concentración suficiente como para hacer viable su explotación. Hasta el punto de que los chinos acaparaban el 97% de la producción mundial (Valor Añadido, "Y China dijo: 'Oriente Medio tiene el petróleo pero nosotros tenemos…'”, 03-09-2010).

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