Las dos urgencias de Pemex para hacerse con Repsol

Coinciden en el tiempo dos artículos muy reveladores sobre lo que está sucediendo en Pemex y el porqué de su beligerancia en Repsol, que se prolonga ya dos años y medio en el tiempo.

Más allá de que sus gestores puedan haber entendido el comportamiento pasado de su socio español en términos de deslealtad, sobre todo por lo que respecta al desarrollo de sus explotaciones en el Golfo de México, lo cierto es que la compañía se enfrenta a dos retos que van a condicionar de manera estructural su desempeño futuro.

1. Por una parte, el proceso de liberalización energética que el Gobierno de Peña Nieto ha prometido acometer en su territorio y que amenaza la posición monopolística de la que disfruta desde hace 70 años. Lasconsecuencias de este cambio para la compañía, en términos de amenazas –competencia y restructuración– y oportunidades –aumento de reservas probadas y rentabilización–, encuentran explicación sobresaliente en este post publicado por Aaron Menenberg en el Economonitor de Nouriel Roubini: Mexican nationalism and the de-nationalization of its energy, 21-01-2014. El artículo anticipa cómo 2015 es la teórica fecha límite para su implantación.
2. Por otra, el fenómeno del fracking y su impacto sobre la capacidad productiva de petróleo de Estados Unidos y las necesidades de aprovisionamiento exterior de crudo de la primera potencia del mundo, tendrán enormes repercusiones en las exportaciones de Pemex al suponer este mercado el 78% del total de las mismas. La búsqueda de nuevas contrapartidas comerciales se ha convertido para sus ejecutivos en una prioridad, sobre todo por lo que al light oil respecta. Así lo reconocen en esta información publicada por WSJ el pasado día 23: Mexico´s Pemex faces altered landscape.

Si ambos factores, tomados de manera independiente, producirían un impacto brutal en la estrategia y actividad del accionista de Repsol, imagínense la revolución interna que ha debido generar en las oficinas centrales de la empresa su coincidencia en el tiempo. A esta sociedad, como diría Alfonso Guerra, no la va a conocer ni la madre que la parió. Lo quiera o no. Sus principales responsables parecen querer anticiparse a unos acontecimientos que se antojan inevitables. Y han encontrado en Repsol una buena alternativa para suplir parte de sus carencias geográficas y tecnológicas. Se juegan mucho en el envite.

Sin embargo, su aproximación al problema está siendo tan errática como cabría esperar de alguien a quien durante décadas le ha venido todo regalado y, lo que es peor, se ha creído que era por méritos propios. Frente a un acercamiento que pareció plausible en su día y que era un win-win para ambas partes, Pemex ha optado por un enfrentamiento cuya resolución favorable a sus intereses se antoja imposible a día de hoy.

Como hemos señalado al comienzo del post, la presión sobre Pemex es terrible. Pero una vez más ha quedado demostrado que las prisas son siempre las peores consejeras…