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Singapur contraataca: no somos Islandia… pero casi
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Alberto Artero

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Singapur contraataca: no somos Islandia… pero casi

El pasado 16 de enero nos hicimos eco de un interesante reportaje publicado por Jesse Colombo en Forbes en donde advertía de la formación de una peligrosa

El pasado 16 de enero nos hicimos eco de un interesante reportaje publicado por Jesse Colombo en Forbes en el que advertía de la formación de una peligrosa burbuja de crédito en Singapur que podía terminar en un desastre similar al que se llevó por delante, financieramente hablando, a la antes alabada Islandia, considerada durante años el mejor lugar para vivir del planeta de acuerdo con la ONU (Valor Añadido, "Singapur, el sueño asiático puede tornarse pesadilla", 16-01-2014).

En un país donde un comentario idiota en las redes sociales sobre el olor que desprenden los usuarios del metro local puede acabar, primero, con amenazas de muerte, después, con un despido preventivo por parte de tu empleador, y, finalmente, con tus huesos y los de tu familia fuera del territorio de la ciudad-estado y camino de Australia, como aparentemente le ocurrió a este banquero privado inglés, lo inconcebible sería que las autoridades no reaccionaran. Más aún cuando la entrada acumulaba cerca de 800.000 páginas vistas sólo diez días más tarde.

Y así fue.

Primero, el Supervisor Monetario (MAS) hizo público un comunicado en el que defendía la idoneidad de las medidas por él adoptadas para frenar la financiación hipotecaria, la existencia de garantías inmobiliarias suficientes para hacer frente a los créditosavalados por las mismasy la solidez de su sistema financiero aun en circunstancias adversas, tal y como había refrendado el FMI (miedo me da, viva la Champions League).

Poco después, una doble página en el diario económico de referencia en Singapur, el Business Times, replicaba a Colombo con un titular que admitía pocas dudas sobre el desarrollo posterior: "Why Singapore is not Iceland", si bien introducía una coda interesante como subtítulo, "and why –despite its healthier condition– the Republic still needs to be vigilant to keep ist economy sound". Curiosa mezcla, permítanme que invierta el orden, de accusatio manifiesta y excusatio non petita.

¿Por qué?

Primero, los autores del texto, Linda Lim y James Cheng, señalan que el país ha sido víctima de "lo que se conoce" (sic) como el trilema de la financiación internacional o la imposibilidad para cualquier estado de mantener simultáneamente estabilidad cambiaria, flujos libres de capital y autonomía a la hora de fijar sus tipos de interés (salvo anclas como Estados Unidos o Alemania, se entiende) por lo que no se le puede culpabilizar de lo que ha sucedido a sus dirigentes (ni una palabra, eso sí, del peg voluntario de su interbancario con el estadounidense). Vaya.

Fruto de esa situación ‘sobrevenida’, reconocen, es el panorama descrito por el articulista norteamericano que, sin embargo, manejaría cifras incompletas al no contemplar las viviendas sociales dentro del cálculo del coste del residencial en términos de esfuerzo familiar, magnificar el riesgo real de las carteras crediticias de la banca, ningunear la importancia y utilidad de las reservas en moneda extranjera locales, o ignorar las dinámicas de relación entre China y Singapur.

No obstante, algo tendrá el agua cuando la bendicen hasta desde un medio tan afín al poder como ese, dando la razón a la tesis de fondo de su ‘enemigo periodístico número 1’. Lean, si no, estas dos citas literales extraídas de la parte final del texto:

"¿Cuál es la posibilidad de que una minoría de hipotecados se declare en bancarrota? Dependerá de la velocidad y profundidad de la subida de tipos de interés y de la caída de la vivienda" (justo la tesis de Colombo). Es más, oh-la-la, "si algo puso de manifiesto la crisis subprime es que pequeñas carteras de impagados pueden generar crisis financieras de calado. Más ahora que la economía de Singapur es tan dependiente del sector bancario". Ponerse la venda antes que la heridase llama esto.

Y, por si fuera poco, algo más adelante: "Las autoridades de Singapur deberían emular a China en su búsqueda de un soft landing’ (¡¡¡cómo!!!) rebajando las expectativas sobre crecimiento, contribuyendo en menor medida con su acción al aumento del PIB, actuando sobre la moneda, estableciendo políticas de mejora de la productividad y la competitividad eincentivando el consumo, la inversión privada y la natalidad". A ver, a ver, ¿no se trataba de defender las bondades del sistema?

Visto lo visto, no me queda otra que acabar como hace veinte días: "Sea como fuere, avisados quedan. Los ecos del desastre islandés pueden oírse antes o después en la ensoñación económica que es hoy Singapur". Pocos argumentos hay para no mantener esa tesis, ¿no creen?

El pasado 16 de enero nos hicimos eco de un interesante reportaje publicado por Jesse Colombo en Forbes en el que advertía de la formación de una peligrosa burbuja de crédito en Singapur que podía terminar en un desastre similar al que se llevó por delante, financieramente hablando, a la antes alabada Islandia, considerada durante años el mejor lugar para vivir del planeta de acuerdo con la ONU (Valor Añadido, "Singapur, el sueño asiático puede tornarse pesadilla", 16-01-2014).

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