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Alvaro Nadal, el Kicillof español, se olvida de sus orígenes
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Alberto Artero

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Alvaro Nadal, el Kicillof español, se olvida de sus orígenes

Sé de buena tinta que a Alvaro Nadal no le gustó nada que le bautizara como el Axel Kicillof español, personaje siniestro responsable en buen medida

Sé de buena tinta que a Álvaro Nadal no le gustó nada que le bautizara como el Axel Kicillof español, personaje siniestro responsable en buen medida de la incierta deriva financiera y económica de Argentina. Un ser arbitrario y radical que habla mucho, escucha poco y hace de sus fobias personales cuestión de Estado. Como el patrio. Es más, si me apuran, nuestro factótum en la sombra es casi peor. Al menos, el otro, no oculta su condición socialista y dictatorial. Y actúa con luz y taquígrafos como cuando expropió YPF a Repsol.

Este, por el contrario, ejerce a la chita callando y lo mismo abronca a las empresas que recibe y que crean el empleo que paga su sueldo monclovita, no importa el sector, que ningunea hasta a los miembros del Gobierno para hacer de su capa un sayo y dar curso a sus obsesiones ("no podemos con él", confesaba hace poco una secretaria de Estado) o descuelga el teléfono para que se vete publicitariamente a un medio hostil con su persona, como fehacientemente ha hecho. Cualquiera se atreve a hacerle frente.

Minucias.

Donde su arbitrariedad queda reflejada en estado puro es a la hora de pasarse las leyes y los tratados por donde la espalda pierde su nombre. Ya defendió, en los momentos álgidos de la crisis, la salida de España del euro y a los socios comunitarios que les den. No es de extrañar que alguien capaz de contemplar la Unión Monetaria desde una óptica tan laxa se tome la seguridad jurídica nacional a la ligera. Como responsable de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos ha dado curso a una Reforma Eléctrica retroactiva, que va a multiplicar los pleitos contra nuestra Administración y cuya concreción numérica acabamos de conocer; o a la alteración del alcance de la Responsabilidad Patrimonial del Estado en las quebradas autopistas de nueva construcción, para excluir costes de expropiación o créditos participativos, aprobada con diurnidad y alevosía mediante real decreto hace dos viernes y que promete traer también cola.

En esas manos estamos. A ver quién mete dinero aquí en sectores regulados o infraestructuras.

Lo curioso es que uno de los elementos que ayudaron al ascenso de Álvaro Nadal al poder, junto con otros méritos intelectuales y personales, fue su condición germanófila y su dominio del alemán, con los que tanto él como su hermano Alberto abrumaban a sus profesores de derecho en ICADE, personajes de otra época en su vestir y hablar. Sin embargo, llegar al poder y condenar la ortodoxia teutona al ostracismo, al menos por lo que a su proceder se refiere, fue todo uno. Craso error.

Si se hubiera mantenido fiel a los elementos que configuraron su pensar y actuar en su meteórico ascenso a los altares de la función pública, habría descubierto cómo la primera potencia del mundo sigue siendo, en muchos aspectos pero especialmente en el regulatorio, un modelo de cómo hacer las cosas. Allí el ad bonum comune y el qui curam communitais habet de la definición tradicional latina de la ley la siguen teniendo bien presente. Vaya que sí.

Prueba de ello es la propuesta de reforma de la Ley de Apoyo a las Energías Renovables que se presentó el 22 de enero en aquel país y cuya coincidencia en el tiempo con el desaguisado español no hace sino poner aún más de manifiesto la falta de sentido de Estado y de persecución del bien común, de visión estratégica y valentía para acometer reformas estructurales, de previsión legal y planificación formal de nuestros gobernantes, sean del signo que sean. PP y PSOE tanto monta, monta tanto por más que ahora sean los de la gaviota los que estén bajo el foco.

Vean, si no: el informe ha sido elaborado de forma conjunta por los dos principales partidos, conservadores y socialdemócratas, ha sido colgado en la web ministerial en alemán e inglés para que los inversores internacionales puedan consultarla, establece claramente un objetivo de generación verde/plazo de implantación para el sector, rechaza explícitamente la retroactividad, defiende la estabilidad normativa para las instalaciones en funcionamiento o a punto de estarlo, adecúa la remuneración a la eficiencia, establece una compensación –ojo– superior a la española ahora derogada, fija un calendario de aprobación gubernamental y parlamentaria y una fecha límite para su entrada en vigor.

Vamos, igualito que aquí, donde todo ha sido una chapuza mayúscula, donde, para una modificación normativa aún más amplia, ni se ha solucionado el déficit de tarifa, ni se ha metido mano a la formación de los precios en origen, ni se ha actuado sobre determinados factores absurdos de la parte regulada de la factura, ni se ha escuchado a las partes –eléctricas, inversores y banca– o seguido al Consejo de Estado –por más que este se haya echado las manos a la cabeza con la norma–, ni se ha justificado suficientemente el porqué de la retribución fijada o la exclusión de la misma de factores como la prima de adquisición, ni se ha repartido la carga proporcionalmente en función del mix generación/coste para el sistema (ni siquiera, de hecho, se ha individualizado el reparto), ni... Un auténtico despropósito que, además, no va a servir para nada.

Sin embargo, a Álvaro Nadal poco le importa por más que sitúe a su hermanísimo en el punto de mira como responsable de la materia. "Han ganado mucho; se está sobrepagando a las compañías y ahora tienen que reponer lo recibido de más" es su frase de cabecera en relación con esta materia. Habló Juan, punto redondo. Como si lo que decía la ley hasta ahora –la misma que les permitió a los 'especuladores' cobrar lo que cobraban– no importara o no determinara las decisiones de asignación de activos en muchos comités locales e internacionales, o el dinero ahora negado estuviera en la caja de las eléctricas, listo para devolverse al Gobierno y no reinvertido en nuevos proyectos o en el bolsillo de sus accionistas. Montoro, pase por aquí a coger sus millones, que le están esperando. Qué disparate.

En fin. Así son las cosas y así se las estamos contando. A veces uno piensa si, con estos personajes en los pasillos públicos, la consideración de España como parte del primer mundo no es sino un ejercicio de autoconvicción. Porque la realidad, que es tozuda, indica más bien lo contrario… Sólo la autocomplacencia generalizada ante la leve mejora económica, fenómeno de estabilización estadística, permite ocultar el olor a república bananera que el territorio español desprende. Si no se confirma la recuperación, lo vamos a pasar regular. El ‘vivo’ seguirá al bollo. Mientras todos los demás, nos las veremos y desearemos para intentar salir del hoyo.

Al tiempo.

Sé de buena tinta que a Álvaro Nadal no le gustó nada que le bautizara como el Axel Kicillof español, personaje siniestro responsable en buen medida de la incierta deriva financiera y económica de Argentina. Un ser arbitrario y radical que habla mucho, escucha poco y hace de sus fobias personales cuestión de Estado. Como el patrio. Es más, si me apuran, nuestro factótum en la sombra es casi peor. Al menos, el otro, no oculta su condición socialista y dictatorial. Y actúa con luz y taquígrafos como cuando expropió YPF a Repsol.

Álvaro Nadal Déficit de tarifa eléctrico