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Adiós chollo: los sindicatos de Coca-Cola, sin chispa de la vida
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Alberto Artero

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Adiós chollo: los sindicatos de Coca-Cola, sin chispa de la vida

Qué mal se han hecho las cosas en esto de Coca Cola. Pero qué rematadamente mal, la verdad. Mira que había argumentos y recursos suficientes para

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Qué mal se han hecho las cosas en esto de Coca-Cola. Pero qué rematadamente mal, la verdad. Mira que había argumentos y recursos suficientes para que el modelo de racionalización de laestructura de producción y distribución en España hubiera sido modélica y, sin embargo, ha terminado en un desastre de comunicación y gestión. Ni empeñándose podría haber salido peor.

Son muchos los responsables de que así haya sucedido.

Hubo inicialmente un fallo de previsión al carecer matriz y embotelladora al inicio del proceso de perfiles mediáticos que pudieran hacer un trabajo de persuasión sobre las bondades del mismo, primero, y control y manejo de la información, después. Una prescindió del suyo coincidiendo con las primerasfiltraciones de la restructuración y la otra, por su parte, no se planteó tener un dircompropio ni antes ni después. Fruto de ese vacío ha sido el desconcierto y la confusión de roles entre ambas entidades, que ha llevado a Marcos de Quinto a ocupar espacios que no le correspondían porque, razón tiene en ese apunte, stricto sensu ‘no es su ERE’, siendo también verdad que no es su 'salida a bolsa', de la que, con una ligereza mal interpretada, nunca debió hablar.

Precisamente, en relación con el proceso finalmente abortado de reducción de plantilla, Sagardoy ha jugado un papel fundamental en la contribución al caos finalmente generado. Incapaz de percibir la potencia de marca de su cliente, inició una estrategia ordinaria de negociación, con una propuesta de mínimos y capacidad prefijada de maniobra hasta un límite económico establecido de antemano. Un error de juicio clave ya que, sea o no verdad, que lo es, la firma es percibida como rica y rentable. Si se hubiera empezado el camino por el final, otro gallo habría cantado en los dos últimos meses y el frente sindical habría carecido de argumentos. Lo que hay ahora encima de la mesa, una oferta excepcional para bajas voluntarias (10.000 lineales más 45 días por año con límite de 42 mensualidades), prejubilaciones (80% del sueldo neto desde los 56 hasta los 63 años, revalorización anual del 1% y Seguridad Social a cargo de la empresa) y recolocaciones (15.000 euros upfront más ayuda mensual de 500 euros para vivienda durante 24 meses para el 70% que cambiaría de residencia), podía haberse puesto desde el principio y santas pascuas. Pero no. Mal por ellos y por los que siguieron sus consejos.

Ocurre algo parecido con el famoso cierre de las cuatro factorías del total de 11 que los siete embotelladores tenían a lo largo y ancho de la geografía española. Una reducción modesta en comparación con otros países europeos como Francia, donde su número se reduce a tres. Lo que no puede ser es que cierres Fuenlabrada y unos días antes te hagas una foto con el político de turno firmando el convenio anual. No hay nada que moleste más a los miembros del primero de los poderes que un gesto inconveniente. Siendo como era inevitable que esto se produjera, no hay proceso de fusión sin racionalización de estructuras: o bien el trabajo con las distintas Administraciones tendría que haber comenzado antes o bien una vez decididos los centros a clausurar se tenían que haber dado un tiempo para hacerlo. Pero no. Las prisas son siempre malas consejeras.

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Es evidente que los sindicatos han tenido un papel decisorio en todo el proceso. Quizá se tendrían que preguntar por qué a la fusionada le sale más a cuenta traer la Coca-Cola desde Valencia o A Coruña que producirla en Madrid, cuyas instalaciones, por cierto, no son obsoletas sino, sobre todo en algunas de sus líneas, más bien lo contrario. Ha pesado mucho en el análisis de continuidad de unas instalaciones u otras la rigidez de los representantes de los trabajadores madrileños, que se han quedado anclados en obsoletas épocas reivindicativas, que no participativas, encabezados por unos liberados sindicales con remuneraciones, en algunos casos, cercanas a los seis dígitos y la friolera de 13 días trabajados en todo 2013 (siendo, como las ratas del barco pero al revés, los últimos en abandonar el barco en caso de hundimiento. Ahora que no hay despidos, ¿qué van a hacer?). Echen cuentas de a cuánto sale su día de trabajo. Always Coca-Cola.

En general, ninguna de las dos partes involucradas en el proceso ha sabido jugar bien su rol de defensa de las bondades de una operación que permite defender el mercado doméstico al crear un gigante capaz de competir por nuevos territorios con sus homólogos internacionales y que ha contado con el beneplácito de la sede principal en Atlanta, que está auspiciando un proceso similar en Japón. Una central mundial, por cierto, a la que lo que está pasando en España como que le importa lo justo en la medida en que las ventas de Coca-Cola cerraron enero con un aumento de ventas en volumen del 11,4% –febrero va por la mitad aproximadamente– entre tanto discurso de boicot fantasma arriba, boicot fantasma abajo. Sin esta concentración, la entrada de un tercero en nuestro país habría sido casi inevitable. Y entonces sí que habría habido verdadero llanto y rechinar de dientes.

A estas alturas quedan los últimos coletazos en manos de las UGT y CCOO de turno que hasta ahora han disfrutado de la chispa de la vida desde atalayas privilegiadas que temen perder. Esto de trabajar como que qué pereza, ¿no? Si rechazan esta propuesta, cuya vigencia termina hoy, difícil lo tendrán para explicarlo. En el proceso de ordenación interna, la oficina de gestión vuelve a su ser natural que es la embotelladora toda vez que su papel era uniformador de oferta y promociones a lo largo del territorio; la matriz se redimensiona y sigue con sus tareas de estrategia y marketing con un Marcos de Quinto que se antoja imprescindible en los primeros años para engrasar la relación con Estados Unidos y ejercer de lobby, como está haciendo estos días tanto en los distintos niveles de la Administración como conel resto de los agentes sociales involucrados; los órganos de gobierno del pool fusionado de franquiciados se profesionalizan con un peso especial en el Comité Ejecutivo de Madrid, cinco de siete (lo que explica peor aún lo de Fuenlabrada); siguen las inversiones de forma paralela a los cierres como el nuevo centro logístico de Leganés; la normalidad se impone.

A ver si es verdad y se supera la demagogia, que ya huele. Es una empresa privada, por si alguno aún no lo sabe, que paga esto de su tesorería. Sorprende que la racionalización bancaria, con una reducción estimada del 40% de la capacidad y despidos a mansalva pagados con fondos públicos, sea ejemplar, aun cuando el que compra tenga beneficios, y esto casi demoníaco. O que compañías en sectores regulados que tienen una protección legal enorme, como todas las utilities, lo puedan hacer de manera natural, con prejubilaciones en algunos casos escandalosas, y estos no. ¿Que los socios ganan pasta? Claro, para eso arriesgaron en su día. ¿Que han vaciado las cajas de las firmas? Claro, como en cualquier fusión, lo que no implica que no tengan que volver a aportar fondos si es necesario. ¿Que son unos piratas fiscales? Bueno, mientras los datos sean transparentes y no haya sanciones, no se puede afirmar con tanta rotundidad. ¿Que van a generar más riqueza que la que ahora destruyen? Nome cabe la menor duda. Al tiempo.

Buen fin de semana a todos.

Qué mal se han hecho las cosas en esto de Coca-Cola. Pero qué rematadamente mal, la verdad. Mira que había argumentos y recursos suficientes para que el modelo de racionalización de laestructura de producción y distribución en España hubiera sido modélica y, sin embargo, ha terminado en un desastre de comunicación y gestión. Ni empeñándose podría haber salido peor.

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