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Otra revolución en ciernes: llega la tecnologística
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Alberto Artero

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Otra revolución en ciernes: llega la tecnologística

Si alguna vez tienen ocasión, no renuncien a visitar en hora punta alguno de los centros de distribución que las distintas empresas de logística tienen en

Foto: Fotografía facilitada por Amazon España de su centro logístico en San Fernando de Henares. (EFE)
Fotografía facilitada por Amazon España de su centro logístico en San Fernando de Henares. (EFE)

Si alguna vez tienen ocasión, no renuncien a visitar en hora punta alguno de los centros de distribución que las distintas empresas de logística tienen en el extrarradio de Madrid. Hace un par de semanas, un servidor acudió en hora punta, de 21 a 23 horas, al que SEUR tiene en el municipio de Getafe, en Madrid. La experiencia fue brutal. Cómo llegan los paquetes de los distintos puntos de recogida, cómo se registran y monitorizan, cómo se trasladan física y mecánicamente a través de sus inmensas naves, cómo se pesan y miden en milésimas de segundo, cómo se distribuyen a los distintos destinos a través de cintas transportadoras de última generación, cómo se cargan manualmente los tráileres para aprovechar el espacio. Ver en directo ese enjambre de personas y carretillas, trabajando frenéticamente con todo tipo de productos para cumplir con los plazos prometidos al cliente es un espectáculo único. Alucinógeno, me atrevería a decir.

Un negocio tradicional en su concepción, ligado de una manera u otra a la historia de la humanidad, al que la tecnología ha llegado de forma disruptiva. Como siempre que ocurre un fenómeno de este tipo, echará del mercado no a los menos fuertes, sino a los que peor sepan adaptarse. En efecto, aunque esta revolución ya se percibe en todo lo que hace referencia a los sistemas de almacenaje y distribución, así como a la trazabilidad del producto enviado, cuya evolución física por la geografía mundial puede ser seguida por el cliente en tiempo real desde la pantalla de su ordenador, la idea de una suerte de tecnologística apenas acaba de comenzar.

Sirvan tres ejemplos como botón de muestra de lo que les estoy contando.

  1. Es la conexión entre los sistemas informáticos de control de inventarios de las distintas cadenas de distribución y las empresas de mensajería la que permite ya evitar el paso intermedio del almacén central a la hora de recolocar mercancía de unas tiendas a otras, aumentando la satisfacción del cliente y acelerando la rotación del género al acercarlo allí donde es demandado. Algo que, por increíble que parezca, no se ha activado en marcas muy pero muy señeras hasta hace bien poco y que supone para ellas una mejora importante en el manejo de su circulante.
  2. La identificación vía satélite de posibles problemas que afecten al suministro –accidentes, atascos, manifestaciones– mejorará la planificación de rutas y facilitará su alteración sobre la marcha, cuando sea necesario, con selección automática de las mejores alternativas frente al recorrido inicialmente previsto. El ahorro de tiempo y dinero por parte de la industria será sustancial, al tiempo que se podrá evitar un alto porcentaje de las incidencias que en la actualidad se producen por este motivo. Eso por no hablar de la activación de alertas y mayor capacidad de reacción en caso de robos, accidentes o similares.
  3. Será esta realidad, unida a la geolocalización, la que facilite que, más allá de los modelos de entrega con límite horario, las firmas del sector puedan acotar temporalmente con el receptor del envío el momento efectivo el que tendrá el paquete en sus manos. Y lo harán con horas de antelación y un intervalo de error de apenas 30 minutos (en Reino Unido ya van por los 15 y bajando). De este modo, el farragoso trámite de acudir dos y hasta tres veces a un destino para entregar un paquete, algo que hace inviable su rentabilidad, se reducirá de manera significativa.

Seguro que a ustedes se les ocurren otros tantas muestras de por dónde van los tiros.

En unos años, a este negocio no lo va a conocer ni la madre que lo parió, algo que va a provocar que se acelere el proceso de concentración (sólo los que cuenten con recursos financieros y escalabilidad que lo justifiquen podrán acometer las inversiones necesarias); que el factor precio, aun siendo el más determinante, se vea paulatinamente reemplazado por el elemento fiabilidad/precisión, esto es: valor añadido (perdón por la autopromo); que, mientras eso sucede, en un entorno de competencia, la eficiencia que aporta la tecnología sea la que mantenga los márgenes de aquellos llamados a sobrevivir; que, en definitiva, el aprovechamiento de las posibilidades que ofrece el entorno virtual se acabe imponiendo como factor diferencial en una actividad tan real como esta.

Y todo esto en un momento en el que el comercio electrónico en España, con toda la carga logística que conlleva, apenas ha asomado la patita de su potencial real. Cuando se consolide, la revolución va a ser total. Al tiempo. Universo de oportunidades y retos sectoriales se abren para operadores actuales o venideros. Se van a divertir… si aguantan.

Buen fin de semana a todos.

Si alguna vez tienen ocasión, no renuncien a visitar en hora punta alguno de los centros de distribución que las distintas empresas de logística tienen en el extrarradio de Madrid. Hace un par de semanas, un servidor acudió en hora punta, de 21 a 23 horas, al que SEUR tiene en el municipio de Getafe, en Madrid. La experiencia fue brutal. Cómo llegan los paquetes de los distintos puntos de recogida, cómo se registran y monitorizan, cómo se trasladan física y mecánicamente a través de sus inmensas naves, cómo se pesan y miden en milésimas de segundo, cómo se distribuyen a los distintos destinos a través de cintas transportadoras de última generación, cómo se cargan manualmente los tráileres para aprovechar el espacio. Ver en directo ese enjambre de personas y carretillas, trabajando frenéticamente con todo tipo de productos para cumplir con los plazos prometidos al cliente es un espectáculo único. Alucinógeno, me atrevería a decir.

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