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Adiós, Sudáfrica; hola, Nigeria: África cambia de líder
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Alberto Artero

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Adiós, Sudáfrica; hola, Nigeria: África cambia de líder

De nuevo una historia con amplio predicamento en la prensa internacional y escaso reflejo en la especializada española. Nigeria ha superado oficialmente a Sudáfrica como primera

De nuevo una historia con amplio predicamento en la prensa internacional y escaso reflejo en la especializada española. Nigeria ha superado oficialmente a Sudáfrica como primera economía del continente africano. Algo que, teniendo en cuenta su riqueza en recursos naturales, especialmente petróleo, podría parecer hasta normal. Lo curioso es que no ha sido ese el factor determinante para el cambio de liderazgo, sino una alteración en el modo en el que se calcula su riqueza. La estadística, de nuevo, haciendo de las suyas. Probablemente, de manera justa en este caso.

En efecto, el domingo las autoridades locales dieron a conocer la nueva cifra de PIB nigeriano, fruto de un proceso largo, convenientemente anunciado en su día, que buscaba adecuar el dato oficial a la verdadera realidad de su economía productiva y de servicios a través de la investigación a pie de calle, las encuestas y la actualización de la base de cálculo para incluir sectores como la banca o las telecomunicaciones, sin apenas desarrollo hace 20 años (FT, "Nigeria almost doubles GDP in recalculation", 07-04-2014). Sin embargo, frente al ajuste entre el 40% y el 60% al alza calculado por los analistas –con base en experiencias anteriores como la de Ghana, en 2010–, se despacharon con un incremento del 89% hasta los 509.000 millones de dólares, lo que la convierten en la vigesimosexta potencia del planeta con el OK a los números del FMI o del Banco Mundial, entre otros.


Una medida que tiene un enorme impacto en todas las variables que utilizan el PIB como referencia tanto en términos de gestión pública (déficit o deuda de forma positiva; recaudación fiscal, negativa al aumentar el denominador) como de bienestar privado (PIB per cápita al alza, capitalización del mercado a la baja) con el consiguiente impacto en la percepción de las agencias de rating o de los inversores internacionales y, por ende, en el coste de financiación o en el flujo de fondos al vasto país.

Y que vuelve a situar como alternativa a los mercados emergentes tradicionales estos llamados frontera que, aun encerrando enormes incertidumbres, especialmente por lo que a la transparencia y la corrupción se refiere, han mejorado en términos de gobierno administrativo y corporativo, así como en infraestructuras o apertura financiera de la mano de acuerdos bilaterales entre naciones, caso de China, o de implantación de multinacionales en su territorio. Fruto de esa evolución es el nacimiento de una demanda interna (consumo e inversión) que irá reduciendo paulatinamente su dependencia de las exportaciones (agrícolas, minería o metales). Por ejemplo, aunque el 70% de los ingresos fiscales de Nigeria dependen del crudo, el peso de esta industria sobre su economía ha pasado del 35% antes del ajuste al 14,5% después.

La generalización de esta suerte de reescritura de las estadísticas oficiales hará que las buenas noticias se mantengan en el tiempo. Sudáfrica podría realizar un proceso similar para poner al día los 372.000 millones en los que se cuantificaba su producto interior bruto a finales de 2013. Si lo hiciera, recuperaría el liderazgo regional para tranquilidad de unos políticos y economistas locales que han digerido bastante mal el cambio en el escalafón. Sea como fuere, África llama a la puerta cada vez con más insistencia. Si nos atenemos a lo que ha sucedido con Ghana después de su revisión hace casi cuatro años, no es difícil concluir que Nigeria se enfrenta a una etapa financiera y económica dorada. Y después…

El mundo, que es grande de narices.

De nuevo una historia con amplio predicamento en la prensa internacional y escaso reflejo en la especializada española. Nigeria ha superado oficialmente a Sudáfrica como primera economía del continente africano. Algo que, teniendo en cuenta su riqueza en recursos naturales, especialmente petróleo, podría parecer hasta normal. Lo curioso es que no ha sido ese el factor determinante para el cambio de liderazgo, sino una alteración en el modo en el que se calcula su riqueza. La estadística, de nuevo, haciendo de las suyas. Probablemente, de manera justa en este caso.

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