Es noticia
Los políticos ganan: ¿reforma bancaria o de cajas?
  1. Mercados
  2. Valor Añadido
Alberto Artero

Valor Añadido

Por

Los políticos ganan: ¿reforma bancaria o de cajas?

Una de las características fundamentales de la clase política actual es, junto a la sordera selectiva frente a los argumentos del contrario y la indiferencia generalizada

Una de las características fundamentales de la clase política actual es, junto a la sordera selectiva frente a los argumentos del contrario y la indiferencia generalizada por lo que ocurre con la ciudadanía en tanto ponga en peligro su posición, es la sistemática tergiversación del lenguaje en beneficio propio. Un buen ejemplo sería la reforma del sistema financiero español que, siendo fundamentalmente una restructuración del modelo de cajas de ahorro, se ha quedado con el calificativo de bancaria.

No se trata de una cuestión baladí. De hecho, en este caso concreto la semántica juega un papel esencial.

Aun siendo todos los directivos del sector en la primera mitad de la década pasada corresponsables de un modo u otro del desaguisado que derivó en la actual crisis, en términos de concentración de riesgo en sectores como el inmobiliario y falta de adopción de las necesarias cautelas a la hora de otorgar determinada financiación, los banqueros eran señores elegidos, teóricamente, por unos accionistas a los que debían rendir cuentas, mientras que los cajeros disfrutaban de carnet e impunidad.

Una distinción relevante, ¿no creen?

Sin embargo, la casta, la elite extractiva o como quieran llamarla lo ha vuelto a hacer una vez más. Ha sido capaz de trasladar buena parte de la ira ciudadana hacia la parte ortodoxa de la industria, consiguiendo su demonización y eximiéndose así, salvo flagrantes excepciones de escapatoria imposible, de la ira popular por este problema. Y lo ha hecho como gusta, mediante la manipulación sigilosa de la conciencia colectiva. Que si los desahucios, que si las cláusulas suelo, que si los sueldos, que si… Qué malo es el sector. Menos mal que aquí estamos nosotros para rescatar al pueblo de su yugo, que las leyes las hacemos nosotros pero sin querer. Qué cosas.

Es más, en un ejercicio adicional del cinismo tan propio de lo peor de su condición, los políticos han incorporado a su discurso el agravio del crédito. Miren estos señores que, con su negativa a prestar, cercenan la posibilidad de recuperación del país. Y de sus políticas pasadas, presentes y futuras, ni una sola palabra. Ellos no son responsables. En todo caso, el anterior. O el anterior del anterior. Y así hasta el nacimiento de nuestra precaria democracia. Por supuesto, sobre la regulación que pretende que la banca sorba (capte recursos propios y reduzca activos) y sople a la vez (haciendo circular el dinero) ni una palabra. No sólo porque no quieren, sino porque la mayoría de ellos tampoco entienden.

En este particular ‘yo acuso’ que busca salvar su cara ante desmanes pasados, estos señores –cuyo principal mérito, en muchas ocasiones, es la capacidad de medrar– se olvidan de la guinda que corona el pastel: al final, la reconversión industrial de las cajas se ha financiado no sólo con el dinero aportado por Bruselas en 2012, sino con las propias aportaciones de los bancos al Fondo de Garantía de Depósitos. Encima de cornudos, apaleados. Lo que hay que ver.

Que la banca es culpable de parte de los desmanes pasados es innegable. Que el juicio sobre su actuación y sobre la conveniencia de que permanezcan en sus puestos los mismos directivos que llevaron a algunas instituciones señeras a las puertas del infierno financiero ha de ser implacable, también. Pero de ahí a que compremos la retórica de quienes echan balones fuera para asegurarse su perpetuación de su posición financiada por el erario común media un abismo.

Debate para la reflexión.

Buen fin de semana a todos.

Una de las características fundamentales de la clase política actual es, junto a la sordera selectiva frente a los argumentos del contrario y la indiferencia generalizada por lo que ocurre con la ciudadanía en tanto ponga en peligro su posición, es la sistemática tergiversación del lenguaje en beneficio propio. Un buen ejemplo sería la reforma del sistema financiero español que, siendo fundamentalmente una restructuración del modelo de cajas de ahorro, se ha quedado con el calificativo de bancaria.

Cajas de Ahorros