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Sobre las bolsas y cómo tiró el Cholo Simeone la final en 7 minutos
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Alberto Artero

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Sobre las bolsas y cómo tiró el Cholo Simeone la final en 7 minutos

Simeone y no Sergio Ramos es el puto amo. No te equivoques, Iker. Capaz de convertir retales futbolísticos en un equipo extremadamente competitivo, ha recuperado la

Simeone y no Sergio Ramos es el puto amo. No te equivoques, Iker. Capaz de convertir retales futbolísticos en un equipo extremadamente competitivo, ha recuperado la ilusión colectiva del Atlético de Madrid. Para muchos se ha erigido en el ejemplo paradigmático de líder en términos de motivación, forma de ejercer su dirección, defensa de determinados valores o conexión con prensa y aficionados, tanto propios como de los rivales.

No les falta razón.

Sin embargo, errores de bulto en determinados momentos clave son su asignatura pendiente. Pronto se ha olvidado que fue su decisión el año pasado de hacer subir al portero a rematar un córner en un partido europeo de primera vuelta el que a fin y a la postre permitió un gol rival que los dejó fuera de la eliminatoria. Del mismo modo, la alineación imprudente de Diego Costa en el derbi de Lisboa, y su sustitución exprés cuando apenas habían transcurrido diez minutos de juego, pasó de anécdota a equivocación clamorosaal final:el Atlético se quedó sin refresco cuando más lo necesitaba. Reconocerlos, como hizo en ambos casos, puede servir de atenuante, más después de dos campañas brillantes, pero no de eximente. Han podido costar, al fin y a la postre, dos títulos.

No obstante, no está ahí su principal fallo ayer. Alto de revoluciones, fue incapaz de transmitir a los once que mantenía en el campo cerca del final del tiempo ordinario las instrucciones necesarias para que congelaran el balón y ganar así la batalla al crono. Estando el Madrid desesperado y ellos casi en el mejor de los mundos posibles, se empeñaron en rifar la pelota y mantener un discurso de choque frente a control. Miren el vídeo del minuto 80 al 92. Saques de puerta en largo de Courtois, pérdidas rápidas, patadas a seguir, ni un solo pase atrás al portero, ni un refugio en la esquina. Nada. Ni cuando Villa se acercó al área rival. Faltó ordendel entrenador y, si la hubo, obediencia del jugador. No era fácil. Había que estar ahí. But…

Nadie sabe lo que habría sucedido si se hubiera hecho lo que manda el manual en una circunstancia como esta, pero el hecho de que el Atletifuera capaz de controlar la bola en los dos minutos finales desde el empate hasta el final del tiempo ordinario ponen de manifiesto que sí se podía. Por qué no lo hicieron antes queda como misterio por resolver. Alguno apelará a la condición de ‘pupas’ de un equipo al que los sueños se les escapan entre los dedos cuando ya los están agarrando.

En los mercados financieros está ocurriendo algo similar. Como llevamos señalando desde hace meses, buena parte de las rentabilidades acumuladas desde 2009 en general y en los últimos dieciocho meses en particular se enfrentan a la amenaza de un gol de última hora que haga despertar a sus felices rentistas a la realidad, especialmente en este tramo final. Todos los indicadores apuntan a la cautela, a la necesidad de amarrar el resultado antes de que un cabezazo inesperado se lleve por delante las ilusiones.

No en vano, la macro presenta un triste cuadro en términos de crecimiento o endeudamiento globales, mientras que la micro se ha vuelto artificial y artificiosa, trufada como está de trampas contables que disimulan la languidez de la facturación y la tibieza de los beneficios empresariales y de ayudas públicas encubiertas que manipulan los grandes flujos de liquidez mundiales. Es hora de controlar el balón, de no rifar la pelota, de cerrar bien las bandas, de ser capaz de sacrificar algún peón con una tarjeta a cambio de abortar un susto y así sucesivamente. De ser racionales ante tanta irracionalidad. De no dejarse llevar por el corazón y obrar con la razón.

Me habría gustado que ganara el Atlético en una prórroga reñida que actuara como homenaje al fútbol. Lo confieso. Sin embargo, fue víctima de su propia cerrazón. Esta columna persigue lo mismo en relación con los distintos activos financieros. Asegurar la victoria. Claro que, cualquiera lucha contra el ardor de unos colores, contra la solvencia de a quien los resultados le acompañan.

Buena semana a todos.

Simeone y no Sergio Ramos es el puto amo. No te equivoques, Iker. Capaz de convertir retales futbolísticos en un equipo extremadamente competitivo, ha recuperado la ilusión colectiva del Atlético de Madrid. Para muchos se ha erigido en el ejemplo paradigmático de líder en términos de motivación, forma de ejercer su dirección, defensa de determinados valores o conexión con prensa y aficionados, tanto propios como de los rivales.

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