Es noticia
Urge arreglo cuestión tabú: las finanzas del Rey
  1. Mercados
  2. Valor Añadido
Alberto Artero

Valor Añadido

Por

Urge arreglo cuestión tabú: las finanzas del Rey

España sigue siendo un país de pandereta. El Rey abdica en su hijo y lo hace cuando se le antoja, con un grado de precipitación tal

España sigue siendo un país de pandereta. El Rey abdica en su hijo y lo hace cuando se le antoja, con un grado de precipitación tal que buena parte de las preguntas que debieran estar resueltas a la hora de plantearse una decisión de tal trascendencia se encuentran aún hoy sin resolver. Ni ejemplaridad, ni leches. El grado de improvisación jurídica y protocolaria es de un calibre tal que el pobre Luis Carandell debe estar removiéndose en su tumba ante tan palmario ejemplo del Celtiberia Show por él consagrado. Desorden y desconcierto; falta de criterio que está elevando a categoría de esenciales muchos elementos anecdóticos del proceso para que, al final, la damnificada sea la institución quecon este cambiose pretende preservar.

Sin embargo, si uno presta la suficiente atención, encuentra entre tanto ruido un sonido que merece la pena escuchar, una señal de algo que quizás va más allá de lo que su débil enunciado musical parece indicar. Por ejemplo, el debate sobre el trato judicial que va a tener don Juan Carlos a partir de ahora.

Muchos han visto en esta una cuestión esencial que hay que resolver con la mayor celeridad posible. El Monarca deja de ser inviolable y resulta imprescindible determinar cuanto antes cuál va a ser su tratamiento a partir de ahora en caso de tener problemas con la Justicia. Uno que es bastante lego en materia de tribunales jamás se atrevería a entrar en qué es lo más conveniente desde el punto de vista del derecho procesal para una figura de este rango. Entre otras cosas, porque sería caer en la trampa de quienes pretenden hacer de la forma cortina de humo para evitar el verdadero problema de fondo: ¿hasta qué punto ha sido JCI un rey ejemplar?, ¿existe el temor a que pueda caer sobre él una lluvia de demandas civiles, mercantiles o incluso penales? Si no existiera ese riesgo, ¿a qué la importancia o las prisas? Y de ser así, de cumplirse tal pronóstico, de poco va a servir la controversia actual. La sucesión de demandas terminaría dando al traste con su legado por más que el aforamiento actúe como parapeto.

Lo cual nos lleva a un tema de sospecha recurrente a lo largo de su reinado: el de sus finanzas. Junto con las infidelidades, son, sin duda, el elemento personal que más habladurías ha ocasionado a lo largo del tiempo. Tanto las unas como las otras se han convertido en su flanco más vulnerable. Es rumor instalado en la Villa y Corte que su servicio a España venía acompañado, en muchos casos, del trabajo para su propio bolsillo. Había que capitalizar las relaciones, nunca mejor dicho. Todo con tal de no revivir las penurias que acompañaron buena parte de su exilio portugués. Hay quienes afirman que el "a Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre" es una frase con dos padres, Scarlett O’Hara al sol poniente de Tara y nuestro –hasta ahora– Rey según flanqueaba las puertas de Zarzuela.

La propia supervivencia de Felipe VI en el trono pasa por un ejercicio de transparencia sobre la situación patrimonial de la parte troncal de la familia. No en vano, no sólo heredará la Corona, sino buena parte de ese patrimonio. Debe abordar la situación con precisión e inteligencia según aterrice en el puesto si no quiere que se termine volviendo en su contra. Deberá conjugar la necesidad de legitimar, basándose en acontecimientos de relevancia pasados, la construcción de la fortuna atribuida, si la hay, con la renuncia a determinados ingresos artificiales e injustificados, y su devolución llegado el caso, la aplicación de la mayor ortodoxia en el depósito y custodia de los fondos y el establecimiento de mecanismos que faciliten el seguimiento público de sus inversiones –en la medida en que ostenta la máxima representación del Estado y no es susceptible en esta materia de desliz alguno–.

No es tema ni mucho menos baladí. España perdona los pecados de bragueta, pero veleidades en una nación en crisis, como que no. Quod erat demonstrandum.

Buena semana a todos.

España sigue siendo un país de pandereta. El Rey abdica en su hijo y lo hace cuando se le antoja, con un grado de precipitación tal que buena parte de las preguntas que debieran estar resueltas a la hora de plantearse una decisión de tal trascendencia se encuentran aún hoy sin resolver. Ni ejemplaridad, ni leches. El grado de improvisación jurídica y protocolaria es de un calibre tal que el pobre Luis Carandell debe estar removiéndose en su tumba ante tan palmario ejemplo del Celtiberia Show por él consagrado. Desorden y desconcierto; falta de criterio que está elevando a categoría de esenciales muchos elementos anecdóticos del proceso para que, al final, la damnificada sea la institución quecon este cambiose pretende preservar.

Finanzas Rey Don Juan Carlos Patrimonio