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Putas y coca, nuevo motor del 'crecimiento' europeo
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Alberto Artero

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Putas y coca, nuevo motor del 'crecimiento' europeo

No se trata de una novedad. De hecho Grecia ya lo aplicó en su día como fórmula válida para maquillar burdamente sus estadísticas oficiales (Ignacio de la Torre-Cotizalia,

No se trata de una novedad. De hecho, Grecia ya lo aplicó en su día como fórmula válida para maquillar burdamente sus estadísticas oficiales (Ignacio de la Torre-Cotizalia, "¿Salvará la prostitución las cuentas públicas?", 17-12-2008). Lo sorprendente es que ahora encuentre el refrendo normativo de la Unión Europea. Como ya adelantó Carlos Sánchez allá por el mes de enero, la parte más siniestra de la actividad sumergida deberá ser tenida en cuenta a la hora de estimar la riqueza real de un país. Putas y coca son tan buenos indicadores de consumo como cualquier otro. No se los puede dejar fuera. Por más que, al final, quien sufra sea la fiabilidad del dato que se quiere precisar y aumente así su descrédito. Vamos para atrás como los cangrejos.

En efecto, de acuerdo con un reglamento comunitario de obligado cumplimiento en 2016, que sigue a una directiva de ‘buenas prácticas’ –como lo leen: de chiste, de verdad–, elaborado por la ONU en 2008, los Estados miembros deberán incluir en las plantillas que remiten periódicamente al Eurostat el valor aproximado de determinadas actividades económicas hasta ahora no declaradas, caso de la prostitución, el tráfico de drogas o el contrabando de tabaco.

Se trataría de una medida susceptible de ser debatida si no fuera por:

  1. El momento en el que se decide, precisamente cuando con motivo de la crisis se ha producido un incremento exponencial de la deuda pública en circulación de buena parte de quienes conforman la Unión. Una realidad que convierte el ‘efecto denominador’ –actuación al alza sobre PIB o producto interior bruto– en casi la única posibilidad para minorar en términos relativos tan excesivo volumen.
  2. Algo similar sucede con el déficit. La ayuda regulatoria llega cuando los programas de ‘austeridad’ han agotado a la población y los Gobiernos se las ven y se las desean para cumplir los objetivos pactados con Bruselas para los dos próximos años. El empujoncito no puede ser más oportuno. Qué curioso.
  3. Esconde la verdadera dimensión de una economía al no recoger toda la acción 'informal' de los agentes que en ella actúan, sino sólo la que se indirectamente aflora en las distintas magnitudes que la integran (consumo eléctrico, compras de alimentación o bienes intermedios) y, a partir de ahora, la vinculada a determinadas actividades delictivas de carácter ‘productivo’ (sic). Al final, por qué contentarse con las migajas si de manipular el dato se trata. En naciones como España su incorporación plena supondría reducir hasta en una cuarta parte las ratios antes mencionadas de acuerdo con las cifras que maneja Gestha. Según nos recuerda The Economist, Italia ya lo hizo en 1987 disparando su riqueza un 18% de la noche a la mañana (TE, "Sex, drugs and GDP", 31-05-2014).
  4. No sólo eso, no incluye ninguna recomendación sobre la necesidad de que dichas ‘industrias’ se eliminen en el futuro. Al contrario, al darles carta de naturaleza estadística y valor económico explícito, se someten al arbitrio de la elite dirigente en cuanto a su estimación y evolución, con todos los peligros que eso conlleva en términos de tolerancia o alteración de los números –basados en la mayoría de los casos en estimaciones imprecisas– tanto al alza como a la baja. Más aún en la medida en que una de las cosas que se pretende es facilitar una comparativa homogénea que haga más justo el reparto de fondos europeos. No es de extrañar que los italianos –la Italia de la mafia, Dios santo– ya hayan anticipado que el impacto en sus cuentas será insignificante. La pela manda.
  5. Más interesante todavía es que, como hemos visto recientemente en Nigeria y con anterioridad en Ghana, Europa está realizando justo el camino inverso de mercados que se suponen menos desarrollados y que por eso reciben el nombre de 'frontera'. Mientras en África lo que se hace es incluir la evolución de determinados sectores como las telecomunicaciones o el bancario en la determinación del PIB, muestra de evolución, en la avanzada Europa se hace justo lo contrario. Ejemplo emergente para la vieja región. Rapacería numérica se llama esto (Valor Añadido, "Adiós Sudáfrica, hola Nigeria: África cambia de líder", 08-04-2014).
  6. Puestos a hacernos trampas en el solitario, tendría más sentido, de hecho, incorporar de alguna forma al medidor la otra opción que se manejaba hasta ahora a la hora de ajustar el dato objetivo con la verdadera realidad económica de un territorio: el de la felicidad, teniendo en cuenta que el bienestar y el optimismo sí son factores determinantes a la hora de construir en positivo el futuro de un estado y no los burdeles o los tiritos (ONU, "World happiness report", 09-09-2013).

A la espera de que el European System of Accounts (ESA) depure este otoño los modelos de cálculo financiero de los actos reprobables que ahora se quieren legitimar como creadores de valor, aunque no de ingresos fiscales, lo razonable sería que se identificaran y publicaran de manera segregada. En la medida en que las vergüenzas de un estado ven la luz, mayor es el incentivo teórico para tratar de corregirlo, ¿no les parece? Sin embargo, me temo lo peor: la propuesta se esconde entre un cambio de normativa contable –de SEC 95 a SEC 2010, una alteración de la base sustancial–, con enorme impacto en el tratamiento de determinados gastos que pasan a ser inversión (como el I+D o la defensa), y correcciones en el censo, fenómenos ambos que aguarán el impacto final (WSJ, "Sex, drugs and GDP: the challenge of measuring the shadow economy", 08-06-2014). Mal empezamos.

Ver para creer…

No se trata de una novedad. De hecho, Grecia ya lo aplicó en su día como fórmula válida para maquillar burdamente sus estadísticas oficiales (Ignacio de la Torre-Cotizalia, "¿Salvará la prostitución las cuentas públicas?", 17-12-2008). Lo sorprendente es que ahora encuentre el refrendo normativo de la Unión Europea. Como ya adelantó Carlos Sánchez allá por el mes de enero, la parte más siniestra de la actividad sumergida deberá ser tenida en cuenta a la hora de estimar la riqueza real de un país. Putas y coca son tan buenos indicadores de consumo como cualquier otro. No se los puede dejar fuera. Por más que, al final, quien sufra sea la fiabilidad del dato que se quiere precisar y aumente así su descrédito. Vamos para atrás como los cangrejos.

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