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¡Rebélese! 13 razones para decir no al impuesto a los depósitos
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Alberto Artero

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¡Rebélese! 13 razones para decir no al impuesto a los depósitos

El desparpajo de este Gobierno empieza a no tener límites. En diciembre de 2012, con la excusa de que ya se aplicaba indebidamente en algunas regiones,

Foto: Activos Financieros de las Familias Españolas (%)
Activos Financieros de las Familias Españolas (%)

El desparpajo de este Gobierno empieza a no tener límites. En diciembre de 2012, con la excusa de que ya se aplicaba indebidamente en algunas regiones, aprovechó una ley de teórico impulso de la actividad económica para sentar las bases a nivel nacional del Impuesto sobre los Depósitos de las Entidades de Crédito. 'Impulso' e 'impuesto', esos grandes ‘aliados’ como de todos es bien sabido. A tipo cero eso sí, fraude de ley de manual propugnado desde Hacienda. Cosas veredes, amigo Sancho.

El tiempo ha demostrado que se trataba de una argucia dilatoria para preparar el terreno a lo que se aprobó el viernes: la consolidación de la figura tributaria con un tipo de gravamen del 0,03%, aplicación en todo el territorio español y con efecto retroactivo a uno de junio de 2014. Retroactividad y considerar cualquier hecho imponible potencial como vía de esquilmar al sector privado, dos clásicos del ejecutivo Rajoy por más que Montoro renegara de ellos, en relación con la Generalitat, hace dos telediarios, como quien dice. Viva la coherencia. Larga vida a la socialdemocracia.

Sorprende que la adopción de la medida bajo el cínico paraguas de medidas urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia –objetivos todos ellos para los que, a nadie se le escapa, es necesario aumentar la presión fiscal– no haya tenido oportuna contestación pública. O que no vomitemos ante la justificación de que estamos ante una iniciativa que fomenta ‘la unidad de mercado’. Qué bien, ahora pagamos todos. El nivel de trágala colectivo al que hemos llegado es absurdo. ¿Cuándo reaccionaremos?

Porque hay muchos motivos para oponerse de manera fundada a una norma como esta. Así, a bote pronto, podríamos identificar hasta trece. Y seguro que nos quedamos cortos.

  1. Es evidente que el impacto en margen será repercutido por las entidades financieras a los clientes, vía remuneración del depósito (menor) o coste de la nueva producción crediticia (mayor). Es interesante ver cómo los políticos envuelven bajo la bandera de que 'la banca pague' lo que no deja de ser un castigo a esos electores que aplauden 'en justicia' la medida. Ojo.
  2. De hecho, si se quisiera que la industria devolviera a la sociedad parte de lo que ha costado su rescate, lo lógico sería que no se establecieran mecanismos que la discriminen positivamente frente al resto de los sectores como parece que va a ocurrir con la propuesta de reforma del Impuesto de Sociedades. ¿Por qué no se hace? Cosas del lobby… Que sufran los de siempre mientras la reversión de provisiones les asegura sus resultados de los próximos tres años.
  3. No sólo eso. Da la sensación de que, de alguna manera, se quiere remediar la pérdida de influencia de las Administraciones regionales en las instituciones financieras que estuvieron bajo su control. No en vano, se trata de un tributo cuya recaudación va a parar a las comunidades autónomas y que, en su configuración original en algunas de ellas como Extremadura, incluía una "deducción en la cuota por inversiones públicas o de interés social para la región que se concierten con la Junta". Lo que antes sacaban involucrando a las cajas de manera directa en sus ¿megalómanos? proyectos ahora se les da por la puerta de atrás. Mangonea, que algo queda.
  4. Se trata de una penalización adicional al ahorro en un momento en el que la represión financiera de los bancos centrales ya ha situado la rentabilidad de los activos sin riesgo en mínimos históricos. Como siempre, paga el prudente para que se beneficie el que no lo ha sido. El riesgo moral elevado a la enésima potencia.
  5. Un hecho que podría provocar un desplazamiento de liquidez hacia alternativas de mayor riesgo, alimentando la burbuja financiera que se vislumbra en algunos mercados, especialmente en el de la renta fija tanto soberana como corporativa. Las consecuencias de su estallido serán, como es sabido, impredecibles.
  6. Mientras, la posible intención de alentar de este modo la contratación de productos de capitalización a medio plazo como seguros o fondos de pensiones, aun siendo razonable y bienintencionada, resulta ilusoria en la medida en que la liquidez es el elemento más valorado del depósito. Nada que rascar por esta parte, no son activos sustitutivos.
  7. Llega en un momento en el que los españoles han tenido que tirar de la hucha por primera vez en los últimos catorce años –fecha en la que arranca la serie histórica– para llegar a final de mes, por lo que su eficacia recaudatoria se va a ver limitada por la coyuntura económica sin que tenga impacto alguno sobre el consumo, componente principal de nuestro producto interior bruto. Vaya.
  8. Tampoco cabe pensar que este castigo vaya a traducirse en un repago acelerado de las deudas por parte del hiperendeudado sector privado español. Buena parte del stock de crédito vivo está referenciado a Euribor más unos diferenciales bastante ajustados, por lo que la amortización anticipada carecería de sentido financiero para cualquier deudor medianamente informado.
  9. Lo que sí es evidente es que la renta disponible de los españoles se verá adicionalmente mermada, en este caso, por el menor retorno de las rentas de capital, algo que afectará, de manera especial, al ahorro más conservador, muy localizado en la parte superior de la pirámide demográfica.
  10. No sólo eso; hay una correlación positiva entre ahorro e inversión, por lo que penalizando al primero se dificulta el que se mueva el dinero hacia la actividad productiva, algo especialmente grave en un momento en el que el exceso de capacidad instalada es una realidad nacional. Parece innegable que la medida puede dificultar aún más la recuperación.
  11. Se produce en el instante en que buena parte de la banca ha corregido de manera acelerada sus desequilibrios entre créditos y pasivo, fundamentalmente minorista. Si se desincentiva el retorno de este producto en beneficio de otros off-balance, como los fondos de inversión, el renovado aumento del gap puede incidir negativamente en una de las vulnerabilidades del sector que desde Bruselas se ha insistido en corregir.
  12. Precisamente por eso, en la medida en que el lado derecho del balance sufre (on the right, nothing left), la predisposición de las entidades financieras a conceder nueva financiación se enfriará aún más (on the left, nothing right) limitando la efectividad de las voluntaristas medidas de reguladores y supervisores para conseguir que el dinero circule.
  13. Mientras, la retroactividad de esta disposición volverá a poner encima del tapete el problema de la seguridad jurídica patria en un momento en el que el interés por parte del capital extranjero en la banca nacional es más alto que nunca. De nuevo, un sector regulado bajo la sombra de la arbitrariedad de los legisladores. Primoroso.

A partir de aquí, ustedes mismos. Se trata de un tributo que sólo busca perpetuar la discrecionalidad en el gasto de las comunidades autónomas penalizando nuestro ahorro. Sin impacto sobre consumo, inversión, deuda o pensiones. Que impedirá aún más la circulación del crédito. Y que hace daño a la estabilidad normativa. Una joyita, vamos. El silencio de los corderos se convierte en atronador lamento al ser degollados en el matadero. Más nos vale reaccionar antes de que nos cobren hasta por respirar (que seguro está en estudio, al tiempo).

El desparpajo de este Gobierno empieza a no tener límites. En diciembre de 2012, con la excusa de que ya se aplicaba indebidamente en algunas regiones, aprovechó una ley de teórico impulso de la actividad económica para sentar las bases a nivel nacional del Impuesto sobre los Depósitos de las Entidades de Crédito. 'Impulso' e 'impuesto', esos grandes ‘aliados’ como de todos es bien sabido. A tipo cero eso sí, fraude de ley de manual propugnado desde Hacienda. Cosas veredes, amigo Sancho.

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