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Espírito Santo, una historia truculenta que no afecta a España
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Alberto Artero

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Espírito Santo, una historia truculenta que no afecta a España

Lo que está sucediendo con la familia Espirito Santo en Portugal es de culebrón de sobremesa, dada la cantidad de elementos morbosos que rodean la caída

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Lo que está sucediendo con la familia Espírito Santo en Portugal es de culebrón de sobremesa, dada la cantidad de elementos morbosos que rodean la caída del principal accionista del Grupo que lleva su nombre. Primos contra primos, árabes que no llegan, directivos cesados, suspensiones de cotización... (El País, "Espírito Santo corta las raíces familiares", 06-07-2014). Una historia en la que el rencor o los celos –venenos que se toma uno esperando que se muera el otro– juegan un papel principal y donde se vuelve a repetir el axioma de que el problema a los listos les llega cuando se creen los más listos y comienzan a actuar por encima de un sistema o de un ciclo que, al final, termina arrollándolos. Que se lo digan a Mario Conde o a Luis del Rivero, por citar sólo dos ejemplos. 

En el caso de los patriarcas portugueses, disputas intestinas aparte, se juntan un pecado corriente y otro más específico, derivado de su particular manera de estructurar los negocios.

Del primero participan algunas de las principales fortunas españolas y consiste en el peligroso juego del doble apalancamiento en el que a las deudas de una sociedad, ya de por sí elevadas, se añaden las personales de los socios, avaladas por sus participaciones en la misma. Con un elemento de riesgo adicional: buena parte del repago depende de los dividendos recibidos de la empresa usada como garantía. Cuando el chorro se para, la situación deviene imposible para el deudor, que se ve obligado a reestructurar y/o liquidar sus posiciones. El caso paradigmático en España es Esther Koplowitz, que se encuentra a día de hoy en pleno proceso de ajuste de su pasivo (Valor Añadido, "Koplowitz, una fortuna al borde del desahucio", 28-04-2014). Aunque en el caso de los portugueses no ha sido exactamente así –los socios han creado instrumentos para tener prelación como acreedores–, la filosofía de la operativa es exactamente la misma.

A esta situación imprudente pero, en cierto modo, estandarizada durante los años de vino y rosas –y cuya corrección deviene tanto más complicada cuanto más se reduce el valor de los activos financieros o reales usados en prenda– se une en los Espírito Santo un factor adicional: un endeble esquema societario de tipo ‘ascensor’ en el que se interponen demasiados niveles entre matriz y filial, quedando contaminado ante cualquier problema en uno de ellos el resto de los eslabones de la cadena. En el grupo luso, ES International (ESI) es titular del 100% de Rio Forte, que cuenta con participadas en los más diversos sectores empresariales: hospitales, hoteles, explotaciones agrícolas… (4.300 millones de euros en activos y 3.400 en pasivos). Este, a su vez, posee el 49% de Espírito Santo Financial Group o ESFG, el cual, por su parte, es dueño de un 25% de BES, del que cuelga finalmente la sucursal española. No hay participaciones cruzadas hacia arriba, pero sí flujos que permiten sostener el entramado.

Si, como es el caso como consecuencia de la crisis, la cosa no da, sufre quien tiene más activos ilíquidos y más deuda corporativa y personal asociada a los mismos, en este caso ES Internacional, es decir, la holding que es donde se concentran los problemas de activos inflados y apalancamiento insostenible. Para salir adelante tiene que renegociar su calendario de pagos, en tiempo e importe, y tratar de vender de forma acelerada aquellos componentes de su cartera para los que hay mercado inmediato. Es evidente que su porcentaje en el banco es uno de ellos; el más goloso para una solución de emergencia, de hecho.

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Desde el país vecino se han tratado de establecer con escaso éxito todos los cortafuegos posibles para que la firma bancaria no se vea afectada por los problemas de sus accionistas. 

Así, el Banco de Portugal recordó la semana pasada, poco antes de liquidar al anterior equipo directivo, que el reciente aumento de capital de la institución ha reforzado la solidez de sus recursos propios. 

Desde el propio banco se han encargado de recordar cómo BES carece de exposición directa a ESI mientras que la indirecta se limita a 400 millones de una emisión repartida entre sus clientes, cuyo pago viene avalado por su inmediata matriz (WSJ, “Espírito Santo Financial details irregularities at Parent Company”, 30-05-2014).

Viendo las ratios no se vislumbra un problema de solvencia (10,5% Basilea III fully loaded, incluidos los DTAs). Da la impresión de que, al estar sujeta a mayor supervisión del regulador, la ficha bancaria ha quedado fuera de los cambalaches que afectan a su ‘hermano mayor’. No sólo eso, él y ESFG se han convertido de facto en los portavoces de las irregularidades en el mismo (WSJ, “Espírito Santo International’s in trouble. Here´s the backstory”, 21-05-2014).

Pero las ramas de la delicada situación en las cuentas de los escalones superiores impiden ver el bosque de esa cierta inmunidad. El miedo es libre. La venta masiva de títulos representativos de renta variable –que está hundiendo la cotización– o fija –que ha disparado su coste de financiación y puede llegar a secarla, lo que obligaría a una actuación de las autoridades– es el principal problema al que se enfrenta BES a día de hoy. La acción ha sido suspendida cuando se desplomaba un 17%.

De seguir así, la posibilidad de una crisis de liquidez irá ganando enteros con el paso de los días pese a la amplia capacidad con la que aún cuenta para captar fondos del BCE (hasta 20.000 millones). Más si la red empieza a ver salidas de dinero que, hasta ahora, no se han producido. Puede que revivamos entonces un nuevo ejemplo de profecía autocumplida en el que el curso de los acontecimientos convierte algo posible pero improbable en realidad cierta sin base que lo justifique (Bloomberg, “Espírito Santo creditors doubt conteinment on missed payment”, 10-07-2014). Mucho se tendría que torcer la cosa para que llegara a darse esta situación que, en cualquier caso, sería monitorizada directamente por alguien tan cercano al Gobierno portugués como Vítor Bento, consejero de Estado y nuevo presidente desde el pasado viernes, puesto para el que sonó un ex-CEO español recientemente defenestrado por sus desencuentros con la justicia. 

De concretarse, nos encontraríamos ante una acción administrativa de carácter puntual con objeto de estabilizar la entidad en tanto los problemas del conjunto del grupo se aclaran, algo a lo que no ayuda la nomenclatura similar y la falta de transparencia de su parte no cotizada. Nada que afecte a su viabilidad y por lo que tengan que temer clientes o depositantes, tanto al otro lado de la frontera como en España, donde la posición en términos operativos, de rentabilidad y liquidez de la sucursal, sujeta a seguimiento corriente del Banco de España de sus principales magnitudes, no presenta dificultad alguna, sino más bien lo contrario: 2.000 millones de euros de efectivo le contemplan. Españoles, sus depósitos y demás posiciones en el BES a día de hoy están seguras. El pasivo minorista es un bien intocable en la UE a día de hoy, salvo en Chipre y por razones más ligadas al lavado de dinero. A unas malas, el FGD cubre el mismo importe en ambos estados por titular: 100.000 euros. No hará falta. Tranquilidad, pues, en ese frente.

De hecho, de creerse el discurso de confianza de un supervisor y regulador tan tutelados por Europa como los lisboetas –bromas a estas altura de la película, las justas; es un estado rescatado, no lo olvidemos– cualquier inversor podría plantearse si esta alarma exagerada sobre el Espírito Santo, derivada de circunstancias extrínsecas al banco, no será recordada con el paso del tiempo como una oportunidad histórica para entrar en el valor. A día de hoy pesan más las sombras que las luces. No se trata de coger al aire a falling knife. Pero una vez se aclare el panorama por la parte de arriba de la estructura accionarial y se resuelva el riesgo de potencial overhang o venta forzada de la participación de la familia –ESFG tiene una deuda de casi 1.000 millones con BES, cuyo colateral es su paquete del 25%–, más de uno se tirará de los pelos por no haber sido capaz de verlo. O no.

Ah, el tiempo, ese juez que da y quita razones...

Buen fin de semana a todos.

Lo que está sucediendo con la familia Espírito Santo en Portugal es de culebrón de sobremesa, dada la cantidad de elementos morbosos que rodean la caída del principal accionista del Grupo que lleva su nombre. Primos contra primos, árabes que no llegan, directivos cesados, suspensiones de cotización... (El País, "Espírito Santo corta las raíces familiares", 06-07-2014). Una historia en la que el rencor o los celos –venenos que se toma uno esperando que se muera el otro– juegan un papel principal y donde se vuelve a repetir el axioma de que el problema a los listos les llega cuando se creen los más listos y comienzan a actuar por encima de un sistema o de un ciclo que, al final, termina arrollándolos. Que se lo digan a Mario Conde o a Luis del Rivero, por citar sólo dos ejemplos. 

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