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Sin futuro, Europa imita lo peor de Estados Unidos
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Alberto Artero

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Sin futuro, Europa imita lo peor de Estados Unidos

Estados Unidos ha vivido en los últimos años un proceso que amenaza con repetirse en Europa. Mientras su parque de infraestructuras envejecía a marchas agigantadas sin

Estados Unidos ha vivido en los últimos años un proceso que amenaza con repetirse en Europa. Mientras su parque de infraestructuras envejecía a marchas agigantadas sin que las distintas capas del Gobierno contaran con los recursos financieros necesarios para paliar el problema, las principales compañías cotizadas acumulaban caja exponencialmente, dinero que en lugar de destinar a inversiones, sueldos o creación de puestos de trabajo lo han empleado masivamente en recomprar las propias acciones y maquillar sus resultados contables.

Bien, el proceso se está reproduciendo en Europa a pasos agigantados, como ponen de manifiesto dos noticias que han visto la luz en los últimos días.

Por una parte, nos informaba el Financial Times en su edición del pasado 14 de septiembre que la liquidez se desborda en los balances de las mayores empresas EMEA –Europa, Oriente Medio y África– hasta el punto de haber alcanzado el billón de euros frente a los 700.000 de 2007. En los peores años de la crisis han acumulado un colchón adicional de 300.000 millones de euros de caja bruta, sin descontar deuda. Sin embargo, el precio y la disponibilidad de esta para las firmas de mejor rating es inmejorable, siendo parte de suestrategia abaratar el coste de capital a través de la financiación ajena y la devolución de recursos propios a los accionistas –dividendo y autocartera para amortización–.

Por otra, la situación de muchas carreteras, ferrocarriles o puertos en Europa deja mucho que desear, lo que, unido al desesperado interés de los líderes europeos por revivir la economía de la suprarregión, está llevando a la búsqueda de fórmulas que permitan activar la obra civil sin que repercuta en sus precarias cuentas públicas. Así lo recogía el día 13 la agencia de noticias Reuters. Como siempre en Europa la discusión de la iniciativa se postergaba a una reunión de líderes en octubre. Lo importante, en cualquier caso, es el reconocimiento de que el deterioro puede ser un problema a medio plazo en muchos Estados miembros, Alemania incluida.

Parece evidente que una realidad como la descrita llevaría a la necesaria colaboración público-privada a través de los llamados project bonds o similares, en los que participan de la mano Gobiernos, el Banco Europeo de Inversiones yno soloconstructoras, sino cualquier sociedad interesada en obtener retorno de una inversión. Su generalización permitiría, además, favorecer la desintermediación bancaria, dominante en Europa, y potenciar fuentes de financiación alternativas para Administraciones –al estilo de los muni bonds estadounidenses– yempresas.

Pero si en Estados Unidos la aplicación de estas fórmulas no ha logrado paliar el problema –no hay año en que no abran las noticias con algún socavón o el hundimiento de un puente– cuánto más difícil será en un Viejo Continente en el que el interés colectivo aún parece las más de las ocasiones subsidiario al individual de cada nación. Si además tenemos en cuenta que uno de los primeros proyectos completados a través de este tipo de mecanismos fue el del almacén Castor, de incierto futuro y en el que el BEI se ha dejado 500 millones de euros, apaga y vámonos.

Sin embargo, parece inevitable que ambas realidades converjan.

Idealmente a través de la persecución de un interés mutuo, como podría ser la cesión de fondos a cambio de determinadas deducciones fiscales, control privado del proceso para evitar desviaciones y garantía del principal–siendo el segundo punto el que hundió, junto con una planificación absurda las radiales madrileñas–. Si esta posibilidad no cuajara, ganará cuerpo con el paso del tiempo la posibilidad de una intervención directa que penalice el ahorro improductivo de las compañías o directamente las fuerce a escalar su concepción de Responsabilidad Social Corporativa mediante la oportuna confiscación de fondos.

Esto último puede sonar a quimérico a estas alturas del siglo XXI en países donde la libertad de la empresa para actuar en el marco de la ley es un bien sagrado. Pero al final el discurso empresa rica, Estado pobre ya sabemos cómo se ha resuelto históricamente. Y esto, que no es un issue en la mente de muchos gestores a día de hoy, lo puedeser en breve por la vía de los hechos. Más les valdría tener altura de miras porque puede ocurrir que, enreprimir la actividad que es propia de su condición –que contribuye, sin duda,a condenar aún másel futuro de Europa–,algunos gobernantes encuentren el blanco perfecto para tapar su propia incompetencia.

Una tentación probablemente irresistible.

Buena semana a todos.

Estados Unidos ha vivido en los últimos años un proceso que amenaza con repetirse en Europa. Mientras su parque de infraestructuras envejecía a marchas agigantadas sin que las distintas capas del Gobierno contaran con los recursos financieros necesarios para paliar el problema, las principales compañías cotizadas acumulaban caja exponencialmente, dinero que en lugar de destinar a inversiones, sueldos o creación de puestos de trabajo lo han empleado masivamente en recomprar las propias acciones y maquillar sus resultados contables.

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