Verano negro para el hombre más poderoso de España

Ha sido un estío aciago para Juan Miguel Villar Mir, al que las recientes muertes de Isidoro Álvarez y Emilio Botín le han hecho ganar posiciones en la clasificación de hombres más poderosos de España, grupo selecto al que pertenece desde hace años gracias a sus buenas relaciones y mejores operaciones. O viceversa. Capaz de conseguir silencios y connivencias tan sonadas como la de la CNMV en su compra de Colonial, solo César Alierta, Florentino Pérez y algún que otro banquero parecen superarle a día de hoy en tan particular escalafón (Valor Añadido, "Vergonzosa alfombra roja de la CNMV al marqués de Villar Mir", 21- 01-2014).

A los achaques de salud que obligaron a su repatriación acelerada de Grecia a comienzos del mes de julio para ser intervenido de urgencia de una dolencia estomacal, se han unido con posterioridad contratiempos empresariales importantes, fallecimiento de aliados naturales y, finalmente, unos resultados de su grupo, menores beneficios y mayor endeudamiento, muy pobres en comparación con glorias pasadas. No ha sido sin duda el mejor verano para el empresario, como así lo ha reflejado la cotización de alguna de sus compañías insignia, caso de OHL, firma en la que se han centrado las malas noticias.

En efecto, a la acusación por parte de antiguos miembros del Gobierno balear de haber sido presionados por su enchironado expresidente, Jaume Matas, para adjudicar su proyecto hospitalario estrella, Son Espases, a la constructora –denuncia que se ve mitigada por el hecho de no haber sido la adjudicataria final de la misma, haber recibido escasa obra de la Administración local en el periodo de la denuncia y haber impugnado el resultado final en los tribunales–, se unen otros dos problemas, estos sí, de mayor calado que relegan a un segundo plano el buen ritmo de cartera de obra y concesional lograda en los últimos meses.

Por una parte, la ruptura unilateral del contrato de construcción de un megahospital en Doha, Qatar, por parte de las autoridades de este país con la obra completada en un 95%. Una resolución que basan en incumplimiento de plazos y costes excesivos sobre el proyecto original y que se encuentra ahora mismo en un proceso de arbitraje internacional que no se resolverá antes de tres o cuatro años. Un problema para la española, no sólo en términos estrictamente financieros –buena parte de la disputa se centra en el reconocimiento o no de los famosos modificados, que alegan consensuados–, sino de marca.

Ocurre, además, que las noticias que llegan de cómo se está desarrollando el proyecto de alta velocidad entre La Meca y Medina no son tan positivas como cabría esperar en el momento de la adjudicación. Las dificultades técnicas del mismo son, en algunos tramos, tremendas y solo se pueden solucionar incurriendo en unos costes adicionales que pueden condenar la rentabilidad conjunta del proyecto bandera de la ingeniería española. Al igual que en Qatar la torticera influencia sobre los Gobiernos locales de algunos competidores, que acusan a los nuestros de temerarios, están dificultando la aprobación primero y compensación después de las alteraciones sobre el diseño original.

Sin embargo, los problemas no se circunscriben a OHL como ponen de manifiesto las cuentas semestrales del Grupo Villar Mir dadas a conocer el pasado ocho de septiembre. Con una facturación de enero a junio superior a los 3.000 millones de euros y un ebitda que supera los 600 (envidiable y sorprendente margen del 20%), su beneficio neto no llega a los 50 millones y se queda en el segundo trimestre en unos magros 2,2. Cambios legislativos en la división energética, un peor resultado en el área de fertilizantes (menos 20% en ventas y menos 60% en ebitda) y algunos problemas de cartera, divisa e imponderables en OHL están detrás del deterioro. La generación de caja neta se reduce un 28% año sobre año, mientras que la deuda neta crece en este semestre 1.050 millones de euros hasta los 8.474 (9.618 brutos de los que 4.153 son con recurso a la matriz).

No es baladí este tema del alto apalancamiento conjunto de las participadas por el marqués, título otorgado por don Juan Carlos en febrero de 2011 en reconocimiento a sus servicios por España y por la Corona.

Uno de sus principales aliados financieros había sido hasta ahora el fallecido Emilio Botín, quien no dudo en nombrarle consejero independiente de la entidad financiera tan solo dos meses más tarde de la extraña aprobación por parte de Ayuntamiento y Comunidad de la Operación Canalejas, sospechosa componenda que denunciara en su día nuestro director Nacho Cardero y en la que Santander vendía y él compraba, nueva muesca en el revolver de las operaciones comunes. En agradecimiento a tan laxa interpretación del buen gobierno corporativo, don Juan Miguel no dudó en comprar 150 millones de euros en acciones del banco. ¿A crédito? Al menos en Colonial así ha sido. Dinero lo que se dice dinero, no hay puesto casi na. Sin su valedor financiero, el peso relativo del endeudamiento en el balance es mucho mayor. ¿Y ahora?

Ha sido un verano aciago, sin duda, para uno de los hombres más poderosos de España. No sólo por causas imputables a su desempeño. Ni mucho menos. Sin embargo, la conjunción de todos estos acontecimientos sitúa al conglomerado que dirige en una situación más precaria que al inicio de las vacaciones. Hasta ahora ha destacado por ser un especialista en dar la vuelta a las situaciones más comprometidas. Todo lo tiene en la cabeza, el presente de sus empresas, cómo domeñar su futuro. Sin embargo, esa es también la debilidad del grupo que gobierna desde la atalaya de su privilegiado cerebro. 83 años no pasan en balde. Si faltara repentinamente, el camino de rosas por él soñado podría mostrar serias espinas. Un ejercicio de realismo no le vendría nada mal.

Buena semana a todos.