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Sorpresa: Fernández Norniella y Barcoj sí controlaban las tarjetas
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Alberto Artero

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Sorpresa: Fernández Norniella y Barcoj sí controlaban las tarjetas

Consejos vendo y para mí no tengo. Así sucedía, al menos, con José Manuel Fernández Norniella e Ildefonso Sánchez Barcoj, presidente y vocal respectivamente de la Comisión

Foto: El exdirector general de Caja Madrid Ildefonso Sánchez Barcoj
El exdirector general de Caja Madrid Ildefonso Sánchez Barcoj

Consejos vendo y para mí no tengo.

Esa era la máxima, al menos, de José Manuel Fernández Norniella e Ildefonso Sánchez Barcoj, presidente y vocal, respectivamente, de la Comisión de Medios de Bankia que, en reunión del 7 de junio de 2011, aprobó la “Normativa sobre gastos de almuerzo, desplazamiento y alojamiento de los empleados” del banco por motivos de trabajo y formación. Una directiva interna motivada por la unificación de los sistemas de solicitud de gasto y abono del mismo de las siete cajas que fundaran la entidad en uno solo.

El documento con la propuesta posteriormente aceptada no tiene desperdicio y muestra un celo por el gasto ajeno en las antípodas del descontrol que caracterizaba el propio.

Así, establecieron una serie de normas que se encargaron sistemáticamente de incumplir:

1. “Todos los desplazamientos por viajes de empleados en los que sea necesario avión, tren, barco o coche de alquiler se canalizarán por la agencia de viajes concertada en cada momento por la Dirección de Compras”. Poco margen, pues, para el libre albedrío. Para ello se establecía, de forma simultánea, un circuito de solicitud de viajes y otro paralelo de liquidación de gastos.

2. “Se distinguen dos tipos de almuerzo: de representación, realizados con clientes o proveedores para efectuar gestiones que interesen a la entidad, y de trabajo, originados por la prolongación de la jornada laboral obligatoria”. Para los segundos se establecía un tope de 12,02 euros por comensal, mientras que los primeros requerían contar con la correspondiente “autorización y presupuesto”, algo absolutamente ineficiente en la práctica pero que no dudaron en establecer y pasarse por el forro.

3. En cuanto al alojamiento, la conclusión del apartado que contiene su regulación es taxativa: “La dieta es incompatible con gastos de hotel y almuerzos” y, de dormir fuera de casa, como máximo, en hoteles de “categoría cuatro estrellas”. De cacerías y enclaves de amor y lujo no dicen na de na.

Cualquier gasto requería para su pago de hasta cinco intervinientes (ANEXO 5): el originador del gasto, el revisor (convertido en custodio de los justificantes durante seis años), el autorizador, recursos humanos y contabilidad. Casi nada. Si de algo pecaba el mecanismo era de excesivo y, las más de las ocasiones, ineficaz, pero nadie podía negar a los directivos el máximo celo por velar por las cuentas de la caja.

En fin.

Sigo.

Se aprovecha la misma reunión para aprobar la concesión de 116 nuevas tarjetas Business Oro a otros tantos directivos de Bankia, añadir a las 141 ya en circulación y de las que eran beneficiarios el propio Barcoj o Matías Amat. Gente como el nuevo consejero delegado, Francisco Verdú, pasan a formar parte de tan selecto club. Pues bien, entre las normas de uso generales que se establecen está “remitir al autorizador una copia del extracto junto con los justificantes de los gastos realizados” que, “en caso de no corresponder con los tipos admitidos”, habrán de ser repuestos. Eso a lo que ahora se niegan.

Igualmente, se fijaba un límite de disposición mensual que oscilaba entre los 9.000 y los 3.000 euros en función de que se tratara de directores generales o directores generales adjuntos, directores a secas (6.000) o demás titulares. Se complementaban con unas tarjetas colectivas, con un límite mensual de disposición de también de 6.000 euros, para cubrir “los gastos de transporte y alojamiento de personas sin tarjeta individual de las respectivas direcciones”.

Todo estaba pues más que reglado. Excesivamente, incluso cabría decir.

Y es que en Bankia, mientras unos cardaban la lana, otros se llevaban la fama a cuenta de su sacrificio y contención. Los profesionales al tajo y los políticos, sindicalistas, arribistas varios, amiguetes, amantes y amados derrochando a destajo. Símbolo de una España que despierta a puñetazos de una ensoñación de riqueza que, los menos escrupulosos, supieron capitalizar en beneficio propio.

Vaya que si lo hicieron.

Consejos vendo y para mí no tengo.

Ildefonso Sánchez Barcoj