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Tres españoles, tres, de los que sentirse (muy) orgullosos
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Alberto Artero

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Tres españoles, tres, de los que sentirse (muy) orgullosos

Comenta a quien quiere oírle Luis Conde, el fundador de la firma de cazatalentos Seeliger y Conde, que con el paso de los años ha encontrado

Comenta a quien quiere oírle Luis Conde, el fundador de la firma de cazatalentos Seeliger y Conde, que con el paso de los años ha encontrado la fórmula perfecta para identificar al candidato ideal, a saber:

I = (c + v) * a

donde:

I es elinterés final.

c, el grado de conocimiento teórico/práctico para el puesto.

v, los valores

y a, la actitud.

Se trata de un visión muy cristiana de la persona ya que, en definitiva, la voluntad (actitud), orientada por la libertad hacia un objetivo concreto (conocimiento), permite que las propias acciones trasciendan (valores). Lo cual prueba, una vez más, que lo esencial de la fe es que permite al hombre reconocerse en lo que le es esencial y le diferencia del resto de las especies. Pocas cosas hay tan humanas como perseguir con determinación un propósito y dejar huella con su logro.

De hecho, y ahora entenderán el porqué de la digresión inicial, sean o no creyentes, de esas características participan los emprendedores sociales que año a año incorpora Ashoka a una red de más de 3.000 que, en palabras de su fundador, BillDrayton, “ni quieren dar un pez, ni enseñar a pescar: buscan revolucionar la industria de la pesca”. Son, en definitiva change makers, gente con ideas disruptivas cuyo único objetivo, al que dedican toda su vida, es dejar un mundo más habitable y con mejor futuro que el que se encontraron.

Este miércoles, en calidad de media partner, acudí invitado por Ana Sáenz de Miera, directora general e inmediata madre primeriza, a la ‘ceremonia’ de incorporación de los tres nuevos “compañeros de viaje” españoles en esta suerte de “imposible is nothing” que comenzó hace ya más de treinta años y que acumula reconocimientos internacionales por doquier, Nobel 2014 incluido.

Nunca lo agradeceré lo suficiente.

Ver cómo una directora de colegio, una especialista en dislexia o un gestor del hábitat marino explicaban lo que les había llevado a ponerse en camino (la identificación de un problema), dónde habían encontrado su solución (en los actores que participan de él), qué metodologías estaban empleando (adaptadas a los nuevos lenguajes y posibilidades técnicas), qué frutos estaban dando (mejorar la vida de individuos, colectividades y entorno) o cuáles eran sus siguientes objetivos (llevar sus conocimientos alrededor del planeta), suscitó en todos los que allí estábamos, al menos en mi caso fue así, la siguiente pregunta “¿por qué yo no?

Al final, todos somos un change maker en potencia, todos tenemos un potencial inmenso por descubrir. En un ámbito o en otro. Nos conmueven las historias reales o cinematográficas de superación, pero las sentimos como algo ajeno a nosotros. Exportamos admiración pero nos negamos a importar determinación. Nos falta detenernos ante los problemas (actitud), lo que nos impide afrontar su solución (conocimiento) y terminamos viviendo una vida intrascendente que nos pasa por encima (valores).

Algo a lo que se negó Monserrat del Pozo, una monja que podía haber sido como cualquier otra, pero no: al potenciar las habilidades individuales de cada alumno ha conseguido aumentar su rendimiento, conciencia social y felicidad; algo a lo que se negó Luz Rello, que podía haber sido una disléxica más, pero no: ahora trabaja en aplicaciones que permitan la detección precoz y la corrección automática de los fallos asociados a la enfermedad; algo a lo que se negó Ricardo Sagarminaga, que podía haber sido un investigador del montón, pero no: ahora pelea por los cinco continentes por mejorar a través de la tecnología los métodos y resultados de la actividad pesquera (ver el perfil de los tres aquí).

Tres españoles de los que sentirse orgullosos pero que, insisto, sólo se diferencian de nosotros en que ellos decidieron hacerlo. ¿A qué esperas?, ¿a qué esperamos?

Buen fin de semana a todos.

Comenta a quien quiere oírle Luis Conde, el fundador de la firma de cazatalentos Seeliger y Conde, que con el paso de los años ha encontrado la fórmula perfecta para identificar al candidato ideal, a saber: