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Lo que va de la tonta de Esperanza a Aguirre 'la tonta'
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Alberto Artero

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Lo que va de la tonta de Esperanza a Aguirre 'la tonta'

La buena gestión de Aguirre se ve ensombrecida por prácticas censurables que no quiso conocer ni cercenar mientras presidía la Comunidad

Foto: La presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, recibe la distinción de "Paracaidista de Honor". (EFE)
La presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, recibe la distinción de "Paracaidista de Honor". (EFE)

Muchos de ustedes lo recordarán.

En el periodo en que Esperanza Aguirre fue ministra de Cultura del Gobierno de José MaríaAznar, de 1996 a 1999,a la ahora candidata a la alcaldía de Madrid se la tenía por la tonta de aquel Ejecutivo, estereotipo al que contribuyeron con denuedo los reporteros de Caiga quien caiga, programa conducido entonces por el Gran Wyoming.

Una consideración muy alejada de la realidad.

Pocos hombres o mujeres dentro del Partido Popular contaban por aquel entonces con la formación y la capacidad intelectual de la responsable ministerial, cargo al que había llegado tras 13 años fajándose en la política municipal de la capital.Y eso que los perfiles personales de los gobernantes de antaño estaban a años luz de los de hogaño.

Pero aún así.

De hecho, no tardó en probar lo errado de aquel juicio, en poner sobre la mesa su verdadera capacidad.

Ganó empaque institucional gracias a la Presidencia del Senado durante la segunda legislatura del inspector de hacienda, oportunidad perdida para España solo similar a la que está tirando por la borda Mariano Rajoy;la maldición de la mayoría absoluta, ya saben.

Aprovechó ese periodo detiempo,a lo Julio César, para llegar, mirary disponersea vencer.Su ambición comenzó a no tener límites.

Fue la Comunidad de Madrid, a cuya gestión llegó por la puerta de atrás, la que le permitió posicionarse de manera definitiva y marcó un antes y un después en su percepción por parte de la ciudadanía.

Firme en sus convicciones, supo representar al conjunto de los madrileños en la defensa de los intereses de la región, hasta el punto de ganarse un sobrenombre, el de ‘Dama de Hierro’, que le empezó a quedar grande desde el momento en que renunció a pelear por el liderazgo de su partido y se terminó retirando de cualquier contienda públicahaciendo inesperado mutis por el foro.

Podemos idolatrar a la candidata todo lo que queramos, pero no por ello se borrarán las huellas de su pasado

El paso del tiempo ha probado que aquel apelativo elogioso podía servirle de caraafuera, a la apreciación de su figura por parte de terceros. O incluso para definir la exigencia que imponía a sus colaboradores, de quienes requería trabajo denodado y filiación incondicional. Pero no para erradicar las prácticas corruptas que se generalizaron durante su mandato, que aún dura, en el seno del PP de Madrid y que han ido alcanzando, en distinto grado, no solo a sus más directos colaboradores –Ignacio González y Francisco Granados–, sino a los acusados por Gúrteles y similares.

Cuando de zanjar tales actos se trataba,el metal de su figurase fundíay se hacíasorprendentemente maleable.

Curioso.

Suena de chiste que, pese a la cantidad de dirigentes pringados, el elevado número de municipios afectados, la presencia permanente de los ‘corruptores’ en actos públicos, la diversidad de contratos amañados, los espionajes cruzados y demás signos de las irregularidades existentesbajo su mandato, la lideresa no oyera, escuchara, atisbara, intuyerao acreditara de algún modo lo que estaba circulando porlas cloacas de la comunidad.

Es posible, sin lugar a dudas, pero tanto menos probable en la medida en que Esperanza Aguirre controlabagobierno y partido, función pública y gestión privada, intereses comunes y de parte. Es decir:todo.

Raro, raro, raro vista su forma de hacer política y su obsesión por mantener bajo su tulela los designios del PP en Madrid, contra viento y marea y pese a su extraña 'retirada' para ver los toros desde la barrera.

¿Ni una sola pista, ni siquiera una denuncia anónima pese a la batalla de sus vicepresidentes?

Anda ya.

La pregunta es inevitable: en caso de saberlo, “¿por qué la 'Margaret Thatcher' española -ejem-no actuó en tiempo y forma?”

Caben tres opciones: por su consideración de beneficiaria de tales actividades (complicado, no lo necesita); por puro oportunismo electoral (de algún modo, esa forma de actuarserviríapara ‘engrasar’ voluntades en la comunidad, factible); por maquiavelismo (manera de tener cogidos por sus partes a los actores implicados y asegurarse su lealtad y la propiaprotección).

Beneficios directos e indirectos de –vuelta al inicio de este post– 'hacerse la tonta', esta vez, para su particularprovecho.

Podemos idolatrar a la candidata todo lo que queramos, en la certeza de que sería una buena Alcaldesa de Madrid. Pero no por ello se borrarán las huellas más oscurasde su pasado. Unabuena gestión que se ve ensombrecida por prácticas censurablesde una parte fundamental de su equipo que no quiso conocer, primero, ni cercenar, después. Sólo falta elmítico 'me enterépor la prensa' para rematar la jugada.

Ténganlo en cuenta los madrileños a la hora de votar a la única superviviente de la estrategia de tierra quemada de Rajoy.

Claro que, solo por eso, bien merecería una papeleta.

Muchos de ustedes lo recordarán.

Esperanza Aguirre Mariano Rajoy