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La “identidad flotante” de Iglesias y Rivera
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José Antonio Zarzalejos

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La “identidad flotante” de Iglesias y Rivera

Iglesias no ve utilidad alguna en medirse con Rivera –¿quizás le tiene temor?– porque su partido está claramente situado en la izquierda por mucho que se intente centrar

Foto: El líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)

Albert Rivera sabe que necesita medirse con Pablo Iglesias porque ese cara a cara es imprescindible para que Ciudadanos adquiera lo que ahora le falta yse le reclama: una mayor identidad ideológica. Por eso hace unos días retó al dirigente de Podemos a un debate. Iglesias, con ese lenguaje, a veces cortante, a veces engolado, con el que se maneja ha contestado a la petición que “las reglas de la andante caballería dicen que el caballero retado tiene derecho a elegir el momento y el lugar”.

En cristiano, eso quiere decir que Iglesias no ve utilidad alguna en medirse con Rivera –¿quizás le tiene temor?–porque su partido está claramente situado en la izquierda por mucho que se intente centrar, mientras que el de Rivera bascula entre el centro derecha y el centro izquierda de modo tal que comienza a extenderse en la opinión publicada la sensación de que Ciudadanos podría tanto pactar con el PP como con el PSOE.

'Ante la crisis y ante la corrupción, ser de izquierda o de derecha no ha tenido relevancia'

Ayer el historiador Santos Juliá –casi siempre certero en sus análisis–escribió en El País (“¿Qué hay de nuevo en los nuevos partidos?”) que “ante la crisis y ante la corrupción, ser de izquierda o de derecha no ha tenido relevancia; nada extraño, pues, que a los expertos en comunicación se les haya abierto un terreno fértil para ejercer como destructores de sentido: ¿izquierda?, ¿derecha? Bah, dice Iglesias, y podría repetir lo mismo Rivera: eso no mola”.

De lo que deduce el profesor Juliá, con buen tino, que ambos partidos se desenvuelven en una “identidad flotante”. Aquí, ayer domingo, en El Confidencial, el siempre agudo Carlos Sánchez se refería a Ciudadanos como a una opción ideológicamente “débil”, también “amorfa” y “asexuada”. Es decir, con falta de mayor definición, lo que conllevaría el riesgo de ser depredada por su izquierda y por su derecha.

En mi modesta opinión, la urgencia por una mayor decantación de posiciones, en beneficio de la seguridad con la que el votante vaya a emitir su sufragio, requiere mayor esfuerzo de perfil en Rivera que en Iglesias. Podemos está en la izquierda sea cuales fueren ahora sus matizaciones programáticas, en tanto que Rivera y su partido se perciben como más polivalentes. Teniendo en cuenta que Ciudadanos se nutre de las fugas de otros partidos –PP, PSOE, UPyD–y que el resultado de ello es un mestizaje de procedencias transversales, quizás sea cierto que la “identidad flotante” a la que se refería Santos Juliá afecte más a Rivera que a Iglesias.

Hay muchas fuentes de aclaración ideológica en los planteamientos de Ciudadanos, sin embargo. Sus compromisos financieros y fiscales le aproximan a planteamientos de centro-derecha, pero su laicidad, su vis social y su aproximación a las inquietudes de las nuevas generaciones –códigos de comunicación, relación con los poderes tradicionales, entre otros factores- lo localizan en el centro izquierda.

Aquí lo que pende es una gran cuestión: siendo, seguramente, Ciudadanos la llave del Gobierno en cientos de municipios importantes y en, al menos, seis autonomías, a Rivera le están ajustando las tuercas para que se decante. No debe hacerlo más allá de lo prudente, pero tampoco puede dejar de hacerlo más acá de lo temerario si quiere disponer de una identidad que permita certezas mínimas a sus votantes.

Quizás sea cierto que la “identidad flotante” a la que se refería Santos Juliá afecte más a Rivera que a Iglesias

Es aconsejable para quien tenga inquietudes especiales al respecto, leer El cambio sensato*, de editorial Espasa, una amplia conversación con Rivera que aclara, creo que con suficiencia, las seguridades que se le reclaman. Leer ese libro –es muy breve– y lograr que el huidizo Iglesias acepte el reto del catalán para debatir, despejarían, en mi opinión, las dudas –unas sinceras, otras interesadas–sobre la identidad de Ciudadanos y Rivera.

Que tienen derecho, sin embargo, a no asumir por anticipado compromisos –mucho menos generales–de apoyo a unos o a otros hasta que el día 25 de mayo no se visualice el mapa del poder territorial en España. Porque la nueva política consistiría en ejercer el poder con coherencia pero según los distintos contextos y con “sensatez”, que es como Ciudadanos define su cambio. ¿Sería lo mismo apoyar a Aguirre para la Alcaldía de Madrid que a Luisa Fernanda Rudipara la presidencia de Aragón? Evidentemente, no. Hay políticas basculantes que resultan razonables y nada sectarias.

*La editorial Turpial ha publicado dos libros interesantes: 'Conversación con Luis García Montero', de Jesús Maraña, y 'Conversación con Ángel Gabilondo', de Juan Cruz. En ambos textos emerge la rica amplitud de las dos personalidades que se presentan a la Comunidad de Madrid por Izquierda Unida y el PSOE, respectivamente.

Albert Rivera sabe que necesita medirse con Pablo Iglesias porque ese cara a cara es imprescindible para que Ciudadanos adquiera lo que ahora le falta yse le reclama: una mayor identidad ideológica. Por eso hace unos días retó al dirigente de Podemos a un debate. Iglesias, con ese lenguaje, a veces cortante, a veces engolado, con el que se maneja ha contestado a la petición que “las reglas de la andante caballería dicen que el caballero retado tiene derecho a elegir el momento y el lugar”.

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