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Pablo Iglesias y el talento de mentir
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José Antonio Zarzalejos

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Pablo Iglesias y el talento de mentir

Que él no se cree sus falsedades, démoslo por descontado. Que no sea creído, es más dudoso. La nuestra es una sociedad dispuesta a comulgar con ruedas de molino

Foto: El candidato a la presidencia del Gobierno de Unidos Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
El candidato a la presidencia del Gobierno de Unidos Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

No hay que ser cicateros en el reconocimiento de las capacidades de Pablo Iglesias, líder de Podemos. Le adornan muchas, y, entre ellas, la de mentir. Emil Ciorán dejó escrito que “mentir es una forma de talento” y el dirigente populista demuestra tenerlo. Porque en esta campaña tan mortecina, Iglesias ha tratado de colar dos enormes falsedades con esos propósitos aparentemente maquiavélicos que resplandecen como toscamente torticeros. Con su habitual exactitud, Santos Juliá -de trayectoria no precisamente discutible- escribía en 'El País' del pasado día 16 que “Podemos ha demostrado gran maestría en el arte del transformismo discursivo -oportunismo demagógico se llamaba antes la figura- fundiendo en una sola propuesta comunismo, populismo, nacionalismos varios, patriotismo español, socialdemocracia, peronismo y corazón más sonrisa de recién casados atiborrándose de bombones en un paseo por Ikea”.

Discrepo con el maestro en que tal transformismo sea un “oportunismo demagógico”. Se trata, en ocasiones, de un manejo impertinente de falsedades que lo son de manera demostrable. La primera y más obvia se produjo en el debate a cuatro, cuando Iglesias, con aspecto adolorido, susurraba al micrófono que Sánchez se confundía atacándole porque él no era su rival. En lo poco que acertó en ese encuentro monologado el secretario general del PSOE fue, justamente, en mantenerse en que, efectivamente, Iglesias y Podemos, lo que desean y buscan es la destrucción de su partido. No voy a transcribir las decenas de citas indubitables de Iglesias, en entrevistas y escritos, que enfocan toda su estrategia a conseguir el poder a costa, primero, de superar al PSOE y, luego, de destruirlo. Pero para quien tenga paciencia y dude del talento mentiroso del dirigente de Podemos, le remito a 'Una nueva transición. Materiales del año del cambio' editado por Akal, un libro que compila intervenciones del político y que sirven tanto para conocer lo que piensa como para comprobar cómo miente en esta campaña.

El populismo rampante de Podemos consiste en que se deglutan sin provocar pesadez estomacal. Aunque terminen por provocar una úlcera sangrante

La segunda falsedad -menos demostrable, pero igualmente grosera- es la de considerar a Rodríguez Zapatero como “el mejor presidente de la democracia”, “solvente”, “humilde” y del que ha “aprendido mucho”. Sin embargo, ¿no ha clamado Iglesias contra la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución, la medida más abiertamente sumisa con la troika y más contraria a cualquier concepción socialdemócrata de la política económica, iniciativa histórica de quien tanto admira? ¿No es el partido de Rodríguez Zapatero el de la “cal viva”?

Es público y notorio que el expresidente socialista -que ayer compartió mitin con Sánchez- azacanea entre bambalinas contra el actual secretario general del PSOE. Fue durante la gestión del vallisoletano (2004-2011) cuando se engendró la crisis del socialismo español -eso que debe agradecerle Iglesias, desde luego- y en la que él se comportó con una docilidad que marcó época: fue el primer jefe de Gobierno en España que congeló las pensiones. Ocurre que si esa impostada admiración a Rodríguez Zapatero -a quien Iglesias dice consultar dudas- introduce contradicciones entre los socialistas, su objetivo está conseguido. Utilizará el secretario general de Podemos todos cuantos ardides pueda para cumplir con su promesa: “Tengo que hacer cosas que para ellos supongan situaciones de desesperación” porque “a mí sólo me queda una opción: toda la potencia de fuego tenemos que dirigirla a intentar superar al Partido Socialista” (página 114 del libro citado).

Para el “oportunismo demagógico” y para el manejo de la mentira y la falsedad hay que tener un cuajo especial que Ciorán -aquel portento filosófico, autor inagotable de reflexiones punzantes- consideraba un “talento”. Iglesias, insisto, lo tiene. Pero le ocurre -o le terminará ocurriendo- lo que advirtió Baltasar Gracián: “El mentiroso tiene dos males: que ni cree ni es creído”. Que él no se cree sus falsedades, démoslo por descontado. Que no sea creído, es más dudoso. La nuestra es una sociedad dispuesta a comulgar constantemente con ruedas de molino y el populismo rampante de Podemos consiste, precisamente, en que se deglutan sin provocar pesadez estomacal. Aunque terminen por provocar una úlcera sangrante. Pero como escribió Chantal Mouffe, la musa belga de los morados, estamos en 'El momento populista”. Vale todo.

No hay que ser cicateros en el reconocimiento de las capacidades de Pablo Iglesias, líder de Podemos. Le adornan muchas, y, entre ellas, la de mentir. Emil Ciorán dejó escrito que “mentir es una forma de talento” y el dirigente populista demuestra tenerlo. Porque en esta campaña tan mortecina, Iglesias ha tratado de colar dos enormes falsedades con esos propósitos aparentemente maquiavélicos que resplandecen como toscamente torticeros. Con su habitual exactitud, Santos Juliá -de trayectoria no precisamente discutible- escribía en 'El País' del pasado día 16 que “Podemos ha demostrado gran maestría en el arte del transformismo discursivo -oportunismo demagógico se llamaba antes la figura- fundiendo en una sola propuesta comunismo, populismo, nacionalismos varios, patriotismo español, socialdemocracia, peronismo y corazón más sonrisa de recién casados atiborrándose de bombones en un paseo por Ikea”.