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Gallardón se trabaja a la izquierda a cambio de que Rajoy le nombre ministro
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Alberto Mendoza

La Mirada Indiscreta

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Gallardón se trabaja a la izquierda a cambio de que Rajoy le nombre ministro

Alberto Ruiz-Gallardón se quitó ayer su gastado traje de alcalde para disfrutar por fin de un debate electoral de alcance nacional. Al servicio de Mariano Rajoy,

El debate a cinco en la televisión pública no contaba ni con los primeros espadas de los partidos, ni con el morbo de un ‘cara a cara’, y derivó en una conversación sosegada, incluso aburrida, en el que solo Jáuregui y Gallardón intercambiaron algunos golpes directos. Así, el ministro de Presidencia recomendó a Rajoy que deje de repetir que “nadie puede gastar más de lo que tiene” y se lo haga saber al alcalde madrileño, aludiendo a la enorme deuda acumulada en el consistorio. Además, arrojó sobre Gallardón el conflicto educativo de Esperanza Aguirre, denunciando la “degradación y privatización” en la Comunidad de Madrid.

Jáuregui reprodujo la música electoral de Rubalcaba, cuyo estribillo consiste en sembrar el miedo a los recortes de la derecha, aunque no igualó el timbre del solista del PSOE, que ayer insistió desde Pamplona en que “los males del infierno están en el programa del PP”. Sin llegar a citar el averno, el ministro de Presidencia alertó de que los populares ya están privatizando y recortando la sanidad en sus comunidades autónomas, e insistió en la estrategia de obligar al PP a precisar su plan de gobierno: “¿Cuál es la propuesta de Rajoy para financiar la sanidad?”.

Pero Gallardón, a diferencia de su líder, llegó al debate dispuesto a rivalizar con el PSOE en la defensa de los derechos sociales, ganarse a la izquierda y garantizar desde la revalorización de las pensiones hasta el rechazo rotundo al copago o a la subida del IVA. El número cuatro en la lista por Madrid al Congreso perece tener licencia para prometer sin reservas todo aquello que Rajoy no aclara, duda o deja en el aire a la espera de conocer todas las cuentas del Estado.

Ante los ataques de Jáuregui y las críticas de Llamazares a las políticas de recortes de los dos grandes partidos, sorprendió con una encendida defensa de la “universalidad y gratuidad de los servicios públicos”. Con gesto socialdemócrata y corbata roja, descartó el copago (“garantizaremos la financiación de la sanidad con cargo a los impuestos”), garantizó la calidad de la atención sanitaria en toda España, se preocupó por el abandono escolar, y se puso solemne con las pensiones.

“Nunca más en la historia de España se recortarán las pensiones, no se volverá a castigar a los que con su esfuerzo han hecho de España el gran país que es”, afirmó, para a continuación asegurar que estas prestaciones seguirán aumentando cada año por ley. Y por si fuera poco, se comprometió a que con el PP no subirá el IVA, mientras que “la educación, la sanidad y las pensiones no se verán afectadas por la crisis”.

Regreso al futuro de 1996

La habilidad de Gallardón para desembarazarse de su pasado más conservador y aparecer ante la opinión pública como el elemento progresista del PP es conocida. Tal vez por ello, Rajoy lo envió como portavoz al debate de TVE, un territorio que los populares han declarado hostil, y que vetaron como escenario del ‘cara a cara’ con Rubalcaba. Una vez más, el alcalde dejó en el Palacio de Cibeles su querencia aristocrática, que le ha llevado a contratar un mayordomo para atenderle en su despacho municipal, y dirigió su capacidad de seducción al electorado de izquierdas desencantado con el PSOE. Un nicho que puede protagonizar uno de los trasvases de votos más importantes de la democracia.

Jáuregui trató de desacreditar la oferta del PP tachándola de nostálgica. A su juicio, en el éxito del Gobierno 1996-2000 está el origen del “desplome” actual, una tesis que compartieron Erkoreka y Llamazares, quienes culparon a la ley del suelo de José María Aznar en 1998 como causante de la burbuja inmobiliaria. Pero los populares creen firmemente en el poder embriagador de los datos económicos de aquella etapa, por lo que Gallardón tiró fácilmente de comparaciones con la situación actual: “Con nosotros 8 de cada 10 puestos de trabajos que se creaban en Europa eran españoles, y ahora lo son 8 de cada 10 parados”.

Al representante socialista tampoco le ayudó la presencia de Llamazares, quien había preparado con esmero el debate, y disparó al corazón de indignados, parados y trabajadores con miedo a perder su empleo. El portavoz de IU cargó por igual contra Gobierno y PP identificándolos con banqueros y poderosos, mientras llamaba a la rebelión, exigía el fin de los ajustes, y pedía el voto a los airados y decepcionados. Por su parte, Macias y Erkoreka centraron sus mensajes en Cataluña y País Vasco, insistiendo el primero en los problemas de financiación; y el segundo, en la etapa de “esperanza” y “retos” que se abre en Euskadi. 

Rosa Díez (UPyD), Ana Oramas (CC) y Francisco Jorquera (BNG) solo pudieron aparecer enlatados en unas grabaciones poco favorecedoras. Díez aprovechó sus segundos para ametrallar con propuestas como acabar con los privilegios fiscales de algunas comunidades autónomas, pero también para acusar a PSOE, PP, CiU y PNV de aliarse con tal de mantener sus “chiringuitos”. Jorquera, mal iluminado y delante de una cortina estilo David Lynch, reclamó inversión social y productiva para reactivar la economía, mientras que Oramas dedicó su aparición a pedir más apoyo para autónomos y pymes. Así transcurrió el debate donde Gallardón pudo ejercer, al menos durante algo más de dos horas, de número uno del PP.

El debate a cinco en la televisión pública no contaba ni con los primeros espadas de los partidos, ni con el morbo de un ‘cara a cara’, y derivó en una conversación sosegada, incluso aburrida, en el que solo Jáuregui y Gallardón intercambiaron algunos golpes directos. Así, el ministro de Presidencia recomendó a Rajoy que deje de repetir que “nadie puede gastar más de lo que tiene” y se lo haga saber al alcalde madrileño, aludiendo a la enorme deuda acumulada en el consistorio. Además, arrojó sobre Gallardón el conflicto educativo de Esperanza Aguirre, denunciando la “degradación y privatización” en la Comunidad de Madrid.

Mariano Rajoy