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Javier Pérez de Albéniz

A Quemarropa

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Prometer hasta meter

La sencilla frase, apenas tres palabras, que sirve de titulo a este post es la primera parte de un viejo chascarrillo, hablo de los años ochenta,

La sencilla frase, apenas tres palabras, que sirve de titulo a este post es la primera parte de un viejo chascarrillo, hablo de los años ochenta, que dice mucho de los ambientes tabernarios por los que se movía en aquel entonces un servidor de usted: “Prometer hasta meter…”. La segunda parte de la frase quizá la conozca, o incluso si es un poco espabilado puede que incluso se la imagine... Un ejemplo de cultura de billar, de un espíritu gañán y macarra de corto recorrido intelectual. Lo reconozco. Recupero semejante chuscada, a riesgo de causar en el lector una mala opinión, por una razón muy sencilla: es lo primero en lo que he pensado cuando he visto este vídeo:

 

“¡Nos gusta Cataluña!”, dice mirando a cámara, sin pestañear, sin ruborizarse, la flor y nata del Partido Popular. Un video-clip cuando menos curioso, puesto que refleja las dudas intrínsecas del partido de Rajoy para con la tierra de Artur Mas. ¿Es realmente necesario rebajarse a una propaganda tan pueril? ¿Son imprescindibles semejantes obviedades? ¿Acaso no están claras sus intenciones amistosas? “Tengo amigos catalanes”, asegura una Dolores de Cospedal que con tan ingeniosa frase adapta viejas justificaciones racistas y xenófobas: es la versión actualizada de las ya legendarias “No, si yo tengo un amigo negro” y “No, si yo tengo un amigo gay”.

Pero la reflexión más brillante, la frase para la posteridad, lógicamente se la reserva Mariano Rajoy, el líder intelectual del Partido Popular: “hacen cosas”, sentencia el presidente del Gobierno sobre los catalanes. Y en ese “hacen cosas” queda resumido, como solo un estadista de su categoría es capaz de hacer, siglos de catalanismo

Pero la reflexión más brillante, la frase para la posteridad, lógicamente se la reserva Mariano Rajoy, el líder intelectual del Partido Popular: “hacen cosas”, sentencia el presidente del Gobierno sobre los catalanes. Y en ese “hacen cosas” queda resumido, como solo un estadista de su categoría es capaz de hacer, siglos de catalanismo. En ese “hacen cosas” está el pan tumaca y la poesía de Joan Salvat-Papasseit, los castellets y los Juegos de Barcelona, la sardana y hasta la mitra del último pináculo de la Sagrada Familia. En ese genial, por conciso y preciso, “hacen cosas”, están el Ampurdán de Josep Pla, los bigotes de Dalí, los testículos de Carles Puyol, las espumas de Adriá, la rumba de Peret, la estaca de Llach y hasta los programas de Buenafuente.

Quizá le resulte inquietante la simpleza de Rajoy, vértice del discurso de unos políticos capaces de generar hipocresía en cantidades ilimitadas. En cualquier caso, resulta menos turbador que el escenario elegido para grabar esos pequeños monólogos cómicos. ¿Se ha fijado usted en el escalofriante decorado? Cristales gruesos y, al otro lado, troncos de palmeras, humedad, vegetación tropical… Podría ser la instalación de grandes primates de un zoológico moderno. ¿Qué hace la plana mayor del PP en una zona reservada a gorilas, orangutanes, chimpancés o bonobos? “Hacen cosas”, sentenciaría Rajoy.

Dentro de cuatro semanas, cuando hayan terminado las elecciones catalanas, se cerrará el círculo. Casi puedo escuchar cómo, cuando se contabilice la última urna y se dé por terminada la jornada electoral, Rajoy, Cospedal y compañía, ya relajados, quemarán el máster del vídeo que acabamos de ver. Y repetirán en voz baja, con una sonrisa pícara y a modo de mantra, la segunda parte del chascarrillo, la frase final: “…y una vez metido, nada de lo prometido”.

La sencilla frase, apenas tres palabras, que sirve de titulo a este post es la primera parte de un viejo chascarrillo, hablo de los años ochenta, que dice mucho de los ambientes tabernarios por los que se movía en aquel entonces un servidor de usted: “Prometer hasta meter…”. La segunda parte de la frase quizá la conozca, o incluso si es un poco espabilado puede que incluso se la imagine... Un ejemplo de cultura de billar, de un espíritu gañán y macarra de corto recorrido intelectual. Lo reconozco. Recupero semejante chuscada, a riesgo de causar en el lector una mala opinión, por una razón muy sencilla: es lo primero en lo que he pensado cuando he visto este vídeo: