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El PSOE especula con su candidato secreto para Madrid
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Antonio Casado

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El PSOE especula con su candidato secreto para Madrid

Se nos viene encima un insoportable tiempo de urnas. Dieciocho meses de vida política contaminada por intereses electorales. El electoralismo viene a ser como un juego

Se nos viene encima un insoportable tiempo de urnas. Dieciocho meses de vida política contaminada por intereses electorales. El electoralismo viene a ser como un juego de espejos cóncavos del callejón del gato (deformar para comprender, honor y gloria a Valle Inclán). Prepárense ustedes a sufrir un año y medio de política dictada por la caza de votos.

En semejante teatro encaja la operación de diseño que desaloja a Trinidad Jiménez de la candidatura socialista a la alcaldía de Madrid al precio de cargar el organigrama y el presupuesto del Ministerio de Asuntos Exteriores con una nueva Secretaría de Estado. Todo sea por la causa electoral del partido en el poder. Desalojo sin sangre o patada hacia arriba, como en los casos de Paco Vázquez y Joan Clos. No los de Maragall o Bono, que son modelos distintos.

En el caso de Jiménez, donde la lealtad, afecto y cercanía al jefe están fuera de duda, va cosido al poder conminatorio de las encuestas. Nunca le fueron propicias a esta malagueña de 44 años frente a la alta cotización electoral de Alberto Ruiz Gallardón. Y al PSOE ya le empieza a resultar humillante su alejamiento del poder en la capital de España durante los últimos diecisiete años. Y así Zapatero puso en marcha hace unos meses esta “operación de precisión política”, explican los pocos que la conocen. Los mismos que se han juramentado para ocultar el nombre del “potente candidato” (expresión usada por el presidente del Gobierno en conversación informal con Gallardón el pasado mes de marzo) del PSOE a la alcaldía de Madrid.

Zapatero y su estado mayor quieren hacer rentable el secreto durante los cuarenta días que faltan para cerrar el proceso interno de designación de candidatos a las elecciones municipales. Quiero decir que se han propuesto fomentar el morbo y el estúpido juego de las quinielas, al menos durante un mes, convencidos de que eso jugará a favor del tapado.

El juego comenzó ayer mismo, aunque se pretendía no desvelar el nombramiento de Trinidad Jiménez como secretaria de Estado para Iberoamérica hasta el Consejo de Ministros de este viernes. Pero el propio Zapatero desató las especulaciones al anunciar a los embajadores que tenía pensado crear esa Secretaria de Estado. No habló de la persona llamada a ocuparla, pero a mediodía ya era un secreto a voces, si bien la noticia no era el nombramiento sino la vacante en la candidatura a la alcaldía de Madrid.

Ya han empezado a sonar los nombres. Desde el ex presidente, Felipe González, hasta Pedro Zerolo, pasando por Borrell, Bono, Solana, Peces Barba y Antonio Gutiérrez. Y el propio Alberto Ruiz Gallardón, si quien sigue la broma es alguien cercano a Esperanza Aguirre. ¿Una vieja gloria contra Gallardón? No lo creo. Los nombres de González, Solana y Borrell son inverosímiles. Me consta. Carezco de ciencia propia sobre los demás. Pero apuesto a que el nombre del candidato, ya concertado por Zapatero, se conocerá antes de una semana.

El bloqueo telefónico que ayer se impusieron las tres o cuatro personas que en estos momentos están en el secreto no puede ser eterno. Y al final se producirá la filtración anticipada del nombre “según fuentes de toda solvencia” y otras fórmulas usadas como disfraz del inevitable tráfico de favores.

Se nos viene encima un insoportable tiempo de urnas. Dieciocho meses de vida política contaminada por intereses electorales. El electoralismo viene a ser como un juego de espejos cóncavos del callejón del gato (deformar para comprender, honor y gloria a Valle Inclán). Prepárense ustedes a sufrir un año y medio de política dictada por la caza de votos.