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Portazo a España: ¿Un temor o un deseo de los enemigos del gobierno Zapatero?
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Antonio Casado

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Portazo a España: ¿Un temor o un deseo de los enemigos del gobierno Zapatero?

Es muy dudoso que quienes glosan la irrelevancia de España en el mundo deseen la presencia de nuestro país en la cita constituyente del nuevo capitalismo.

Es muy dudoso que quienes glosan la irrelevancia de España en el mundo deseen la presencia de nuestro país en la cita constituyente del nuevo capitalismo. Tal vez sea excesivo desconfiar de su amor a los colores nacionales. Pero, a la vista de tan detalladas explicaciones sobre el arrinconamiento de España, no parece que estén por apoyar los esfuerzos del Gobierno para hacernos un hueco en la cita del 15-N en Washington.

 

Toda la artillería política y mediática de la derecha nacional disparó ayer sin duelo contra Zapatero. Impresionante. Grandes rasgados de vestiduras por la “exclusión” de España de algo en lo que jamás estuvimos incluidos ¿Cómo se puede dejar fuera de un club (el G-20) a quien nunca fue socio del mismo? Otra cosa es solicitar el ingreso y recibir un portazo. En eso estamos. En la búsqueda de complicidades para lograrlo. Lo del portazo es cosa de los agoreros, que argumentan sobre el fracaso de Zapatero sin tener la honradez intelectual de esperar el desenlace.

 

Sabemos de las gestiones del embajador Dezcallar cerca del secretario del Tesoro norteamericano, Henry Paulson, así como de los cuarteles generales de McCain y Obama. Sabemos de la campaña personal de Zapatero, ahora en Pekín (cumbre UE-Asia) y luego en El Salvador (Cumbre Iberoamericana). Sabemos de la ofensiva diplomática cerca de las cancillerías de los países socios del G-20.Y sabemos del empeño del Gobierno en no escatimar esfuerzos para que España acabe participando en la reunión del día 15 u otras que puedan convocarse en el intento de articular un nuevo orden financiero.

 

Rajoy ya expresó ayer públicamente su apoyo a la pretensión española, aunque no pudo evitar la coletilla sobre la flojera de nuestra política exterior. Bien, algo es algo, Sería lamentable que el líder del principal partido de la oposición no supiera separar los intereses generales de la personal causa política de Zapatero. Pero en el PP y en sus entornos mediáticos también se han escuchado voces que, sin esperar a conocer el resultado de las gestiones de Moncloa, ya descuentan que nos van a dar con la puerta en las narices.

 

Cantar la derrota antes de que termine el partido sólo puede interpretarse como la expresión de un deseo. Los juglares de la ruina internacional de España no dejan resquicios para deducir que, a pesar de los pesares, conviene apoyar los esfuerzos diplomáticos del Gobierno para lograr algo que está muy por encima de Zapatero. Por el contrario, parece que a escondidas están poniendo velas al diablo para poder cargarse de razón, aunque la patada mundial a Zapatero sea en el trasero de España, como editorializaba ayer un diario madrileño.

 

Dicen que con Aznar esto no hubiera ocurrido. Acaso añoran los tiempos de nuestra alianza con Bush para hacer una guerra ilegal e inmoral. Nunca había tenido España tanta visibilidad exterior, eso es cierto. Pero no se puede tener todo. España pisaba fuerte en el mundo mientras comulgaba con las mentiras de sus poderosos amigos. Hasta que un incompetente dejó de comulgar y España se fue al rincón de la historia, de cara a la pared, como los niños malos. Oiga, si se puede elegir, no hay color. Si el peso internacional consistía en quemar incienso ante la Casa Blanca, imitar el acento tejano y fumarse un puro en el rancho de Bush, no nos hemos perdido nada.

Es muy dudoso que quienes glosan la irrelevancia de España en el mundo deseen la presencia de nuestro país en la cita constituyente del nuevo capitalismo. Tal vez sea excesivo desconfiar de su amor a los colores nacionales. Pero, a la vista de tan detalladas explicaciones sobre el arrinconamiento de España, no parece que estén por apoyar los esfuerzos del Gobierno para hacernos un hueco en la cita del 15-N en Washington.

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