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¿Le negaría Zapatero a Obama un aumento de tropas españolas en Afganistán?
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Antonio Casado

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¿Le negaría Zapatero a Obama un aumento de tropas españolas en Afganistán?

Aunque no hubieran muerto dos soldados españoles, como por desgracia ha ocurrido, la presencia de tropas internacionales en Afganistán ya estaba pidiendo a gritos una reconsideración.

Aunque no hubieran muerto dos soldados españoles, como por desgracia ha ocurrido, la presencia de tropas internacionales en Afganistán ya estaba pidiendo a gritos una reconsideración. No tanto por la cantidad de efectivos, sino por la necesidad de replantearse una estrategia que, a la vista de los resultados, se ha revelado calamitosa. El contraataque original no encontró a Bin Laden por ninguna parte y, con el paso del tiempo, los ejércitos extranjeros no han impedido el aumento del terrorismo talibán (100 atentados solo en el pasado mes de julio).

 

Estrategias fracasadas, pues. Tanto la respuesta en caliente contra el huevo de la serpiente (Operación Libertad Duradera, resolución 1368 del Consejo de Seguridad de la ONU, adoptada apenas veinticuatro horas después del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York) como la posterior de asentamiento de una Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (resolución 1386, de diciembre de 2001, con mandato explícito a la OTAN), más conocida por sus siglas ISAF.

La mera descripción del marco en el que está encajada la misión militar española en Afganistán, en solidaridad con el país agraviado, Estados Unidos, y en el cumplimiento de nuestras obligaciones con la comunidad internacional, desvela la inutilidad de nuestro debate interno sobre si Zapatero debe o no debe enviar más efectivos. Es discutir en el vacío. Pero no es un vacío, sino un contexto, unos compromisos y unas instituciones, lo que integra a España en el concierto de las naciones libres.

También el ministro Moratinos insiste en que no se trata de enviar más tropas sino de cambiar de estrategia. Cierto. Ahora bien, el cambio de estrategia (más respeto a la población civil, caminar hacia soluciones 'afganas', recuperar la complicidad de Pakistán…), seguramente exigirá de más medios materiales y humanos. En todo caso, algo a decidir no en un despacho de Zapatero con Carmen Chacón, sino en el marco multilateral de la ONU, de la OTAN y de los treinta y seis países implicados en la ISAF y en la Operación Libertad Duradera.

No vale la pena atenerse a recientes anuncios de la ministra de Defensa sobre un ineludible aumento de nuestros efectivos en el extranjero, “sobre todo en Afganistán”, dice Chacón. Tampoco tiene sentido quedarse con la última de Zapatero, cuando ayer mandó decir al número dos del PSOE, José Blanco, que no había ninguna previsión de aumentar nuestro contingente en Afganistán (778 efectivos, en estos momentos).

Si se asumen compromisos internacionales en nombre de la paz y la seguridad, ningún país puede tener unilateralmente la última palabra ni envolverse en su bandera soberana para imponer condiciones innegociables, tales como, en este caso, un tope predeterminado de efectivos. Tendrá que concertarse, deberá concertarse con  sus aliados en orden a principios de confianza y solidaridad.

Pensemos en el reciente depósito de confianza hecho público por Zapatero a favor de Barack Obama, el flamante presidente electo. España es “aliado y amigo” de EEUU, según Zapatero ¿Creen ustedes que le negaría a Obama, si éste se lo pidiera al “aliado y amigo”, el favor de incrementar nuestro contingente de efectivos en Afganistán, en el marco de una estrategia rediseñada por la comunidad internacional?


Absténganse los enredadores que vuelven a las andadas con imposibles paralelismos entre Iraq y Afganistán. Nada que ver. En Iraq la ilegalidad, la inmoralidad y las mentiras se despacharon a manos llenas. En Afganistán hay consenso, legitimidad, respeto a la legalidad internacional y rotundo respaldo de la ONU a través de varias resoluciones.

Aunque no hubieran muerto dos soldados españoles, como por desgracia ha ocurrido, la presencia de tropas internacionales en Afganistán ya estaba pidiendo a gritos una reconsideración. No tanto por la cantidad de efectivos, sino por la necesidad de replantearse una estrategia que, a la vista de los resultados, se ha revelado calamitosa. El contraataque original no encontró a Bin Laden por ninguna parte y, con el paso del tiempo, los ejércitos extranjeros no han impedido el aumento del terrorismo talibán (100 atentados solo en el pasado mes de julio).

Barack Obama Afganistán