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Los líderes, en el banquillo: la campaña vasca comienza en los tribunales
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Antonio Casado

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Los líderes, en el banquillo: la campaña vasca comienza en los tribunales

Hoy comienza la campaña electoral para las autonómicas vascas del 1 de marzo. Esa es la lectura rápida del extraño suceso. Lo nunca visto: el lehendakari,

Hoy comienza la campaña electoral para las autonómicas vascas del 1 de marzo. Esa es la lectura rápida del extraño suceso. Lo nunca visto: el lehendakari, Juan José Ibarretxe, y el líder del principal partido de la oposición, Patxi López, se sientan en el banquillo para responder por un supuesto delito de desobediencia en grado de “cooperación necesaria” (tratos políticos con dirigentes de una organización ilegalizada).

Atentos a la pantalla porque promete la puesta en escena de esta mañana ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), ante el que también deben comparecer Arnaldo Otegi y otros cuatro dirigentes de la ilegalizada Batasuna.

Una lectura más reposada de la vista oral que hoy se inicia en Bilbao, si las cuestiones previas no dan lugar a un probable e inmediato aplazamiento, es que estamos ante una causa judicial llamada a desinflarse tanto en lo judicial como en lo político, lo cual no descarta que tenga algún recorrido. En lo político, por su eventual aprovechamiento electoral por parte de los nacionalistas, tan propensos al victimismo. Y en lo judicial, porque está cantado que, aunque el TSJPV decrete el carpetazo, en línea con las tesis de la Fiscalía, las acusaciones populares (Foro de Ermua y asociación Dignidad y Justicia) llevarían el caso al Tribunal Supremo para mantener vivo el culebrón.

En cualquier caso, nada como el sentido común para imaginar el desenlace y, de momento, para descifrar la foto de un banquillo con ocho procesados (el lehendakari, dos socialistas y cinco dirigentes de la ilegalizada Batasuna), cuyo supuesto penal hemos de vincular al llamado proceso de paz de hace dos años. Está al alcance de cualquiera detectar la congruencia entre el diálogo del Gobierno de la Nación con los representantes de ETA y un diálogo paralelo entre los representantes institucionales y políticos del País Vasco con dirigentes de grupos políticos vinculados a dicha banda terrorista.

Detectar esa congruencia equivale a detectar la enorme contradicción que existe entre el hecho de que tengan que sentarse ante la justicia los actores del diálogo con Batasuna y no los actores del diálogo con ETA. Si se sientan en el banquillo los socialistas Patxi López y Rodolfo Ares, también debería sentarse su jefe, nada menos que el presidente del Gobierno, que autorizó, respaldó, apoyó, protagonizó y pilotó el proceso de diálogo con ETA sin esconderse de nadie. No es que esté proponiendo el procesamiento de Zapatero. Sería tan absurdo como absurda es la cita judicial de esta mañana en Bilbao. Lo que sostengo es que la pregunta venteada por los nacionalistas, y por cualquiera con sentido común, -¿por qué Ibarretxe y no Zapatero?- es de una lógica aplastante.

Por eso, seguramente, los socialistas han decidido mantener la boca cerrada y no dar cuartos al pregonero en este singular proceso judicial. Tampoco los nacionalistas de Ibarretxe han querido movilizar oficialmente a sus bases –sin perjuicio de los militantes que acudan espontáneamente-, pero por otras razones, Simplemente, no quieren sacar los pies del tiesto en vísperas de unas elecciones donde se castigarán los excesos y la radicalidad. Así que, una vez más, serán los otros nacionalistas, los amigos de ETA, quienes seguramente den el cante en la reaparición de Arnaldo Otegi y otros cuatro juguetes rotos de la vieja e ilegalizada Herri Batasuna.

Hoy comienza la campaña electoral para las autonómicas vascas del 1 de marzo. Esa es la lectura rápida del extraño suceso. Lo nunca visto: el lehendakari, Juan José Ibarretxe, y el líder del principal partido de la oposición, Patxi López, se sientan en el banquillo para responder por un supuesto delito de desobediencia en grado de “cooperación necesaria” (tratos políticos con dirigentes de una organización ilegalizada).

Patxi López Arnaldo Otegi