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La nieve, el desbarajuste y una ministra con acento andaluz
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Antonio Casado

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La nieve, el desbarajuste y una ministra con acento andaluz

Sería insoportable un nuevo desbarajuste en este martes y 13 coloreado de amarillo en Madrid. Eso significa riesgo de nevada en el nivel inferior al de

Sería insoportable un nuevo desbarajuste en este martes y 13 coloreado de amarillo en Madrid. Eso significa riesgo de nevada en el nivel inferior al de la alerta naranja, precursor del caos del viernes 9 en la capital de España, con 400 kilómetros de atascos en sus presuntuosas autovías de la periferia, el cierre del aeropuerto y la impotencia de cientos de miles de ciudadanos desprotegidos. Hoy la nieve puede volver a complicarnos la vida a los madrileños. Y si se repite lo del viernes -¿de verdad somos un país moderno, señor presidente del Gobierno?-, siempre nos quedará Maleni para jugar al frontón.

 

Como muñeco de feria, a diez céntimos la tirada, Magdalena Álvarez, está a punto de alcanzar la excelencia. Nunca vuelve la cara a los sopapos. Mejor para Zapatero, oculto tras el parachoques de la ministra de Fomento. Mejor también para Rajoy y para Esperanza Aguirre como competidores por la derecha. Ambos quedan excusados de profundizar en las causas del desbarajuste mientras sigan teniendo a tiro la cabeza de turco de esta malagueña de armas tomar.

No queda ahí la lista de personas e instituciones en deuda con la ministra. A saber: meteorólogos, concesionarios de autopistas (recordemos la A-66 del mes pasado), controladores aéreos, pilotos de Iberia, directivos de Iberia (expediente abierto), directivos de AENA, servicios de mantenimiento municipales y autonómicos de Madrid, etc. Mientras Zapatero no la despida, según la insensata exigencia del PP (¿qué haría luego, si le quitan el saco de los golpes?),  Magdalena Álvarez seguirá prestando la cobertura que aquellos necesitan para camuflar su incompetencia en las tareas encomendadas.

Incompetencia o desidia. Pongan ustedes lo que quieran. El caso es que, por ejemplo, las alarmas amarillas y naranjas de la Agencia Estatal de Meteorología no sirvieron para nada en el desbarajuste del viernes pasado. Se reaccionó tarde. En eso no hay discusión. Especialmente en Madrid, una pretenciosa urbe con aspiraciones olímpicas incapaz de sobreponerse a una nevada, mientras los representantes de sus poderes públicos se apedreaban entre sí.

Tampoco es cosa de mirar hacia otro lado ante la toma de rehenes -o sea, los pasajeros-, que suelen practicar los representantes sindicales de los pilotos de Iberia cuando toca renovación de convenio. Su socorrida huelga de celo, el cierre de Barajas por razones de seguridad y unos servicios de atención al pasajero -de por sí, escasos-, dramáticamente desbordados por la demanda de información, hicieron el resto. Y así volverá a ser mientras todas las administraciones no se coordinen para imponer el interés general frente a los tirones corporativos y la externalización de servicios públicos, como el transporte, en forma de contratas y subcontratas en las que se acaba diluyendo la responsabilidad del gobernante.

Como banda sonora queda un debate propio de las rebajas de enero. Por lo barato. Las simplezas que se escuchan para reducir el caos a la incompetencia de una ministra con acento malagueño, del que se ha llegado a mofar una dirigente catalana del PP, Montserrat Nebrera, solo son comparables a las simplezas de la ministra cuando habla en defensa propia. Casi mejor que no lo haga, salvo en su anunciada comparecencia parlamentaria, a la que está obligada por respeto a los representantes de la soberanía nacional. Hasta entonces, el silencio al menos podría otorgarle el beneficio de la duda.

 

Sería insoportable un nuevo desbarajuste en este martes y 13 coloreado de amarillo en Madrid. Eso significa riesgo de nevada en el nivel inferior al de la alerta naranja, precursor del caos del viernes 9 en la capital de España, con 400 kilómetros de atascos en sus presuntuosas autovías de la periferia, el cierre del aeropuerto y la impotencia de cientos de miles de ciudadanos desprotegidos. Hoy la nieve puede volver a complicarnos la vida a los madrileños. Y si se repite lo del viernes -¿de verdad somos un país moderno, señor presidente del Gobierno?-, siempre nos quedará Maleni para jugar al frontón.

Mariano Rajoy