Bienes gananciales PSOE-PP: el fin del reinado nacionalista en el País Vasco

La última encuesta de consumo interno encargada por la dirección del PSOE (o sea, por José Blanco), otorga a los socialistas vascos la mayor intención de voto en las elecciones del 1 de marzo. Algo que no ocurría desde mediados de los ochenta, cuando Xavier Arzalluz y Carlos Garaicoechea partieron al PNV en dos de tanto tirar cada uno hacia su lado. La noticia, por tanto, es la aparición del PSE (Partido Socialista de Euskadi), como primera fuerza. Lo dice un sondeo destinado a los estrategas electorales de Zapatero y Patxi López. 

 

Tiene el inconveniente de todos los sondeos que se hacen por encargo: la tendencia a complacer al cliente. Quien paga al gaitero elige la tonada, dice el viejo refrán. Pero, aún así, el dato encaja en la confirmación de una tendencia cuyo desenlace creíble puede ser el fin de un largo reinado nacionalista en el País Vasco. O, si ustedes quieren verlo así, la instalación en Vitoria de un Gobierno comprometido con la Constitución Española después de treinta años de malquerencia.

¿El cuento de la lechera? Nada de eso. Sin embargo, para que dicho desenlace sea verosímil necesitamos descontar dos elementos en la reconquista de la normalidad democrática. Uno, que los amigos de ETA (D3M y Askatasuna) queden legalmente inhabilitados para concurrir a las elecciones del 1 de marzo. Y dos, que la suma de escaños obtenidos por los dos partidos nacionales comprometidos con la Constitución, PSOE y PP, sea de al menos 38 diputados, equivalente a la mayoría absoluta de la Cámara y umbral necesario para desalojar democráticamente del poder al nacionalismo vasco.

Respecto a las listas electorales presentadas por los amigos de ETA, continuadores de marcas políticas ilegalizadas o de partidos con sus actividades judicialmente suspendidas, contamos con la firmeza del Gobierno anunciada el viernes por la vicepresidenta, Fernández de la Vega. Ha de demostrarlo a partir de hoy, fecha prevista para la proclamación oficial de candidaturas por parte de las juntas electorales. Ahora la Fiscalía y la Abogacía del Estado disponen de tres días para impugnar las listas sospechosas. Y nadie tiene la menor duda sobre las intenciones de esos dos instrumentos del Gobierno que, unidos a la vía judicial ordinaria, alumbrarán un cuadro electoral con nueve escaños más a repartir entre opciones legales. Me refiero a los nueve escaños logrados en 2005 por el PCTV (Partido Comunista de las Tierras Vascas), ya ilegalizado.

Sin los amigos de ETA en la liza electoral del 1 de marzo, en todas las encuestas realizadas hasta ahora PSOE y PP rebasan holgadamente el umbral de la mayoría absoluta. También en la de consumo interno que acaban de recibir en Ferraz. Ahí está, además, el prestigioso Euskobarómetro de finales de diciembre, que otorgaba al PP entre 13 y 15 escaños, mientras que el PSOE se movía en la banda 25-27. Es decir, que con el peor de los escenarios para el PSOE y el peor para el PP, los dos grandes partidos nacionales sumarían 38 escaños, exactamente la mayoría absoluta. Suficiente para poner fin de una vez por todas al reinado nacionalista en Vitoria.

Son datos desnudos, a los que prefiero aferrarme antes de entrar en la pugna propia de una campaña electoral –tiempo habrá de eso-, donde el trasiego de imputaciones mutuas pueden hacer olvidar al PSOE y al PP los bienes gananciales que se juegan en estas elecciones.