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Galicia: los socialistas se trabajan el voto del miedo al PP
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Antonio Casado

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Galicia: los socialistas se trabajan el voto del miedo al PP

Recta final en la campaña electoral para las autonómicas de Galicia y el País Vasco. Dejamos las vascas para mañana. Miramos hoy a las gallegas, que

Recta final en la campaña electoral para las autonómicas de Galicia y el País Vasco. Dejamos las vascas para mañana. Miramos hoy a las gallegas, que además están mucho más conectadas a los sucesos políticos y judiciales -valga la redundancia, como diría Vicente Vallés- de la crónica nacional. No tanto como para alterar sustancialmente los tres rasgos propios del escenario. Dos fijos: hegemonía indiscutible del PP y escasa o nula retribución electoral al gobierno Touriño. Y uno variable: el mayor o menor nivel de absentismo de los votantes socialistas. Por tanto, la clave del desenlace está en el comportamiento de esta franja electoral.

Por ahí volvemos a la crónica nacional, marcada por la caída del ministro Bermejo y la querella del PP contra el juez Garzón por supuesta conducta prevaricadora. Los dos sucesos se han convertido en manufactura electoral. Los presentan los socialistas como cortinas de humo del PP para ocultar los escándalos (espionaje y corrupción) y la lucha interna por la sucesión de Rajoy. Por eso el número dos del PSOE, José Blanco, ha incluido en la guía de campaña la consigna de referirse al PP como “el partido de Esperanza Aguirre y Francisco Camps”. En uno de los numerosos mítines que ha protagonizado en su tierra, el propio Blanco decía el otro día que si el PP volvíera a gobernar acabaría convirtiendo a Galicia en una fotocopia de lo que Aguirre hace en Madrid y Camps en Valencia.

Es el verbo demagógico propio de una campaña electoral, usado en este caso para motivar a los votantes socialistas mediante la explotación del miedo a la derecha de siempre. La táctica cuenta con el impagable respaldo de los propios dirigentes del PP gallego. Véase la suspensión del mitin del presidente valenciano, Francisco Camps, que estaba previsto ayer en Lugo. O la resistencia de su candidato, Nuñez Feijóo, a retratarse junto a dirigentes nacionales ¿A ustedes les parece normal que hasta ahora Rajoy y Feijóo solo hayan coincidido un día, a pesar de la intensa participación de ambos en la campaña?

“Mis siglas son las de Galicia”, responde Núñez Feijóo cuando le preguntan por los “líos internos” -Rajoy dixit- de su partido. Es una forma de alimentar los argumentos del adversario. Una prueba más: de los dirigentes nacionales del PP, aparte de Mariano Rajoy, que es gallego y sabe que se va a relacionar su liderazgo con los resultados electorales, solo Ruiz Gallardón parece ser bienvenido. A nadie se le oculta la voluntad de desmarque del alcalde de Madrid respecto al estilo de la presidenta autonómica, Esperanza Aguirre, aspirante al sillón de Rajoy y tocada por el escándalo del espionaje en los servicios de seguridad de la Comunidad de Madrid.

Sabe Feijóo que todo eso se utiliza en Galicia para movilizar a los votantes socialistas mediante el uso del miedo al retorno del PP. Es la variable que puede modificar el cuadro en vísperas de la jornada electoral. Un cuadro calcado al de hace cuatro años. Se mantiene la hegemonía del PP y el Gobierno PSOE-BNG no ha mejorado las expectativas electorales de estos partidos. Si hace cinco años el espantajo fue Fraga, ahora es Aguirre, Camps, la corrupción, el espionaje.

El candidato socialista, Pérez Touriño, no había querido entrar en eso hasta ahora. Iba de presidente estupendo, institucional, distante. Pero en este tramo final de la campaña ha puesto los pies en la tierra y ya se moja. Le ha visto las orejas al lobo de unas encuestas que no descartan la reconquista de la mayoría absoluta del PP por desmovilización del voto socialista. Todo queda abierto para la noche del domingo.

Recta final en la campaña electoral para las autonómicas de Galicia y el País Vasco. Dejamos las vascas para mañana. Miramos hoy a las gallegas, que además están mucho más conectadas a los sucesos políticos y judiciales -valga la redundancia, como diría Vicente Vallés- de la crónica nacional. No tanto como para alterar sustancialmente los tres rasgos propios del escenario. Dos fijos: hegemonía indiscutible del PP y escasa o nula retribución electoral al gobierno Touriño. Y uno variable: el mayor o menor nivel de absentismo de los votantes socialistas. Por tanto, la clave del desenlace está en el comportamiento de esta franja electoral.

PSdeG BNG