Es noticia
Se hacen apuestas sobre los compañeros de viaje de Patxi López
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

Se hacen apuestas sobre los compañeros de viaje de Patxi López

En las elecciones vascas del domingo pasado se crearon las condiciones para terminar con el largo reinado del PNV y el frentismo nacionalista de estos últimos

En las elecciones vascas del domingo pasado se crearon las condiciones para terminar con el largo reinado del PNV y el frentismo nacionalista de estos últimos años. El dirigente llamado a gestionar la nueva situación es Patxi López. La dirección nacional del PSOE le deja manos libres. Pero él ha de pasar de las musas al teatro. Ya no vale ofrecerse como precursor de la unidad de todos, “nacionalistas y no nacionalistas, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes”, como decía en Madrid hace un mes. Tampoco vale lo de la noche electoral, donde se declaró legitimado para liderar el cambio buscando “acuerdos entre diferentes, no de unos contra otros”.

Ha llegado la hora de ponerlo en pie, a la vista de la aritmética electoral, en formatos de gobernabilidad concretos y reconocibles. ¿Qué significa gobernar para todos en una tierra donde nacionales y nacionalistas se siguen mirando con tanto recelo? La gente se pregunta ahora con quién piensa gobernar Patxi López y no tanto para quién. Unas ambiguas declaraciones de Leire Pajín, secretaria de Organización del PSOE, y el escándalo coral del PNV ante el avance de un frente “españolista”, desataron ayer las primeras especulaciones sobre los compañeros de viaje de los socialistas vascos.

El dirigente vizcaíno del PNV, Andoni Ortúzar, dice que los nacionalistas considerarían “una agresión” la llegada de Patxi López a Ajuria Enea a lomos del PP de Basagoiti y la UpD de Rosa Díez “¿Qué es lo que tienen en común si en el resto de España están a la gresca?”, se pregunta Ortúzar. Lo que tienen en común es su compromiso en la defensa de la Constitución Española. Está en juego algo más que un reparto de poder entre los partidos. Se trata de la supervivencia del Estado, sometido a los tirones de quienes lo ponen en cuestión. Vale para las distintas versiones del nacionalismo vasco, la más moderada y la que sigue reñida con el Código Penal y el quinto mandamiento. No parece un hilván menor esta común motivación de los partidos que, comprometidos con el orden constitucional, están absolutamente resueltos a apoyar la investidura de Patxi López como próximo lehendakari.

A partir de ahí, ya digo, es tiempo de teatro y no de musas. En principio esa común motivación inicial es suficiente para que Basagoiti (PP) y Rosa Díez (UpD) se sientan en la obligación moral de apoyar la investidura de Basagoiti sin nada a cambio. Pero la posterior estabilidad del futuro gobierno monocolor con pactos de geometría variable, que es la fórmula elegida por Patxi López para aplicar su modelo de transversalidad, tendrá que poner sobre la mesa algunos incentivos menos retóricos. Por ejemplo, el control de las Diputaciones, que son las grandes recaudadoras de impuestos, las grandes constructoras de carreteras, etc. Y que ahora están en manos del PNV, gracias al frentismo nacionalista y a los recelos entre el PSE y el PP ¿Aceptaría el PNV una recomposición del poder territorial en nombre de la convivencia ente nacionalistas y no nacionalistas que promete Patxi López a partir de ahora?

La otra corriente especulativa de ayer por la tarde consistía en apostar por una convergencia de socialistas y nacionalistas, en base a las preferencias expresadas por la ciudadanía vasca y a una inesperada predisposición de los segundos a integrarse en un gobierno de coalición PSE-PNV liderado por Patxi López. Los rumores carecen de base. Puede que me engañen (tampoco sería la primera vez) pero fuentes socialistas de la máxima autoridad me aseguran que no existe la menor posibilidad de que Patxi López presida un gobierno de coalición con el PNV.

En las elecciones vascas del domingo pasado se crearon las condiciones para terminar con el largo reinado del PNV y el frentismo nacionalista de estos últimos años. El dirigente llamado a gestionar la nueva situación es Patxi López. La dirección nacional del PSOE le deja manos libres. Pero él ha de pasar de las musas al teatro. Ya no vale ofrecerse como precursor de la unidad de todos, “nacionalistas y no nacionalistas, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes”, como decía en Madrid hace un mes. Tampoco vale lo de la noche electoral, donde se declaró legitimado para liderar el cambio buscando “acuerdos entre diferentes, no de unos contra otros”.