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Entre la 'garzonada' y el compromiso del PP contra la corrupción
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Antonio Casado

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Entre la 'garzonada' y el compromiso del PP contra la corrupción

La corrupción es la corrupción, lo diga Garzón o su porquero. Y contra los sinvergüenzas que deshonran un cargo público y unas siglas honorables, tolerancia cero.

La corrupción es la corrupción, lo diga Garzón o su porquero. Y contra los sinvergüenzas que deshonran un cargo público y unas siglas honorables, tolerancia cero. Ahí quiero ver a Rajoy, una vez conocida la posición de la Fiscalía en el caso Correa, denunciado por personas próximas al PP e instruido por el juez Garzón. Y cuando ya hay inhibición de éste a favor de tribunales superiores (de Valencia y de Madrid), donde no consta una especial inquina contra el PP, se vuelve a poner a prueba el compromiso de este partido político contra la corrupción en la vida pública. Salvo que todo se quedase en garzonada. No tardaremos en saberlo, ya fuera de la jurisdicción del polémico juez.

 

También puede ocurrir que cuando Garzón se haya desprendido de todo el sumario, por la existencia de otros aforados, no solo en Valencia, no solo en Madrid, se acaben consolidando los indicios de comportamientos delictivos que apuntan más arriba. Incluso a escala nacional. De momento los indicios son “contundentes” y “abundantes” respecto a los aforados regionales. Eso no lo dice Garzón. Lo dice la Fiscalía. La misma Fiscalía cuyo dictamen, según las curiosas interpretaciones de algunos, desautorizaba al juez, le paraba los pies, desmontaba sus insinuaciones, abortaba  su plan contra la cúpula del PP, etc.

No acabo de ver el varapalo de la Fiscalía al juez Garzón. El PP y sus medios afines lo tienen claro: la Fiscalía no vio motivos para encausar al tesorero nacional del PP. No dice eso la Fiscalía. Dice que no hay base suficiente para inhibirse en favor del Tribunal Supremo por la existencia de aforados a escala nacional y procede seguir investigando.

Son las generales de la ley. Sin embargo, ayer reinaba algo parecido al entusiasmo en la calle Génova porque no resultaba afectado ningún dirigente nacional del partido. Pero pocos comentarios respecto a los dirigentes regionales que sí resultan afectados con indicios “contundentes” y abundantes”. Es como alegrarse por haberse roto solo una pierna, y no las dos, después de rodar por una escalera. Pero la vergüenza de cargar con indeseables -encantados con la tesis de la “garzonada”- no debería camuflarse en la forzada alegría por la no inculpación de no sé quién.

Queda fuera de lugar la obsesiva asignación de intenciones a un juez que, en su función jurisdiccional, no puede ni debe defenderse con las herramientas de quienes le descalifican gravemente. Tampoco tiene sentido la especie de que ha sido desautorizado por el fiscal. La consulta del juez que instruye, dirigida al fiscal que promueve la acción judicial y acusa en nombre de los ciudadanos, fue un trámite procesal normal. Hay indicios de conductas delictivas por parte de unos cuantos cargos del PP. Muy pocos, entre cientos de ellos decentes. Como son aforados, Garzón quiso conocer la posición del fiscal sobre la solidez y suficiencia de dichos indicios, a fin de inhibirse a favor de tribunales superiores.

El fiscal le dijo que sí respecto a los aforados regionales y que no respecto a los aforados nacionales. A partir de ahí, ha actuado en consecuencia. Ya se ha inhibido a favor del Tribunal Superior de Valencia y a favor del Tribunal Superior de Madrid. Sigue siendo una incógnita si finalmente algún dirigente del PP tendrá que pasar por la sala segunda del Tribunal Supremo. Con los indicios que obran en poder el juez, el Fiscal dice que no. Y advierte al juez de que si, con estos indicios, finalmente se inhibe, el Ministerio Público no le apoyará. O sea, que no formulará acusación cuando el alto tribunal le pida que fije su postura. Generales de la ley, insisto.

La corrupción es la corrupción, lo diga Garzón o su porquero. Y contra los sinvergüenzas que deshonran un cargo público y unas siglas honorables, tolerancia cero. Ahí quiero ver a Rajoy, una vez conocida la posición de la Fiscalía en el caso Correa, denunciado por personas próximas al PP e instruido por el juez Garzón. Y cuando ya hay inhibición de éste a favor de tribunales superiores (de Valencia y de Madrid), donde no consta una especial inquina contra el PP, se vuelve a poner a prueba el compromiso de este partido político contra la corrupción en la vida pública. Salvo que todo se quedase en garzonada. No tardaremos en saberlo, ya fuera de la jurisdicción del polémico juez.

Baltasar Garzón Mariano Rajoy Caso Gürtel