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Zapatero huye de la prensa: el vídeo como medio de comunicación
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Antonio Casado

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Zapatero huye de la prensa: el vídeo como medio de comunicación

Anoche, todos pendientes de si habría foto de Zapatero con Obama en la cena de Downing Street. Unos para celebrarlo y otros para lamentarlo, si finalmente

Anoche, todos pendientes de si habría foto de Zapatero con Obama en la cena de Downing Street. Unos para celebrarlo y otros para lamentarlo, si finalmente se daba la feliz circunstancia. Pero pocas consideraciones sobre nuestras posibilidades de influir en la reunión del G-20. Lógico. El peso de España en la cita de los poderosos con los emergentes (85 % del PIB mundial) ha alcanzado para ser testigos y no protagonistas. Suficiente. Al menos así lo cree el mismísimo Mariano Rajoy, líder del PP, al mencionar los esfuerzos de Zapatero por estar en el G-20 como uno de los aciertos de este Gobierno. Gluupp.

Cuando la demoscopia se impone a la política, sobre todo en España, ya nos podemos dar con un canto en los dientes por la mera presencia física ante lo que en las próximas horas pueda depararnos el choque de trenes entre el bloque EEUU-Reino Unido-FMI, por un lado, y la entente franco-alemana por otro. Y con presencia o sin presencia, más nos vale a todos que al final se produzca entre ambos la unidad reclamada ayer tarde por Obama, que compareció en rueda de prensa con su aliado natural, el premier británico, Gordon Brown.

La demoscopia y no la política inspiró esa chocante despedida de Zapatero, ayer, en la inauguración del 40 congreso federal de UGT (Unión General de Trabajadores), cinco minutos antes de volar hacia Londres, donde le esperaban los líderes más poderosos de la tierra. Vino a decir que para ese vuelo no podía haber mejor pista de despegue que el cariño y el apoyo de los trabajadores. Antes, naturalmente, ya había dado su palabra de que no permitirá recortes sociales –“a pesar de las peticiones de la derecha”, precisó- y de que hará todo lo posible por lograr que los sindicatos tengan voz propia en el G-20.

De todos modos, en cuestiones de escenificación se lleva la palma el inquietante vídeo institucional distribuido por Moncloa el  pasado martes. Se ha discutido el vaticinio del presidente -de nuevo su incurable optimismo-, sobre el punto de inflexión que se producirá con esta cumbre del G-20. Como se sabe, Zapatero anuncia en el vídeo que la reunión marcará el inicio de la recuperación y muchos analistas se han dedicado a disertar sobre lo atrevida que es la ignorancia.

Dejemos a los analistas, pues, el debate técnico sobre si los acuerdos del G-20 servirán o no para cambiar el signo de la crisis. A la espera de noticias, hoy sólo me interesa llamar la atención sobre el uso del vídeo como manufactura de comunicación. El síntoma es preocupante. ¿Tan avanzado está el síndrome de la Moncloa en el cerebro de Zapatero como para hacer tan explícita su aversión a los periodistas o, en fin, a los medios clásicos en sus distintos formatos?

Si ustedes reparan en algunos de los personajes que utilizan habitualmente esta herramienta, el vídeo, para dar a conocer sus mensajes o simplemente para decir aquí estoy yo, o aquí sigo, pueden hacer comparaciones espantosas. Bin Laden, por ejemplo, un proscrito con la necesidad de ocultarse para sobrevivir. Pero no es el caso de Zapatero, salvo que le tenga tanto miedo a una rueda de prensa como Bin Laden a un misil inteligente de los americanos.

El síntoma, insisto, es alarmante. Zapatero se esconde cada vez más. Empieza a creer que todos se han concertado para romperle las piernas. Y para no correr riesgos innecesarios, lo mejor, evidentemente, es un vídeo fletado desde Moncloa.

Anoche, todos pendientes de si habría foto de Zapatero con Obama en la cena de Downing Street. Unos para celebrarlo y otros para lamentarlo, si finalmente se daba la feliz circunstancia. Pero pocas consideraciones sobre nuestras posibilidades de influir en la reunión del G-20. Lógico. El peso de España en la cita de los poderosos con los emergentes (85 % del PIB mundial) ha alcanzado para ser testigos y no protagonistas. Suficiente. Al menos así lo cree el mismísimo Mariano Rajoy, líder del PP, al mencionar los esfuerzos de Zapatero por estar en el G-20 como uno de los aciertos de este Gobierno. Gluupp.