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Zapatero abusa de la retórica para explicar la crisis ministerial
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Antonio Casado

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Zapatero abusa de la retórica para explicar la crisis ministerial

Elevo a definitivas mis conclusiones de ayer. Juego de sillas como signo de agotamiento de un proyecto ("zapaterismo”, para entendernos) desbordado por la crisis económica. Moncloa

Elevo a definitivas mis conclusiones de ayer. Juego de sillas como signo de agotamiento de un proyecto ("zapaterismo”, para entendernos) desbordado por la crisis económica. Moncloa habla de “cambio de ritmo”. Pero, lejos de proyectar esas ideas de “nuevo impulso” y “mayor fortaleza” glosadas ayer por Zapatero, la remodelación es una prueba más de la ya demostrada incapacidad de este Gobierno para sobreponerse a los efectos políticos de la negra situación económica.

Salvo que, insisto, alguien crea que Elena Salgado es el arma secreta de Zapatero para detener la destrucción del empleo o que un socialista cosecha del 74 como Manuel Chaves, respetable decano de los gobernantes españoles, es la persona indicada para devolverle el pulso al Gobierno. Tampoco podrá dar mucho juego José Blanco, el número dos del PSOE, en su tarea de rentabilizar políticamente el Ministerio con mayor poder inversor cuando las arcas públicas están vacías. El resto de los nombramientos (Gabilondo, Trinidad Jiménez y González Sinde) es perfectamente irrelevante.

En cualquier caso, los problemas de este Gobierno, aquí y ahora, no se resuelven con una crisis ministerial. La pérdida de costaleros parlamentarios, la densa negrura de la situación económica y la debilidad de liderazgo son las fuentes de todas las desgracias que aquí y ahora gravitan sobre la causa política del PSOE. Y eso no va a cambiar de la noche a la mañana por el hecho de llevar cinco caras nuevas al Consejo de Ministros. Aunque estemos viviendo “un tránsito entre dos épocas históricas”. Aunque estemos más cerca que nunca de “un gobierno mundial” al servicio de “una nueva política del bien común para el conjunto de la humanidad”.

No invento nada. Los entrecomillados son ilustraciones verbales firmadas por Zapatero para explicar los cambios en su equipo de Gobierno. Y es que ayer a mediodía, en el Palacio de la Moncloa, a la hora de motivar este juego de sillas ante los medios de comunicación, el presidente se superó a sí mismo en el uso –abuso- de la retórica. Veamos:

Despedir a Solbes era una obra de caridad, Magdalena Álvarez estaba achicharrada y a José Blanco se lo debía. Lo demás es pedrea. Sin embargo, Zapatero apeló a la necesidad de formar “un Gobierno fuerte para ganar el futuro”. Tan hueco como un slogan electoral. Como si acabase de descubrir que el equipo anterior era débil y estaba anclado en el pasado, a pesar de no haber cumplido siquiera su primer año de vida. “El espíritu con el que iniciamos esta etapa es el de enfrentarnos a los problemas y aprovechar las oportunidades”, dijo. Como si de los equipos anteriores hubiera que predicar ahora lo contrario.

Poco más de sí da el análisis de esta crisis ministerial que se ha hecho mirando “hacia atrás y hacia adentro”, en brillante síntesis verbal del diputado Gaspar Llamazares (IU). El “hacia dentro” también tiene su miga. La cúpula del PSOE, el presidente, el secretario general y el vicesecretario general, queda instalada en el Gobierno de la Nación ¿Cautiva de Zapatero?

A partir de ahora, su fracaso será el fracaso de los tres: Chaves, Zapatero y Blanco. Y entonces habrá sonado la hora de la tercera generación: Madina, Hernando, Chacón, Oscar López.… Aún no toca, pero la siguiente valla, elecciones europeas, está a la vuelta de la esquina.

Elevo a definitivas mis conclusiones de ayer. Juego de sillas como signo de agotamiento de un proyecto ("zapaterismo”, para entendernos) desbordado por la crisis económica. Moncloa habla de “cambio de ritmo”. Pero, lejos de proyectar esas ideas de “nuevo impulso” y “mayor fortaleza” glosadas ayer por Zapatero, la remodelación es una prueba más de la ya demostrada incapacidad de este Gobierno para sobreponerse a los efectos políticos de la negra situación económica.

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