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La distensión cubana de Obama y el acierto de la doctrina Moratinos
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Antonio Casado

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La distensión cubana de Obama y el acierto de la doctrina Moratinos

Las referencias a la política exterior en el discurso de investidura bis pronunciado ayer por Zapatero ante las huestes parlamentarias del PSOE sólo fueron tangenciales. Y

Las referencias a la política exterior en el discurso de investidura bis pronunciado ayer por Zapatero ante las huestes parlamentarias del PSOE sólo fueron tangenciales. Y todas vinculadas a la presencia de España en la concentración internacional contra la crisis económica (G-20 y futuro Consejo Mundial de Estabilidad Financiera), así como a la presidencia española de la UE en el primer semestre de 2010. Puesto a mirarse el ombligo, pudo haber dedicado un turno al levantamiento de las restricciones de dineros y personas desde EEUU a Cuba decretado por Barack Obama, en línea con la posición de España desde que su Gobierno cambió de signo político en 2004. Buena oportunidad para constatar el acierto de la rectificación de la política cubana del PP (1996-2004). Contra viento y marea, en algunas ocasiones. Sobre todo a escala europea, cuya política común para la isla venía siendo inspirada por Aznar desde 1996.

 

También eso había cambiado en el seno de la UE, donde ya se detectaba el tsunami Obama en clave de rectificación de la política exterior de Bush, de la que, como todo el mundo sabe, era tributaria la de España hasta la llegada de Zapatero. Con la excepción de Chequia y Polonia, todos los países europeos venían pidiendo a EEUU esta clase de gestos como pasos previos al levantamiento definitivo del bloqueo decretado por Kennedy en febrero de 1962.

La doctrina Moratinos sobre Cuba siempre sostuvo que el embargo se había quedado obsoleto y producía efectos contrarios. Por tanto, ineficaz. Es decir, que solo había servido para inducir el enroque del castrismo. De modo que, desde el punto de vista español –donde Cuba habita como asunto de política interior-, se imponía la diplomacia del acercamiento, el pragmatismo y el mantenimiento de la interlocución. A la espera de acontecimientos. Por ejemplo, el colapso del régimen. O un golpe de timón en la política de la Casa Blanca.

En vísperas del discurso de Obama en la V Cumbre de las Américas, el próximo fin de semana en Trinidad, todo parece indicar que el levantamiento parcial del histórico castigo a la Cuba insumisa rompe la cintura a la dictadura castrista. Véase la reacción de Fidel, muy similar a la que tuvo cuando la UE levantó sus sanciones a petición de España. Se pone digno y rechaza las “limosnas”. Pero no está en condiciones de despreciar la importante inyección de divisas en la economía cubana que van a representar las transferencias de los cubano-americanos. Ni puede desoír el clamor de las familias repartidas entre las dos orillas. Dos poderosos resortes para acelerar la caída del régimen y el advenimiento de un proceso de transición hacia la Democracia que ojalá sea pacífico.

De cara a ese proceso España va a ocupar un lugar privilegiado en la interlocución cubana con EEUU y la UE. Gracias a una meritoria labor del ministro Moratinos y su equipo, que a Zapatero se le olvidó reconocer ayer, cuando ahora ya todo el mundo aplaude la distensión decretada por Obama. Incluido Gustavo de Arístegui, portavoz parlamentario del PP en materia de Asuntos Exteriores, que ayer sostenía que su partido siempre fue contrario al aislamiento del régimen cubano.

Me consta que Arístegui, a título personal, nunca dejó de ver el embargo norteamericano como una excusa de Fidel Castro para mantener la bota encima del pueblo cubano. Y es verdad que de un tiempo a esta parte, coincidiendo con la decadencia de Bush, ha mejorado mucho el nivel de consenso PSOE-PP, “aunque Rajoy aun se resiste a escenificarlo”, me comenta Miguel Ángel Moratinos. Pero uno tiene memoria. Y es difícil olvidar la doctrina Aznar sobre Cuba. O las salidas de tono de Jorge Moragas, el coordinador de Relaciones Internacionales del PP, a la hora de valorar las vicisitudes por las que han ido pasando las relaciones hispano-cubanas.

Las referencias a la política exterior en el discurso de investidura bis pronunciado ayer por Zapatero ante las huestes parlamentarias del PSOE sólo fueron tangenciales. Y todas vinculadas a la presencia de España en la concentración internacional contra la crisis económica (G-20 y futuro Consejo Mundial de Estabilidad Financiera), así como a la presidencia española de la UE en el primer semestre de 2010. Puesto a mirarse el ombligo, pudo haber dedicado un turno al levantamiento de las restricciones de dineros y personas desde EEUU a Cuba decretado por Barack Obama, en línea con la posición de España desde que su Gobierno cambió de signo político en 2004. Buena oportunidad para constatar el acierto de la rectificación de la política cubana del PP (1996-2004). Contra viento y marea, en algunas ocasiones. Sobre todo a escala europea, cuya política común para la isla venía siendo inspirada por Aznar desde 1996.