Es noticia
Recién llegado de México: candidato a la gripe porcina, pero sin exagerar
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

Recién llegado de México: candidato a la gripe porcina, pero sin exagerar

Si algún compañero o compañera de El Confidencial contrae la gripe porcina, recién importada de México, ya saben quién tiene la culpa, aunque no he participado

Si algún compañero o compañera de El Confidencial contrae la gripe porcina, recién importada de México, ya saben quién tiene la culpa, aunque no he participado en ninguna aglomeración durante los últimos siete días. Y eso que, como decía un comentarista el otro día, en México hay aglomeraciones hasta en las cabinas telefónicas. Lo digo porque, aparte de cerrar las escuelas hasta el próximo 6 de mayo, las autoridades mexicanas se esfuerzan en prohibir los amontonamientos como una forma de parar el avance de la “gripe humana de origen porcino”.

Así lo denomina la Dirección General de Salud Pública y Sanidad Exterior, que ayer nos estaba esperando en el aeropuerto de Barajas para aconsejar a “quienes regresan de zonas afectadas” que prestemos mucha atención a nuestra salud durante los próximos 10 días. Y que, si en este tiempo advertimos síntomas de fiebre, tos o dificultad respiratoria, hemos de contactar con “nuestro médico de cabecera, los servicios sanitarios de nuestra Comunidad o, en su caso, los servicios de urgencias”.

O sea, que me siento candidato. Pero sin exagerar. De momento, no he participado en otras aglomeraciones que las de ayer al llegar a Barajas, después de seis horas de mascarilla en el aeropuerto de la capital mexicana. Oiga, qué claustrofobia. Eso sí, estricto control sanitario sin bajar del avión, ya en Madrid. Cuestionario para declarar si llevábamos o no el virus A/H1N1 en el bronceado y datos personales para tenernos a mano por si nos visita la gripe porcina a lo largo de los próximos días.

No fue todo. La aglomeración vino luego, en el específico control policial reservado a los pasajeros procedentes de México, por si contagiábamos a los demás. Unos cuantos policías nacionales que en vez de ocupar las cabinas de control de pasaportes se dedicaron a desviar el tráfico de pasajeros recién llegados de México hacia una cabina predeterminada. Para no mezclarnos con los de otras procedencias.
Resultado: atasco fenomenal en el grupo de los afectados, con amago de motín incluido. La cola no avanzaba y muchos pasajeros perdieron sus enlaces. Cuando mis amigos y yo llegamos a la cinta de retirada de equipajes, había pasado hora y media desde que el vuelto IB-6402 había tomado tierra. Entonces el ministro Rubalcaba, informado por el grupo de periodistas que viajábamos en este vuelo, tomó la decisión de aumentar el número de policías en las cabinas para desactivar las protestas. Quienes llegaron de México en vuelos posteriores ya tuvieron más fluido el paso por el control de pasaportes.

La siguiente sorpresa la tuvimos al salir al exterior en la sala de llegadas de la T-4, donde una nube de fotógrafos se abalanzó sobre el colega José Ramón Verano, redactor jefe de Servimedia, el único de nuestro grupo que aún llevaba puesta la mascarilla que nos habían facilitado veinticuatro horas antes los servicios sanitarios de la cadena hotelera española Occidental Hoteles en la Riviera Maya. Por si las moscas en nuestro paso por la capital. Lo que no podíamos imaginar es el grado de psicosis que ya se había instalado en España.

Con razón. El paso de las horas nos confirma que sobran los motivos, ante la alerta de los científicos al señalar la poderosa capacidad de propagación del virus que da lugar a la llamada gripe porcina. Las señales de alarma se multiplican. No sólo en México (81 muertos), donde ayer la comidilla era la muerte del arqueólogo Felipe Solís, director del museo nacional, que cinco días antes había estrechado la mano de Barack Obama. Razón de más para que EEUU declarase ayer tarde el estado de emergencia sanitaria. Y en España, por cierto, donde ya vamos por siete casos sospechosos. Parece que no es una broma.

Si algún compañero o compañera de El Confidencial contrae la gripe porcina, recién importada de México, ya saben quién tiene la culpa, aunque no he participado en ninguna aglomeración durante los últimos siete días. Y eso que, como decía un comentarista el otro día, en México hay aglomeraciones hasta en las cabinas telefónicas. Lo digo porque, aparte de cerrar las escuelas hasta el próximo 6 de mayo, las autoridades mexicanas se esfuerzan en prohibir los amontonamientos como una forma de parar el avance de la “gripe humana de origen porcino”.