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El coeficiente intelectual de Zapatero: Sarkozy no entra al trapo
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Antonio Casado

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El coeficiente intelectual de Zapatero: Sarkozy no entra al trapo

Desde que Sarkozy comparó a sus adversarios socialistas, muy inteligentes pero incapaces de ganarle en las urnas, con Rodríguez Zapatero, que tal vez no fuera tanto

Desde que Sarkozy comparó a sus adversarios socialistas, muy inteligentes pero incapaces de ganarle en las urnas, con Rodríguez Zapatero, que tal vez no fuera tanto pero sí gana elecciones, la subordinada pasó los Pirineos y se instaló en nuestro pobre debate  político-mediático como excusa mal traída para denigrar al presidente del Gobierno. El Elíseo en comunicado oficial y el propio Sarkozy ya habían precisado que nunca se trató de medir a la baja el coeficiente intelectual de Zapatero. Los más pertinaces hicieron oídos sordos. Tampoco desaprovecharon la rueda de Prensa conjunta de ayer para activar sus terminales y plantear la cuestión por enésima vez.

 

Y por enésima vez Sarkozy (UMP), conectado a la misma familia política que los adversarios de Zapatero, no les ha hecho el juego. Ya le habían preguntado sobre el asunto en una entrevista de Prensa previa a su visita. Entonces descalificó la pregunta por entender que se trataba de implicarle en “un debate absurdo” al que no se iba a prestar. Ayer remachó el clavo. Además de absurdo, “mediocre”. Bingo. Es la palabra justa para denunciar la bajísima calidad del discurso que se despacha para desprestigiar a Zapatero.

El presidente del Gobierno puede y debe estar sometido a una evaluación continua de los ciudadanos. No solo en el Parlamento, en cumplimiento de las previsiones institucionales. También en la calle. Y en los medios de comunicación, que al fin y al cabo son otra herramienta de control en las manos libres de una sociedad democrática. Pero, justamente ahora que algunos cerebritos del PP resucitan el discurso de los deberes en sociedades superprotegidas donde solo se habla de derechos, viene al pelo recordar que al derecho a la crítica política le corresponde el deber de respetar a las personas y renunciar a la mentira consciente.

El presidente español es criticable por muchas razones, incluso en el terreno personal, sin necesidad de faltarle al respeto o recurrir a ese verbo denigratorio que en ciertos sectores mediáticos se utiliza contra él. Pero, volviendo a lo que nos ocupa, resulta muy pobre, demagógico, muy barato, sostener con apariencia de seriedad que Sarkozy puso en duda la inteligencia de Zapatero. Y más barato todavía jugar a la posibilidad de que lo ratificase aquí en su visita de Estado, a pesar de los reiterados desmentidos oficiales previos. La pelota rebotó en el presidente francés: “¿Creen ustedes que soy tan inexperto como para caer en esa trampa?” Eso debieron pensar quienes llevan casi un mes practicando el tiro al blanco contra Zapatero en base a un imaginado desprecio del mandatario francés.

Han conseguido el efecto contrario ¿Quieren ustedes que repasemos los numerosos elogios dedicados por Sarkozy a la persona de Zapatero y a sus políticas? Sería igual de barato reducir los frutos de la visita al intercambio de flores que ambos se han dedicado. Y los frutos hay que buscarlos en los hechos que confirman el excelente momento de las relaciones hispano-francesas. Aunque solo fuera por el altísimo nivel de consenso en la lucha contra el terrorismo de ETA.

Tanto ha brillado la razón de buena vecindad y la coincidencia en asuntos de política internacional que, una vez descontados los frutos de la visita que realmente importan, nos hemos podido distraer con la parte rosa de la visita. Y aún dedicarle un turno a quienes creyeron haber encontrado una pieza de convicción para discutir sobre el coeficiente intelectual de Zapatero.

Desde que Sarkozy comparó a sus adversarios socialistas, muy inteligentes pero incapaces de ganarle en las urnas, con Rodríguez Zapatero, que tal vez no fuera tanto pero sí gana elecciones, la subordinada pasó los Pirineos y se instaló en nuestro pobre debate  político-mediático como excusa mal traída para denigrar al presidente del Gobierno. El Elíseo en comunicado oficial y el propio Sarkozy ya habían precisado que nunca se trató de medir a la baja el coeficiente intelectual de Zapatero. Los más pertinaces hicieron oídos sordos. Tampoco desaprovecharon la rueda de Prensa conjunta de ayer para activar sus terminales y plantear la cuestión por enésima vez.