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El Barça, con el Rey, Zapatero y Montilla en un mismo grito
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Antonio Casado

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El Barça, con el Rey, Zapatero y Montilla en un mismo grito

El dictamen previo de los expertos consiste en identificar al Barça con el mejor ataque y al Manchester con la mejor defensa. Vale. Entonces hemos de

El dictamen previo de los expertos consiste en identificar al Barça con el mejor ataque y al Manchester con la mejor defensa. Vale. Entonces hemos de fijar la excelencia del fútbol en la correcta conjugación de dos elementos: defensa y ataque. El equipo que logre combinar mejor los dos términos de la ecuación se alzará esta noche con la Copa de Europa. O sea, el Barça. Dicho sea inmediatamente y por derecho, para que el malentendido no quede entre nosotros.

 

La contundencia de mi personal pronóstico es en realidad una forma de añadir un tercer elemento a la ecuación clásica. Tercero y decisivo: la pasión. Es ciega y desborda cualquier análisis previo dictado por la razón, la experiencia y el conocimiento de las fuerzas contendientes.

También son ciegas ciertas criaturas de la pasión, como el sectarismo, el favoritismo o la parcialidad más descarada, tan perturbadoras en otros órdenes de la vida. En el caso de la confrontación deportiva están perfectamente indicadas. Son incluso buenas, justas y absolutamente necesarias para enfrentarse al reto que aguarda esta noche a los Iniesta, Henry, Messi, Puyol y compañía, frente a los Ronaldo, Ferdinand, Vidic y demás componentes de esas falanges macedónicas que Ferguson piensa colocar delante de su portero para frenar el juego creativo, generoso, deslumbrante, que el Barça nos viene regalando de un tiempo a esta parte.

La cita es en el Estadio Olímpico de Roma. Hoy, en horario de prime time, que dirían los demoscópicos de la tele. En términos deportivos, será la tercera Copa de Europa, más conocida por “la orejona”, que conquistará el Barça ¿O alguien lo duda? (Alá ya lo ha decidido, decía ayer Keita mirando al cielo). En términos políticos, una nueva ocasión de ejercer la diplomacia pública. Me refiero al cultivo intensivo de la marca “España” en todos los campos de las relaciones internacionales. La imagen de una España moderna, competitiva y encantada de haberse conocido, vendida por Nadal, Pau Gasol, la selección española de fútbol y el brillante juego practicado esta temporada por el Barça de Josep  Guardiola.

Durante las últimas horas hemos ido viendo cómo los alrededores del Coliseo se disfrazaban de blaugrana. Miles de seguidores en los que tantos barcelonistas delegamos el grito de aliento para que se oiga desde que Máximo Busacca pite la puesta en movimiento del balón.

El mismo y único grito de apoyo compartido desde el palco de autoridades por el Rey de España, don Juan Carlos de Borbón; el presidente del Gobierno de la Nación, Rodríguez Zapatero, y el presidente de la Generalitat catalana, José Montilla. Tres figuras del Estado en un mismo grito: visca el Barça, que desde ayer están haciendo sonar los miles de barcelonistas desplazados a Roma, y que esta noche atronará el Estadio Olímpico cuando Puyol alce por tercera vez la Copa de Europa.

Un pronóstico dictado por la pasión y sus otras criaturas: el fervor sectario, el fanatismo deportivo y la más descarada parcialidad. Anda, claro. Si no, no tendría ninguna gracia descubrir que el Manchester-Barça de esta noche interesa a los españoles muchísimo más que los duelos televisados Mayor-Aguilar, las acrobacias verbales de Zapatero, las confesiones parlamentarias de dos ministras en apuros (Chacón-Jiménez) o los cerros de Úbeda de Francisco Camps.

El dictamen previo de los expertos consiste en identificar al Barça con el mejor ataque y al Manchester con la mejor defensa. Vale. Entonces hemos de fijar la excelencia del fútbol en la correcta conjugación de dos elementos: defensa y ataque. El equipo que logre combinar mejor los dos términos de la ecuación se alzará esta noche con la Copa de Europa. O sea, el Barça. Dicho sea inmediatamente y por derecho, para que el malentendido no quede entre nosotros.