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El debate de anoche: otro diálogo de sordos pero con mayor viveza
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Antonio Casado

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El debate de anoche: otro diálogo de sordos pero con mayor viveza

Por si andan ustedes interesados en el seguimiento de la campaña electoral, anoten las intervenciones estelares de esta noche. Mariano Rajoy, en Valencia, junto al averiado

Por si andan ustedes interesados en el seguimiento de la campaña electoral, anoten las intervenciones estelares de esta noche. Mariano Rajoy, en Valencia, junto al averiado presidente de la Comunidad, Francisco Camps. Y el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, en Badajoz, junto al presidente de la Comunidad, Fernández Vara. Pero no pidan al comentarista una aproximación rigurosa a una confrontación palabrera incompatible con el rigor. Es tan barata que nos acabaría contagiando a todos.

 

Así las cosas sólo los debates televisados en directo pueden hacer descarrilar a un candidato. Y eso es bueno porque gana la frescura, pierde el argumentario oficial del partido y ofrece a los votantes la oportunidad de juzgar por sí mismos. A esos efectos fue una oportunidad perdida el primer cruce (TVE, lunes 25 de mayo) de los dos principales actores del 7-J, los ex ministros López Aguilar (PSOE) y Mayor Oreja (PP). Así lo reflejaron las pobres cifras de seguimiento. Poco más de 2,6 millones de espectadores, un 13,9% de share, muy por debajo de los propios índices de audiencia media en la cadena pública. Y muy por debajo de la audiencia lograda en la anterior campaña europea, hace cinco años, cuando el cruce lo protagonizaron Mayor Oreja y José Borrell.

 

Mejor suerte corrió el debate de anoche ante las cámaras de Antena 3-TV. Seguramente porque los candidatos del 7-J, Mayor y López Aguilar, llegaron con la lección aprendida. La lección consistía en no aburrir por segunda vez al personal. Y creo que lo lograron. Hubo mayor viveza y ambos subieron el nivel. Sin embargo, el diálogo volvió a ser de sordos. Aunque con mayor acierto que la semana pasada, cada uno volvió a colocar su discurso desbordando a menudo el guión de la moderadora. La mentira, como seña de identidad del PSOE, según Mayor Oreja. El pasado, como lastre del PP, según López Aguilar.

 

Pero, insisto, en el cruce de anoche hubo más viveza que en el de hace una semana. Con eficaces dardos verbales de ida y vuelta que en ningún caso llegaron a desbordar los límites del fair play. Como cuando López Aguilar espetó a su adversario: "¿Hay algo del presente que no le irrite?". Tampoco Mayor Oreja se mordió la lengua al recordar que en su paso por el ministerio del Interior nadie había sido procesado por corrupción ni por practicar la guerra sucia. Evidentemente López Aguilar no se dio por aludido. Como tampoco se dio por aludido Mayor Oreja cuando aquel le caracterizó como nostálgico de una España que nunca más volverá.

 

Respecto al debate de la semana pasada en TVE, en el que a mi juicio ganó Mayor Oreja, con un discurso más eficaz, más directo, ayer mejoró notablemente el candidato socialista, hasta igualar a su contrincante o incluso superarle ligeramente. El representante del PP prácticamente se limitó a repetir el argumentario de la semana pasada, sin ningún argumento suplementario que los consabidos (el PSOE, como paradigma de la mentira) mientras que el del PSOE sustituyó la acusación a un PP que pone palos en la rueda por reiteradas invitaciones a sumarse a la causa de un futuro mejor para todos los españoles. Mayor Oreja tampoco se dio por enterado.

Por si andan ustedes interesados en el seguimiento de la campaña electoral, anoten las intervenciones estelares de esta noche. Mariano Rajoy, en Valencia, junto al averiado presidente de la Comunidad, Francisco Camps. Y el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, en Badajoz, junto al presidente de la Comunidad, Fernández Vara. Pero no pidan al comentarista una aproximación rigurosa a una confrontación palabrera incompatible con el rigor. Es tan barata que nos acabaría contagiando a todos.

Jaime Mayor Oreja