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Sube la autoestima del PSOE en el último tramo de la campaña electoral
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Antonio Casado

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Sube la autoestima del PSOE en el último tramo de la campaña electoral

Brotes verdes en la alicaída causa electoral de los socialistas al final de la campaña. Los dioses les han venido a ver cuando quedaban setenta y

Brotes verdes en la alicaída causa electoral de los socialistas al final de la campaña. Los dioses les han venido a ver cuando quedaban setenta y dos horas para la jornada de reflexión. Primero fue una decisión de la Junta Electoral Central, que desarmó a un PP empeñado en capitalizar un absurdo debate sobre el uso de un avión oficial por parte del presidente del Gobierno. Luego los buenos datos económicos de mayo. El subidón en las filas socialistas es notable. Más motivados que nunca y en un despliegue con pocos precedentes, hoy y mañana miles de militantes ocupan las calles de más de cien centros urbanos de toda España, con dos millones de octavillas y campaña boca a boca, en un último esfuerzo movilizador.

 

Este es el cuadro: bajan las cifras del paro, aumenta el índice de confianza de los consumidores y el PP comete el error de parecer contrariado con esas buenas noticias. Las fuentes son las mismas que llevan más de un año desmintiendo al Gobierno y machacando la credibilidad de Rodríguez Zapatero, pero Rajoy y su gente no se despegan del discurso oficial: los socialistas mienten más que hablan. Error de libro. Incapacidad de modular sobre la marcha un argumentario basado precisamente en presentar al Gobierno como una fábrica de parados.

 

Y no era tan difícil, pues ningún analista serio toma los buenos datos de mayo (24.741 personas menos en la cola del INEM) como el heraldo inequívoco de la recuperación. Ningún experto en la materia habla de cambio de tendencia si ésta no se confirma al menos en tres meses consecutivos. Cualquier sindicalista sabe que la caja negra del paro está en los componentes subyacentes del mismo, no en los ocasionales o en los estacionales, que son determinantes en este caso.

 

Sin embargo, los dirigentes del PP se han dedicado a hablar de espejismo o cosas peores. “Más allá del dato del paro, los socialistas al final siempre cuentan una mentira”, decía ayer el candidato Jaime Mayor Oreja. Aunque seguramente es mucho peor la pertinaz insistencia del portavoz económico, Cristóbal Montoro, en anunciar la imparable marcha de España hacia los cinco millones de parados. No es la reacción más adecuada en vísperas de unas elecciones, cuando los adversarios, pero también mucha gente de buena fe que quiere creerlo, que necesita creérselo, estaban celebrando las buenas noticias de mayo, en vísperas del verano turístico y con todos los ayuntamientos otorgando carga de trabajo a miles de pequeñas y medianas empresas de la construcción con cargo al erario público.

 

En resumen, tramo final dominado por el eufórico discurso elaborado por los socialistas a raíz de esas buenas noticias. Tan artificioso ha sido su optimismo por el brote verde en las listas del INEM como la infantil reacción del PP tratando de echar agua al vino. Y por lo demás, como ha he venido sosteniendo, se acerca el cierre de una campaña para olvidar, en la que se batieron todos los records en el uso de la impostura, los lugares comunes y los discursos de cartón piedra.

Brotes verdes en la alicaída causa electoral de los socialistas al final de la campaña. Los dioses les han venido a ver cuando quedaban setenta y dos horas para la jornada de reflexión. Primero fue una decisión de la Junta Electoral Central, que desarmó a un PP empeñado en capitalizar un absurdo debate sobre el uso de un avión oficial por parte del presidente del Gobierno. Luego los buenos datos económicos de mayo. El subidón en las filas socialistas es notable. Más motivados que nunca y en un despliegue con pocos precedentes, hoy y mañana miles de militantes ocupan las calles de más de cien centros urbanos de toda España, con dos millones de octavillas y campaña boca a boca, en un último esfuerzo movilizador.

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