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La caída de Saiz: ¿Dimisión o gesto de autoridad de Zapatero?
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Antonio Casado

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La caída de Saiz: ¿Dimisión o gesto de autoridad de Zapatero?

El CNI se estaba haciendo ingobernable. Eso motivó anteayer un gesto de autoridad del presidente del Gobierno, agobiado por el creciente deterioro de la imagen del

El CNI se estaba haciendo ingobernable. Eso motivó anteayer un gesto de autoridad del presidente del Gobierno, agobiado por el creciente deterioro de la imagen del CNI dentro y fuera de España, al margen de que la sospecha de malas prácticas de su director tuviesen fundamento o no. Pero también es cierto que Saiz había puesto su cargo a disposición del presidente hace una semana. Vamos con la radiografía de su caída.

 

De vez en cuando, Zapatero rompe la agenda y dedica la jornada a tomar decisiones. La última vez que esto ocurrió fue el miércoles, 1 de julio. En la tacada (además de Garoña y otras cosas), entró la insostenible situación del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) y de su director, Alberto Saiz, que estaban saliendo en las coplas, con grave perjuicio para la delicada misión de nuestros servicios de inteligencia y su relación con instituciones similares a escala internacional.

 

El presidente del Gobierno ya contaba, desde hace una semana, con el ofrecimiento de Saiz a dejar el puesto. Solo faltaba encontrar el nombre del sustituto y cuando Zapatero lo tuvo (Felix Sanz, ex jefe del Estado Mayor de la Defensa), después de las oportunas consultas, tomó la decisión. Doble decisión en cuanto a los causantes de la insoportable ambiente que se respiraba en la trastienda del CNI. Por un lado, prescindir inmediatamente de Saiz. Por otro, prescindir “en un tiempo razonable”, de quienes se han dedicado desde dentro a desestabilizarlo poniendo en grave riesgo las delicadas tareas de los Servicios de Inteligencia del Estado.

 

Todo ello, sin perjuicio de que Alberto Saiz se defienda de las acusaciones internas que, en forma de denuncias anónimas gestionadas por un determinado medio de comunicación, han sugerido incluso supuestos delictivos, como la malversación de fondos públicos y el tráfico de influencias. Acusaciones que en un comunicado oficial volvió a negar ayer mismo el ya ex director del CNI.

 

Hasta aquí, la referencia a la caída de Saiz en la perspectiva de un presidente del Gobierno que no podía permitir ni un minuto más el deterioro de los Servicio se Inteligencia del Estado por un problema de disidencias internas irresponsablemente difundidas en un determinado medio de comunicación. Pero también nos podemos tomar la molestia de verlo desde el punto de vista de Saiz y de quienes reducen su caída a una dimisión pura y dura que Zapatero se limitó a aceptar.

 

El CNI se estaba haciendo ingobernable. Eso motivó anteayer un gesto de autoridad del presidente del Gobierno, agobiado por el creciente deterioro de la imagen del CNI dentro y fuera de España, al margen de que la sospecha de malas prácticas de su director tuviesen fundamento o no. Pero también es cierto que Saiz había puesto su cargo a disposición del presidente hace una semana. Vamos con la radiografía de su caída.