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El PP se desvive con Rajoy después de ponerlo en duda
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Antonio Casado

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El PP se desvive con Rajoy después de ponerlo en duda

Recapitulamos. En permanente estado de priapismo, el PP sigue contando los días que faltan para el aniversario de la muerte de Franco. Mientras tanto, parada y

Recapitulamos. En permanente estado de priapismo, el PP sigue contando los días que faltan para el aniversario de la muerte de Franco. Mientras tanto, parada y fonda en Málaga para celebrar una Convención Política cuyo reflejo mediático presenta una rara unanimidad: todo a la mayor gloria de Mariano Rajoy, pero ni una sola propuesta.

No es crítica sino mera referencia notarial a lo ocurrido en una convocatoria inicialmente diseñada como precursora del programa electoral del PP. Con la ventaja que le siguen dando las encuestas respecto al PSOE, la estrategia está cargada de lógica. Y a algún señalado dirigente socialista le he oído comentar en privado: “Yo también lo hubiera hecho así”.

 

Para el jefe, toda la gloria que le negaron antes. Cuando sus barones, excepto Camps, hoy proscrito, le ponían en cuestión. Cuando le machacaba un sector de su partido (la derecha furiosa) que ahora, sin reconocer el daño causado y convencidos de sus meritorias aportaciones, suspenden o aplazan las hostilidades hasta el momento de pasar factura. Cuando Esperanza Aguirre se disputaba la “pole position” con Ruiz Gallardón en obscena batalla sucesoria que suponía dar a Rajoy por perdedor en las elecciones de 2008. O cuando, después de perderlas, José María Aznar le volvía la cara en el congreso de Valencia (junio 2008). De puertas adentro, Rajoy se merecía el desquite propio y el homenaje de los demás.

Todos compitieron en el elogio al presidente del Gobierno “in péctore”. Nada menos que treinta y siete intervenciones de los principales dirigentes nacionales y regionales del partido fundado por Fraga Iribarne y refundado por Aznar. Pero, lo dicho, nada de programa, programa, programa, que diría el inefable Julio Anguita.  De momento, dicen, no toca. Le cuadra el chiste de la despampanante rubia gangosa. Mejor callada. Porque si habla la caga. Bueno, convengamos que la rubia no era precisamente idiota. Lo que pasa es que la táctica tiene fecha de caducidad. Antes o después tendrá que hacer uso de la palabra. Y mejor que para entonces haya pasado por el logopeda.

No quiero decir que Rajoy tenga problemas de voz. Su afonía es selectiva. Mientras los sondeos y la percepción general le sitúen en la Moncloa sin bajarse del autobús, mejor ser generoso en las buenas intenciones y parco en los compromisos concretos. Juega sus cartas. Como el PSOE juega las suyas. También el Gobierno Zapatero actúa con maliciosa conveniencia electoral cuando deja a las Comunidades Autónomas sin marco presupuestario para 2012 como consecuencia de la prórroga automática de los Presupuestos de 2011. No hacerlo así hubiera significado reconocer en vísperas electorales que el Gobierno socialista se equivocó por enésima vez en sus previsiones para el ejercicio cuyo cierre coincidirá con el cambio de signo político en Moncloa.

Recapitulamos. En permanente estado de priapismo, el PP sigue contando los días que faltan para el aniversario de la muerte de Franco. Mientras tanto, parada y fonda en Málaga para celebrar una Convención Política cuyo reflejo mediático presenta una rara unanimidad: todo a la mayor gloria de Mariano Rajoy, pero ni una sola propuesta.

Mariano Rajoy