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Mi Fiesta Nacional ante las obras del canal de Panamá
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Antonio Casado

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Mi Fiesta Nacional ante las obras del canal de Panamá

Mi particular forma de celebrar la Fiesta Nacional de este año fue quedarme sin palabras ante las obras de ampliación del canal de Panamá. Tuve esta

Mi particular forma de celebrar la Fiesta Nacional de este año fue quedarme sin palabras ante las obras de ampliación del canal de Panamá. Tuve esta oportunidad única de adelantarme a lo que, como muchos de ustedes, volveré a sentir cuando un paracaidista de la Patrulla Acrobática del Ejército del Aire despliegue esta mañana una bandera nacional sobre el cielo de Madrid.

Lo recuerdo como el mejor momento de mi visita al tajo de lo que es en estos momentos la obra de ingeniería civil más ambiciosa del momento en todo el mundo. El componente sentimental no lo suscitaban los 50 millones de metros cúbicos en excavaciones o los 5 millones de metros cúbicos de hormigón requeridos para el ensanchamiento en la parte del Pacífico y la construcción de un tercer juego de esclusas en la parte atlántica.

No. Todo eso cabe en las especificaciones técnicas. Lo que no cabe es el orgullo de sentirse español por el hecho de que sea una empresa española la que lidera la obra, después de haber derrotado a sus poderosas competidoras en el concurso abierto a todo el mundo que el Gobierno panameño falló en 2009. Otras tres aspirantes, incluidas las norteamericanas, que normalmente van sobradas en sus patios traseros.

Por recortar se recorta hasta el besamanos del Rey en la tradicional recepción del Palacio de Oriente, esta vez en una sala más pequeña (Saleta Gasparini)

Hablo de Sacyr Vallehermoso, la compañía que preside Luis del Rivero, al que no conozco de nada. El despliegue de nuestras empresas en el mundo potencia el sentido de pertenencia como lo potencian nuestros deportistas (Nadal, Gasol, Freire, Xavi Hernández, Jorge Lorenzo, Casillas…).Quién me iba a decir que, siendo reticente con su estrategia de penetración en Repsol, iba a sentirme tan orgulloso de Sacyr como de Andrés Iniesta el día del gol a Holanda. Pero así fue en un reciente viaje a Panamá y así lo traslado tal día como hoy, nuestra Fiesta Nacional. “Eso que ustedes llaman nacional”, como diría Duran i Lleida, y perdonen que me repita.

Muchos de ustedes leerán este comentario cuando ya se haya iniciado el desfile militar, un año más bajo el signo de los recortes. Con menos efectivos y menos dispendios que antaño. Un 20% más barato que el celebrado en 2008 con sucesivos ajustes en años posteriores. Fiesta nacional en una España que no está para fiestas. Por recortar se recorta hasta el besamanos del Rey en la tradicional recepción del Palacio de Oriente, esta vez en una sala más pequeña (Saleta Gasparini) y se limitará a muy pocos representantes de los altos poderes del Estado, aunque la coartada es la escasa movilidad del Rey (se sigue recuperando de su reciente operación en un pie).

Además, nuevo recorrido, más céntrico (Atocha-Colón), más pantallas en la calle para un mejor seguimiento del desfile y nueva ubicación de la sala de autoridades: en la plaza de Neptuno, donde celebran sus triunfos los seguidores del Atlético de Madrid. Y, en fin, recorte también en abucheos al presidente del Gobierno. Sus ruidosos detractores del año pasado ven que ya no vale la pena apedrear a Zapatero. Verbalmente, se entiende.

Mi particular forma de celebrar la Fiesta Nacional de este año fue quedarme sin palabras ante las obras de ampliación del canal de Panamá. Tuve esta oportunidad única de adelantarme a lo que, como muchos de ustedes, volveré a sentir cuando un paracaidista de la Patrulla Acrobática del Ejército del Aire despliegue esta mañana una bandera nacional sobre el cielo de Madrid.