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El drama del paro: dosis de recuerdo en la agenda del 20-N
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Antonio Casado

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El drama del paro: dosis de recuerdo en la agenda del 20-N

Poco duró la alegría en 'chez Rubalcaba'. Si el adiós a las armas de ETA pudo ser una inyección de moral en los equipos del candidato

Poco duró la alegría en 'chez Rubalcaba'. Si el adiós a las armas de ETA pudo ser una inyección de moral en los equipos del candidato socialista y sus desalentados votantes, la EPA escupió una dosis de recuerdo sobre el verdadero drama nacional, que ya no es el terrorismo sino el desempleo. A saber: 144.700 parados más en el tercer trimestre del año, que suele ser el más agradecido para la creación de empleo, y ya muy cerca de la fatídica cifra de los cinco millones (4.978.300).

En el otro lado de la barricada electoral, miel sobre hojuelas. Los equipos de Rajoy, felices de volver a poner la agenda en la crisis económica, donde la credibilidad del PP para superarla, según las encuestas, es mayor que la del PSOE. Los parados son los que, al fin y al cabo, van a abrir a Rajoy las puertas de la Moncloa. Por tanto, no conviene distraerse con el terrorismo, que sólo preocupa al 3,3% de los españoles, según el último barómetro del CIS. A años luz del paro, que preocupa al 81%, aunque en la serie histórica los hay más altos, como el de abril de 1997 (87,6 %) u octubre del mismo año (85,3%).

Las malas noticias de la EPA, pues, se metieron en campaña con el consabido envase argumental de uno y otro lado. A Mariano Rajoy le faltó tiempo para culpar a la reforma laboral de Zapatero y anunciar una reforma alternativa sin decir cuál. Y Rubalcaba no desaprovechó la ocasión para acusar a su adversario de limitarse a esperar que las cosas le sigan yendo mal a España. Pura refriega electoral que no lleva a ninguna parte.

Es una simpleza endosar las cifras del paro a una determinada regulación del mercado laboral. Si no se crea empleo es porque la economía no crece. Y no crece porque sus dos motores están parados. El de la inversión, por falta de crédito. Y el del consumo, por falta de empleo. Lo demás es hablar por hablar. Claro que una buena regulación del mercado de trabajo debe facilitar la contratación y al mismo tiempo el despido. Ideal para bajar las cifras de paro en épocas de bonanza, no para crear empleo en épocas de crisis lindantes con la recesión.

“Sin crecimiento, poco podemos hacer”, dijo el otro día el príncipe don Felipe ante una cumbre de directivos empresariales reunidos en Bilbao. Pero no habrá crecimiento ni los empresarios podrán funcionar si persiste el obsesivo uso de la tijera en el sector publico y las entidades financieras se centran exclusivamente en la recapitalización.

Al menos este asunto sí ha generado un cruce dialéctico entre los dos primeros aspirantes a la Moncloa, pues mientras Rajoy sigue hablando de austeridad y “saneamiento de las instituciones financieras”, Rubalcaba reclama la necesidad de añadir al sistema medidas reactivadoras. “Si tan enamorado está Rajoy de la austeridad, ¿por qué no se la pide a las grandes fortunas”, se preguntó ayer en Murcia el candidato socialista, mientras el PP anunciaba una bajada de impuestos a las rentas del capital, en un primer avance del programa electoral que hoy mismo se va a hacer público.

Poco duró la alegría en 'chez Rubalcaba'. Si el adiós a las armas de ETA pudo ser una inyección de moral en los equipos del candidato socialista y sus desalentados votantes, la EPA escupió una dosis de recuerdo sobre el verdadero drama nacional, que ya no es el terrorismo sino el desempleo. A saber: 144.700 parados más en el tercer trimestre del año, que suele ser el más agradecido para la creación de empleo, y ya muy cerca de la fatídica cifra de los cinco millones (4.978.300).