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Ahora Zapatero es el árbol caído sin nada que ofrecer
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Antonio Casado

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Ahora Zapatero es el árbol caído sin nada que ofrecer

Enésimo acto de contrición del presidente del Gobierno más vilipendiado de nuestra reciente y democrática historia. Ya sólo le falta quemarse en la plaza pública para

Enésimo acto de contrición del presidente del Gobierno más vilipendiado de nuestra reciente y democrática historia. Ya sólo le falta quemarse en la plaza pública para calmar al santo oficio de la derecha sin complejos y sus aliados de la izquierda arrepentida. De momento valió con unos cuantos golpes de pecho ante el abarrotado auditorio “Gustavo Freire” de Lugo.  El todavía presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, se declaró ayer el “principal responsable del paro”. Y acierta, porque ha sido el principal responsable político de todo lo bueno y lo malo que haya podido ocurrir en la gestión de los intereses generales durante los últimos siete años y medio.

Por su reconocimiento tardío de la crisis, su incompetencia en materia económica, sus imprevisiones, aún admitiendo el adverso contexto internacional de su trabajo, Zapatero es culpable de los dos millones y medio largos de parados que se sumaron a los dos millones largos de parados que heredó del Gobierno Aznar. Pero también es culpable del fin del terrorismo y del avance en materia de derechos sociales ¿O sólo se asume la máxima responsabilidad de una gestión en lo que sale mal, mientras lo que sale bien es tarea de todos?

El otro día se me ocurrió decir en la radio que sin la crisis económica, que efectivamente gestionó con los pies, Zapatero hubiera sido un presidente con luces y sombras. Como todos. Y mis contertulios se quitaban la palabra rechazando siquiera la posibilidad de rastrear algo bueno en la estela de este apacible aspirante al coche oficial del Consejo de Estado. Inútil. Y menos cuando el búho de Minerva ya se ha instalado en el hombro de Rajoy que, claro, llega con la cesta a rebosar.

Pues eso creo. Que sin el tsunami internacional que rompió la cintura de las economías de nuestro entorno, incluida la nuestra, el paso de

Sin el tsunami internacional que rompió la cintura de las economías de nuestro entorno, incluida la nuestra, el paso de Zapatero por Moncloa habría dejado un saldo levemente negativo o levemente positivo ante la ciudadanía de base.

Zapatero por Moncloa habría dejado un saldo levemente negativo o levemente positivo ante la ciudadanía de base.  Lo normal en un gobernante deshabitado de carisma, como ya se vio cuando fue elegido secretario general del PSOE más por frenar al José Bono de aquella primavera del año 2000 que por su irresistible capacidad de arrastre.

El tsunami lo arrolló todo y ahora nadie le reconoce nada. Me parece injusto. Por mi parte, y en vísperas del comienzo de la campaña electoral que le busca sustituto, servidor le da las gracias por dignificar la memoria de los perdedores en la Guerra Civil, por llevar los derechos de la mujer al BOE, por echar una mano a las personas dependientes, por plantar cara a los gobernantes del mundo que declaran guerras en nombre de su real gana, por la imagen de una España solidaria en la cooperación internacional, por suavizar las consecuencias del fracaso matrimonial, por reconocer los derechos de los homosexuales, por haber creado las condiciones de un irreversible adiós a las armas de ETA… Que conste, ahora que Zapatero es un árbol caído y no tiene nada que ofrecer.

Enésimo acto de contrición del presidente del Gobierno más vilipendiado de nuestra reciente y democrática historia. Ya sólo le falta quemarse en la plaza pública para calmar al santo oficio de la derecha sin complejos y sus aliados de la izquierda arrepentida. De momento valió con unos cuantos golpes de pecho ante el abarrotado auditorio “Gustavo Freire” de Lugo.  El todavía presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, se declaró ayer el “principal responsable del paro”. Y acierta, porque ha sido el principal responsable político de todo lo bueno y lo malo que haya podido ocurrir en la gestión de los intereses generales durante los últimos siete años y medio.