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Un candidato que se lo cree, Rubalcaba, y otro que se lo lee, Rajoy
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Antonio Casado

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Un candidato que se lo cree, Rubalcaba, y otro que se lo lee, Rajoy

Con el cumplimiento del derecho de los ciudadanos a probar el género antes de comprarlo, ayer empezó y terminó la campaña electoral. Con menos vallas, menos

Con el cumplimiento del derecho de los ciudadanos a probar el género antes de comprarlo, ayer empezó y terminó la campaña electoral. Con menos vallas, menos mítines, menos vídeos y más debates como el de ayer, mejor nos luciría el pelo a todos. En ese sentido, fue la democracia la ganadora real en el debate televisivo de los dos aspirantes a la Moncloa.

Nada que no supiéramos. Vale. Pero en vivo y en directo cobra el valor de la cercanía. La distancia corta también es elemento decisivo en la formación de criterio, incluso por encima de los programas, los compromisos o las propuestas concretas. Fue en esa distancia corta donde los telespectadores vieron a un candidato que se lo cree, Pérez Rubalcaba, y a otro que se lo lee, Mariano Rajoy. Sobre todo en las cuestiones relacionadas con el futuro del llamado Estado del Bienestar.

El debate dejó un claro ganador en las cuestiones económicas. Ese fue Rajoy. Ahí Rubalcaba tenía todas las de perder y, efectivamente, el candidato del PP resultó más convincente, a pesar de sus continuas excursiones al folio. Sin embargo, en las cuestiones sociales y los servicios públicos ganó de calle el candidato socialista, con un verdadero tercer grado a un adversario de acreditadas inclinaciones privatizadoras en Sanidad y Enseñanza.

También las cuestiones relacionadas con la crisis económica y el drama de los cinco millones de parados impidieron que Rubalcaba llevase la iniciativa en los cien minutos que duró el cruce televisivo de anoche. Más que la iniciativa, la agresividad. Hasta el punto de que de alguna manera marcó el debate con su machacona pregunta: ¿Quiere decirle a los españoles si piensa rebajar las prestaciones por desempleo? Las evasivas de Rajoy fueron determinantes para la victoria por puntos que, a mi juicio, ayer se llevó el candidato socialista.

De menos a más, Rubalcaba empezó nervioso y, como jugando con blancas, terminó adueñándose del escenario, mientras que Rajoy, mucho más tranquilo,

¿Quiere decirle a los españoles si piensa rebajar las prestaciones por desempleo? Las evasivas de Rajoy fueron determinantes para la victoria por puntos que, a mi juicio, ayer se llevó el candidato socialista.

 jugando con negras, a la espera de ocasiones para colocar sus mensajes prefabricados con la vista puesta en la chuleta, mantuvo un tono más moderado. Con sus alusiones a la ambigüedad calculada del programa del PP, Rubalcaba apedreó siempre que pudo ese aire de tranquilidad mostrado por Rajoy. Trató de desestabilizarle con interrupciones pero no consiguió que Rajoy perdiera la calma. En ese indicador el reparto de puntos favoreció a Rajoy.

El candidato del PP volvió a demostrar que viene cargado de buenas intenciones y ligero de propuestas. Más que un catálogo de medidas concretas, su discurso parecía un juicio sumarísimo a los Gobiernos socialistas como principal resorte dialéctico para pedir a los españoles que elijan entre continuidad y cambio mirando al futuro. Difícil de colocar ese mensaje si la mitad de su discurso, o más, se empleó en hablar del pasado, referido a lo mal que lo hicieron los Gobiernos de González y Zapatero, y lo bien que lo hicieron los Gobiernos de José María Aznar.

Con el cumplimiento del derecho de los ciudadanos a probar el género antes de comprarlo, ayer empezó y terminó la campaña electoral. Con menos vallas, menos mítines, menos vídeos y más debates como el de ayer, mejor nos luciría el pelo a todos. En ese sentido, fue la democracia la ganadora real en el debate televisivo de los dos aspirantes a la Moncloa.

Mariano Rajoy Alfredo Pérez Rubalcaba