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ETA vende su derrota como efecto de una larga reflexión
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Antonio Casado

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ETA vende su derrota como efecto de una larga reflexión

Descarado intento de disfrazar su derrota frente al Estado de Derecho. Nada menos que doce páginas del Gara, en su edición de hoy, tal y como

Descarado intento de disfrazar su derrota frente al Estado de Derecho. Nada menos que doce páginas del Gara, en su edición de hoy, tal y como adelantó ayer Carlos Fonseca en El Confidencial, para explicar que el “cese definitivo” del terrorismo -ellos lo llaman de otra manera, claro-, es el resultado de un largo proceso de reflexión interna. ¿Cuánto de largo? Diez años, dicen los portavoces etarras. Bingo.

Si ustedes se toman la molestia de hacer memoria advertirán que esa década se corresponde exactamente con el inicio, desarrollo y culminación de una operación de legítima defensa del Estado democrático frente a quienes querían reventarlo. Tuvo el apoyo de la opinión pública, los grandes partidos, los sindicatos, los tres poderes del Estado y el Tribunal Constitucional.

Que ETA haya llegado a la conclusión de que las urnas son preferibles a las pistolas no es el resultado de una década de reflexión. El adiós a las armas es el triunfo de la fuerza tranquila del Estado de Derecho a lo largo de los diez últimos años

Lo que ETA llama ahora “período de reflexión” comienza en diciembre del año 2000, con el llamado Pacto Antiterrorista. A iniciativa del actual presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, entonces líder de la oposición al Gobierno Aznar, los dos grandes partidos, PSOE y PP se concertaron para acabar con el terrorismo en nombre del derecho a la vida y la libertad de todos los ciudadanos españoles. Su principal herramienta legal fue la Ley de Partidos (2002), que canceló la existencia de grupos vinculados al uso de la violencia. Del Parlamento desaparecieron los amigos políticos de ETA. Fueron puestas fuera de la ley las organizaciones ligadas a la banda, empezando por Herri Batasuna (2003) y muchos de sus dirigentes encarcelados.

No me extraña que en ese punto de aquella gran operación de Estado, los etarras y sus amigos se pusieran a reflexionar. Reflexionando les debió sorprender el redoblado acoso policial hispano-francés, el aumento de las detenciones y la disolución judicial de las distintas terminales de la banda (financieras, políticas, juveniles, mediáticas…). Así hasta el desenlace de la operación: la victoria de la Democracia sobre el terrorismo en este otoño de 2011. Sin recurrir a la guerra sucia ideada en los cuartos oscuros del Estado entre 1975 y 1987 (ATE, GAE, BVE, Triple A y GAL) el Estado ha derrotado al terrorismo. Sin violar derechos reconocidos en la Constitución (participación, expresión, tutela judicial, asociación, etc.), nunca suprimidos ni limitados arbitrariamente, según reconoció en 2009 el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo, ante el que la organización política Batasuna  había recurrido.

En resumen, que ETA haya llegado a la conclusión de que las urnas son preferibles a las pistolas no es el resultado de una década de reflexión. El adiós a las armas es el triunfo de la fuerza tranquila del Estado de Derecho a lo largo de los diez últimos años. No el resultado de un “proceso de reflexión” que, para que la impostura no sea tan descarada, dicen ahora que no fue “estructurado y lineal”.

Ni estructurado ni sin estructurar. Mientras en las cárceles españolas y francesas se pudren unos 800 etarras, se calcula que no más de 70 u 80 estaban disponibles en la calle para perpetrar atentados. Y la mitad eran policías, guardias civiles o agentes del CNI infiltrados. Así que nada de una década de reflexión sino una década de paciente política antiterrorista que ha ido creando las condiciones para acabar con la pesadilla. Conviene saberlo ahora que, como se vio ayer en el Dia de la Memoria (víctimas del terrorismo), ETA y sus amigos más o menos próximos nos quieren colocar un relato inaceptable de lo ocurrido durante cuarenta y tres años.

Descarado intento de disfrazar su derrota frente al Estado de Derecho. Nada menos que doce páginas del Gara, en su edición de hoy, tal y como adelantó ayer Carlos Fonseca en El Confidencial, para explicar que el “cese definitivo” del terrorismo -ellos lo llaman de otra manera, claro-, es el resultado de un largo proceso de reflexión interna. ¿Cuánto de largo? Diez años, dicen los portavoces etarras. Bingo.