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Álvarez Cascos da la nota por un nuevo ataque de contrariedad
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Antonio Casado

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Álvarez Cascos da la nota por un nuevo ataque de contrariedad

El todavía presidente del Principado de Asturias, Francisco Álvarez Cascos, acaba de anticipar las elecciones en esta Comunidad porque el Parlamento autonómico (Junta General) ha rechazado

El todavía presidente del Principado de Asturias, Francisco Álvarez Cascos, acaba de anticipar las elecciones en esta Comunidad porque el Parlamento autonómico (Junta General) ha rechazado los presupuestos que le presentó hace unos días y, dice él, “sin presupuestos no se puede gobernar”. En eso tiene razón. Una razón formal que solo dura lo que cualquier observador tarda en darse cuenta de que el problema es él. Y que con su inesperada decisión de ayer va camino de perderse en la polvareda porque los asturianos ya le han tomado la medida. Al tiempo.

Unas elecciones generales y dos autonómicas en seis meses para una población de un millón de habitantes es un desatino. Pero el antiguo número dos del PP y hoy líder del FAC (16 diputados) fue incapaz de pactar, a su derecha o a su izquierda para asegurar la gobernabilidad del Principado. En cambio, cosas veredes, ha puesto de acuerdo al PP (10), PSOE (15) e IU (4) en que sus presupuestos eran indefendibles.

Su línea de defensa le retrata como el hombre que por enésima vez convierte sus ataques de contrariedad y sus enfrentamientos personales en crisis de partido e institucionales

Su línea de defensa le retrata como el hombre que por enésima vez convierte sus ataques de contrariedad y sus enfrentamientos personales en crisis de partido e institucionales (Sergio Marqués, Gabino de Lorenzo, Mariano Rajoy…). Ahora dice que todo se debe a un “complot parlamentario para hacer ingobernable la región”. Toma ya. Como si el pasatiempo preferido del PP, que ahora está en Moncloa, o del PSOE, que está haciendo su particular via crucis, fuera unirse en tiempos de tribulación para desestabilizar la política asturiana.

Es como el conductor del chiste. Circula por la izquierda y cree que están equivocados los cientos de conductores que se le vienen encima. No desprecien ustedes el elemento cuantitativo de la comparación. Sirve para acreditar el pinchazo de lo que en mayo (elecciones autonómicas) se llamó el efecto Cascos, cuando su partido recién nacido se convirtió en la primera fuerza parlamentaria de Asturias. Con sus 16 escaños acabó con el reinado del PSOE y se merendó al PP, su partido de toda la vida. Pero, ojo al dato, solamente seis meses después, en las elecciones generales del 20-N, el PSOE le dobló en votos y el PP casi le triplicó. Semejante retroceso en el favor del votante asturiano, con tan poco tiempo de diferencia, no puede imputarse solamente al tirón de los grandes partidos nacionales.

Que alguien se tome la molestia de echar un vistazo a los últimos seis meses de este napoleoncito políticamente aparcado en su querida isla de Santa Elena. Sus continuos enfrentamientos con fuerzas vivas de la región (culturales, empresariales, mediáticas...) confirman que sigue fiel al estilo bronco y desapacible que ya conocíamos de su paso por el PP.

Además de haber batido el record de Rosa Díez en el tiempo de descompresión para el cambio de chaqueta, Álvarez Cascos se ha revelado como un gobernante incapacitado para ejercer el poder con las limitaciones lógicas de una minoría mayoritaria ¿O es que no ha oído hablar del pacto de gobernabilidad como herramienta política, donde el ordeno y mando queda expresamente abolido?

El todavía presidente del Principado de Asturias, Francisco Álvarez Cascos, acaba de anticipar las elecciones en esta Comunidad porque el Parlamento autonómico (Junta General) ha rechazado los presupuestos que le presentó hace unos días y, dice él, “sin presupuestos no se puede gobernar”. En eso tiene razón. Una razón formal que solo dura lo que cualquier observador tarda en darse cuenta de que el problema es él. Y que con su inesperada decisión de ayer va camino de perderse en la polvareda porque los asturianos ya le han tomado la medida. Al tiempo.

Francisco Álvarez Cascos