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Los socialistas se buscan a sí mismos, también en la calle
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Antonio Casado

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Los socialistas se buscan a sí mismos, también en la calle

Al poder siempre se le ve el plumero de su principal tarea: la de conservarlo. Normal. En eso consiste la política. Primero, conquistar el poder. Y

Al poder siempre se le ve el plumero de su principal tarea: la de conservarlo. Normal. En eso consiste la política. Primero, conquistar el poder. Y luego, conservarlo. Lo demás es cosa de estilistas y expertos en imagen. Los estilistas de Ferraz negaron ayer que el PSOE esté alentando las protestas en la calle como estrategia de desgaste contra el Gobierno Rajoy. Bueno, si no las alienta, las secunda. Y el ex ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, nos vino a recordar que el ejercicio del derecho de manifestación se hará compatible con la oposición “responsable” anunciada por el secretario general, Pérez Rubalcaba. Lugares comunes que no derogan la lógica de la lucha por el poder, más allá de los terrenos acotados: Defensa, Exteriores y Terrorismo, según el reciente encuentro de Moncloa.

Es evidente que los socialistas se buscan a sí mismos. ¿En la calle? Claro, y también en el Parlamento. Dos esferas de actuación legal no reñidas entre sí, aunque el Gobierno del PP y medios afines crean haber descubierto el Mediterráneo al detectar la intención de los socialistas de llevar a la calle una ofensiva permanente. Maticemos. Que la oposición política se ponga a la ofensiva es lo suyo. Ahora al hilo de dos asuntos puntuales: reforma laboral y cargas policiales en Valencia. ¿Dónde está escrito que el PSOE tenga que decir amén a la posición del Gobierno? Pero nada de ofensiva permanente. Le avala su compromiso de apoyo a las políticas de Estado. Eso es oposición “responsable”.

Aquel 20-J de 2002 supuso la reconciliación del PSOE con las centrales sindicales, que habían sido ganadas para la causa del España va bien con la inteligente política de Aznar en su primera Legislatura. Y supuso también el reencuentro con sus votantes

Acusar a la izquierda de querer ganar en la calle lo que perdió en las urnas es reaccionar igual que el Gobierno Zapatero cuando hacía exactamente la misma acusación contra la derecha que se pasó ocho años en la calle para denunciar que España se rompía, se descristianizaba, se hundía en la ruina económica o se rendía ante ETA. Hagan memoria: el estatuto catalán, el aborto, la familia, los matrimonios gays, el paro, la negociación con los terroristas. Y si nos remontamos al anterior reinado del PP, pues lo mismo. Sobre todo en su segunda Legislatura, cuando empezaron a aparecer grietas en la causa del “España va bien” y el PSOE basó su recuperación electoral en la calle por cuenta del “decretazo”, el Prestige y la guerra de Irak.

También entonces, como ahora, la izquierda se hizo la encontradiza con los sindicatos para formar un frente común contra la España de Aznar. De ahí salió, entre otras cosas, la huelga general del 20 de junio de 2002, en vísperas de la Cumbre Europea de Sevilla, al cierre de la presidencia semestral española. Junto al Prestige y la guerra de Irak se fue trabajando el PSOE su remontada hacia las elecciones generales del año 2004. ¿Qué iba a hacer Zapatero, sino reconocerse en su electorado natural, donde estaban los yacimientos de rechazo a la “España del PP”? Pues exactamente igual que ahora ocurre con la reforma laboral del Gobierno Rajoy y el malestar por la desmedida actuación policial de este principio de semana en Valencia.

Los paralelismos son inevitables. Aquel 20-J de 2002 supuso la reconciliación del PSOE con las centrales sindicales, que habían sido ganadas para la causa del España va bien con la inteligente política de Aznar en su primera Legislatura. Y supuso también el reencuentro con sus votantes: los que se quedaron en casa en marzo del 2000, los que se lamían las heridas por los bandazos en la dirección del partido (cuatro líderes en cinco años), los que denunciaban un alarmante deterioro de sus señas de identidad y los que veían en el tapón generacional la falta de pulso en un PSOE mortecino tras la bancarrota sobrevenida a mediados de los noventa. ¿No les suena todo esto?

Al poder siempre se le ve el plumero de su principal tarea: la de conservarlo. Normal. En eso consiste la política. Primero, conquistar el poder. Y luego, conservarlo. Lo demás es cosa de estilistas y expertos en imagen. Los estilistas de Ferraz negaron ayer que el PSOE esté alentando las protestas en la calle como estrategia de desgaste contra el Gobierno Rajoy. Bueno, si no las alienta, las secunda. Y el ex ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, nos vino a recordar que el ejercicio del derecho de manifestación se hará compatible con la oposición “responsable” anunciada por el secretario general, Pérez Rubalcaba. Lugares comunes que no derogan la lógica de la lucha por el poder, más allá de los terrenos acotados: Defensa, Exteriores y Terrorismo, según el reciente encuentro de Moncloa.