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Entre la Virgen de Lourdes y la vista gorda de Bruselas
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Antonio Casado

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Entre la Virgen de Lourdes y la vista gorda de Bruselas

Ya no se trata de ser felices. Ahora se trata de ser competitivos. Ese es el sentido de la reforma laboral fletada por el Gobierno Rajoy.

Ya no se trata de ser felices. Ahora se trata de ser competitivos. Ese es el sentido de la reforma laboral fletada por el Gobierno Rajoy. Y, por ir a lo último, de la lucha contra el déficit público. Con las cuentas cerradas del año pasado, según información facilitada anteayer por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, resulta que no es el 6% querido ni el 8% temido. La cifra irrumpe como nuestro quinto jinete del Apocalipsis: nada menos que el 8,51%.

Si no lo remedia el ministro de Economía, Luis de Guindos, que mañana va a pedir comprensión a sus colegas de la Eurozona, o en su caso la Virgen de Lourdes, esa cifra debe quedarse en el 4,4%  al terminar el año en curso. Aparte de la Virgen de Lourdes, nadie más sostiene que sea posible. Ni siquiera el Gobierno, aunque se resista a reconocerlo en público por no ser menos que Aznar (conquistó las cotas fundacionales del euro en un tiempo récord, incluida la del déficit público).

Echarle la culpa al Gobierno anterior de la desviación del déficit público (casi tres puntos) tiene poco sentido si reparamos en que las grandes incumplidoras han sido las Comunidades Autónomas, que en la mitad del año han estado controladas prácticamente todas por gobiernos del PP

Da igual. Todos los ministros admiten en privado que para la economía española sería letal la intransigencia de la Unión Europea cuando España le pida un alargamiento de los plazos o cierta dosis de vista gorda en la exigencia del 4,4% de déficit en 2012. Espero que se consiga lo uno o lo otro. Y así será si el hachazo de Semana Santa (nuevos recortes en el gasto público ya con el nuevo escenario presupuestario) en Bruselas acaba resultando tan convincente como el hachazo de Nochevieja. Eso por un lado. Y por otro, el Gobierno ha de construir un buen relato sobre las causas del incumplimiento de 2011 (6% comprometido, 8,51 real).

Aquí entra la política de cercanías. El Gobierno del PP, que vino con un pan debajo del brazo, todavía tiene margen para seguir endosando al Gobierno Zapatero los agujeros negros de la herencia recibida. Por ejemplo, éste. Pero en Bruselas no sirve. Y aquí en España tiene su fecha de caducidad. El nada sospechoso José María Aznar dijo en Sevilla que para el PP ya no es tiempo de promesas sino de soluciones. Qué casualidad, casi lo mismo que el líder del PSOE, Pérez Rubalcaba, pedía ayer al Gobierno. Que deje de buscar culpables y busque soluciones.

Echarle la culpa al Gobierno anterior de la desviación del déficit público (casi tres puntos) tiene poco sentido si reparamos en que las grandes incumplidoras han sido las Comunidades Autónomas, que en la mitad del año han estado controladas prácticamente todas por gobiernos del PP. Y es lógico que en el PSOE hayan replicado con ese argumento defensivo. Al menos les sirve para preguntar a Rajoy por qué el actual Gobierno ha tardado tres meses en poder facilitar los datos de déficit de las Autonomías gobernadas en su mayoría por el PP y algunas, como Murcia o Valencia, desde hace décadas.

O sea, que no era cierto que, como decía el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el Gobierno anterior le estuviera ocultando datos de déficit de las Comunidades Autónomas. Ahora reconoce negro sobre blanco que a él no se los han facilitado hasta hace cuarenta y ocho horas.

Ya no se trata de ser felices. Ahora se trata de ser competitivos. Ese es el sentido de la reforma laboral fletada por el Gobierno Rajoy. Y, por ir a lo último, de la lucha contra el déficit público. Con las cuentas cerradas del año pasado, según información facilitada anteayer por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, resulta que no es el 6% querido ni el 8% temido. La cifra irrumpe como nuestro quinto jinete del Apocalipsis: nada menos que el 8,51%.