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La herencia del PSOE, cada vez más mimada por el PP
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Antonio Casado

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La herencia del PSOE, cada vez más mimada por el PP

En el huerto del PP la herencia recibida se cuida como si fuera la alcachofa salvaje de Coslada, que por lo visto está en peligro de

En el huerto del PP la herencia recibida se cuida como si fuera la alcachofa salvaje de Coslada, que por lo visto está en peligro de extinción. Gracias a la herencia del PSOE el PP barrió en las urnas del 20-N. Gracias a la averiadísima herencia de Zapatero, desahuciado por sus propios votantes, ahora puede Mariano Rajoy manejar el Parlamento con mayoría absoluta. ¿O creen en el PP que el poder acumulado en aquella barrida electoral se debe -se debió- al irresistible carisma de su candidato o a la imparable ola de adhesión a su programa? Pues, no. Se debe a la herencia recibida. A lo mal que lo hizo Zapatero, a su incompetencia en la gestión de la crisis o, visto desde la perspectiva del votante socialista, a decisiones contrarias a su propio ideario. No supo irse a tiempo y condenó a su partido a una travesía del desierto que no ha hecho más que empezar.

En todo caso, tanto la incompetencia de Zapatero como el divorcio de sus propios electores fueron largamente celebrados por el PP. Lógico. Sobre la ruina del adversario, labrada en una dura crisis, que fue yacimiento inagotable de malas noticias económicas, también se estaba labrando la reconquista de la Moncloa, después de siete largos años de insoportable reinado de rojos con memoria (histórica, claro), progres trasnochados, y perroflautas de nueva generación.

Sobre la ruina del adversario, labrada en una dura crisis, también se estaba labrando la reconquista de la Moncloa, después de siete largos años de insoportable reinado de rojos con memoria, progres trasnochados, y perroflautas de nueva generaciónTanto le cundió esa estrategia que no se apean de ella aún desde el poder. Las intervenciones del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ayer en el Congreso y anteayer en el Senado, así como las de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y el ministro Luis de Guindos, también en la sesión de control de ayer en el Congreso, usaron y abusaron de referencias a la herencia recibida. Como si lo mal que lo hicieron los socialistas fuera, a título preventivo, el blindaje ideal por si algún día los españoles creen que también el PP empieza a hacer las cosas mal.

Aunque este Gobierno ha llegado con un pan debajo del brazo (enorme caudal de confianza y deseo de que acierte), puede llegar a hacer las cosas mal o, simplemente, ser devorado por la crisis económica como lo fue el anterior. Dios no lo quiera, como diría el ministro Fernández Díaz (“Dios, no, los franceses, si dejan de ayudarnos contra ETA”, le replicó el director del CNI cuando hablaban sobre un posible rebrote terrorista). Vale. Dios no lo quiera, pero si ocurre ya no tendrá la culpa el legado de los socialistas ¿No es razonable esta conclusión, por puro desgaste argumental? Sin embargo, ese es justamente el argumento proscrito en el actual discurso político del PP.

Si se abre paso la idea de que antes o después no se podrá seguir echando la culpa de todo a los socialistas se achicaría el periodo de gracia otorgado al Gobierno para que nos vaya sacando del túnel. Pero si la apelación a la herencia socialista sigue alimentado el discurso del PP, se puede permitir incluso robarle el discurso al adversario de siempre, que ahora está en la oposición. Antes de que los socialistas nos digan lo mal que va todo, lo decimos nosotros: no hay varitas mágicas, más de 600.000 parados nuevos en 2012, decrecimiento del PIB en 1.7 puntos, me gustaría decir que hemos tocado fondo pero no es verdad, sangre, sudor y lágrimas, recortes y más recortes, la situación es “catastrófica”, antes el tijeretazo en Nochevieja, ahora el de Semana Santa… Y así sucesivamente.

No está mal pensado.

En el huerto del PP la herencia recibida se cuida como si fuera la alcachofa salvaje de Coslada, que por lo visto está en peligro de extinción. Gracias a la herencia del PSOE el PP barrió en las urnas del 20-N. Gracias a la averiadísima herencia de Zapatero, desahuciado por sus propios votantes, ahora puede Mariano Rajoy manejar el Parlamento con mayoría absoluta. ¿O creen en el PP que el poder acumulado en aquella barrida electoral se debe -se debió- al irresistible carisma de su candidato o a la imparable ola de adhesión a su programa? Pues, no. Se debe a la herencia recibida. A lo mal que lo hizo Zapatero, a su incompetencia en la gestión de la crisis o, visto desde la perspectiva del votante socialista, a decisiones contrarias a su propio ideario. No supo irse a tiempo y condenó a su partido a una travesía del desierto que no ha hecho más que empezar.